San José, Esposo de la Virgen, Confesor y Patrono de la Iglesia Católica

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Considera la santidad del glorioso san José y la alteza de sus merecimientos, a quien la sagrada Historia llama absolutamente justo, porque se ajustó siempre en todo a la voluntad de Dios. Contempla a Dios mirando con su infinita sabiduría y providencia a todos los siglos, mirando a todos los hombres para escoger de ellos el más benemérito para esposo de su Santísima Madre, y padre, según la opinión, suyo; y eligió como el más digno a san José, por donde podrás rastrear la grandeza de su santidad y la alteza de sus merecimientos. Gózate de su santidad y alaba al Señor por la grandeza de sus merecimientos y por la dignidad soberana a la que le sublimó, y saca de aquí nuevo aprecio y devoción con este santísimo patriarca, y propósitos de imitarle.

Considera la vida que hizo en compañía de la Santísima Virgen María, la estima y veneración con que la sirvió, el amor y el respeto con que la miraba como a Madre de Dios, las creces de su espíritu con su conversación dulcísima, y el amor y conformidad con que vivían mirando el uno por el otro sin apartar los ojos de Dios. Atiende a la honestidad y pureza de su alma y de su cuerpo, que fue la mayor que después de Cristo se halló en varón alguno, y aprende de este santísimo patriarca a vivir en tu estado con toda santidad y perfección: contempla sus virtudes y pídele gracia a Dios por sus merecimientos para hacer copia de ellas en tu alma ofreciéndote de corazón a su servicio.

Contempla cómo se portó con Cristo nuestro Redentor, y el amor que le tuvo y la reverencia con que le sirvió, y el gusto con que trabajó para sustentarle, y la alegría con que padecía cualesquiera trabajos por su amor, y lo que el mismo Señor obraba interiormente en su alma.

Medita en particular sus pensamientos, palabras y obras todas tan santas sin mota de imperfección, sus pensamientos del cielo, sus palabras todas de lo celestial, llenas de suavísima devoción; sus obras enderezadas a Dios con purísima intención de servirle y glorificarle en todo: pondera su prudencia y silencio, medita su paciencia en todos los trabajos de su vida, llevándolos con alegría por amor de Dios y de su dulce esposa; y últimamente levanta los ojos al cielo y contempla la gloria que goza por sus merecimientos, y el lugar que ocupa cerca de Dios; porque así como la Beatísima Virgen es la que más puede en el Cielo con su Hijo: así por consiguiente después de ella, creemos que san José es el que más puede. Gózate de sus merecimientos y de la gloria que por ellos alcanzó, y pídele que te alcance del Altísimo gracia para seguir sus pisadas y para imitar sus ejemplos, y que te escriba en el número de sus siervos y devotos, y que aunque no lo merezcas, te haga la merced que les hace a ellos.

Fuente: P. Alonso de Andrade, Meditaciones diarias de los misterios de nuestra fe


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