María Santísima, Modelo de las virtudes domésticas

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Amados hijos, llamados a constituir nuevas familias, queréis sin duda dar a éstas un carácter esencialmente cristiano y una sólida base de bienestar y de felicidad. Pues os garantizamos la consecución de todo esto en la devoción a María. Tantos títulos tiene María para ser considerada como lo patrona de las familias cristianas y tantos tienen éstas para esperar de ella una particular asistencia.

María conoció las alegrías y las penas de la familia, los sucesos alegres y los tristes: la fatiga del trabajo diario, las incomodidades y las tristezas de la pobreza, el dolor de las separaciones. Pero también todos los goces inefables de la convivencia doméstica, que alegraban el más puro amor de un esposo castísimo y la sonrisa y las ternezas de un hijo que era al propio tiempo el Hijo de Dios.

María Santísima participará por eso con su corazón misericordioso en las necesidades de vuestras familias, y traerá a éstas el consuelo de que se sientan necesitadas en medio de los inevitables dolores de la vida presente: así como bajo su mirada materna les hará más puras y serenas las dulzuras del hogar doméstico.

Todo más cuanto que la Santísima Virgen no se limita a conocer por experiencia propia las graves necesidades de las familias, sino que, como Madre de piedad y misericordia, quiere de hecho venir en ayuda de ellas.

Felices y benditos de veras aquellos esposos que inician su nuevo estado con estos propósitos de filial y confiada devoción a la Madre de Dios, con el santo programa de establecer su nueva familia sobre este indestructible cimiento de piedad, que lo penetrará todo para trasmitirse luego, como preciosa herencia, a los hijos queridos que Dios les quiera conceder.

Pero no olvidéis, amadísimos hijos, que la devoción a la Virgen, para que pueda decirse verdadera y sólida y por lo tanto aportadora de preciosos frutos y gracias copiosas, debe estar vivificada por la imitación de la vida misma de Aquella a la que os gusta honrar.

La Madre divina es también y sobre todo un perfectísimo modelo de virtudes domésticas, de aquellas virtudes que deben embellecer el estado de los cónyuges cristianos. En María tenéis el amor más puro y fiel hacia el castísimo esposo, amor hecho de sacrificios y delicadas atenciones: en Ella la entrega completa y continua a los cuidados de la familia y de la casa, de su esposo y sobre todo del querido Jesús: en Ella la humildad que se manifestaba en la amorosa sumisión a San José, en la paciente resignación a las disposiciones ¡cuántas veces arduas y penosas! de la divina Providencia, en la amabilidad y en la caridad con cuantos vivían cerca de la casita de Nazaret.

¡Esposos cristianos! Que vuestra devoción a María pueda constituir un manantial siempre vivo de favores celestes y de felicidad verdadera.

No debe terminar en vuestros corazones, ni disminuir en vosotros la devoción, tan saludable y suave, hacia la Madre de Dios; puesto que de la constante fidelidad en practicarla es de donde sobre todo os podréis prometer los frutos más preciosos de bendiciones y de gracias.

Que quede ella por lo tanto en las manifestaciones públicas y en la vida privada, en el templo y entre las paredes domésticas. A María el tributo diario de vuestra veneración y de vuestras plegarias, el homenaje de vuestra filial confianza y ternura para esta Madre de piedad y de misericordia.

Pero no olvidéis, esposos cristianos, que la devoción a María, para que se pueda decir verdadera y eficaz, debe estar vivificada por la imitación de las virtudes de aquella que queréis honrar.

He aquí, amados hijos, hasta qué punto debéis llevar vuestra devoción a María si queréis que ella constituya una fuente siempre viva de favores espirituales y temporales y de verdadera felicidad

Fuente: S.S. Pío XII, Discursos del 10 y del 31 de Mayo de 1939