Caridad y justicia

Posted by: Lotario de Segni

Fábrica 01 (01)

Deseamos decir una palabra sobre la cuestión social, que se debe regular según las normas de la justicia y de la caridad.
Mientras las doctrinas comunistas, que se difunden hoy por todas partes, engañan fácilmente la simplicidad e ignorancia del pueblo, parecen resonar en nuestros oídos las palabras de Jesucristo:
«Tengo compasión de esta muchedumbre» (Mc 8,2). Es absolutamente necesario que se lleven cuidadosa y diligentemente a la práctica los rectos principios que sobre este punto enseña la Iglesia. Es absolutamente necesario conservar inmunes de aquellos perniciosos errores a todos los pueblos, y si han sido ya inficionados, librarlos de estas doctrinas nocivas que proponen a los hombres, como meta única de esta vida mortal, el goce del mundo presente, y, como quiera que conceden al poder y arbitrio del Estado poseer y regular todo lo que existe, de tal manera disminuyen la dignidad de la persona humana, que casi la reducen a la nada.

Es absolutamente necesario que pública y privadamente se enseñe a todos que somos desterrados, que caminamos hacia una patria inmortal, y que hemos sido destinados a una vida eterna y a una eterna felicidad, la cual debemos finalmente conseguir guiados por la verdad y movidos por la virtud. Jesucristo es el único defensor de la justicia humana y el único consolador suavísimo del dolor humano, inevitable en esta vida; Él es el único que nos muestra el puerto de la paz, de la justicia y del gozo eterno, al cual todos los que hemos sido redimidos con la sangre divina es menester que lleguemos después de la peregrinación terrena.
Pero es deber de todos mitigar, suavizar y aliviar, en cuanto sea posible, las angustias, las miserias y las inquietudes que en esta vida padecen nuestros hermanos. La caridad puede remediar en alguna manera muchas de las injusticias sociales; pero no suficientemente. Ante todo es menester que se haga valer, que se imponga y se practique la justicia.

A este propósito queremos repetir (traduciéndolo del latín) lo que el año 1942, en la víspera de Navidad, dijimos ante el Sacro Colegio de Cardenales y demás Prelados reunidos: «La Iglesia, así como condenó los varios sistemas del socialismo que siguen la doctrina de Carlos Marx, de igual modo los condena hoy de nuevo, como lo exige su deber y como lo pide la salvación eterna de los hombres, que este modo sofistico de argumentar y estas instigaciones insidiosas ponen en grave peligro.
Pero la Iglesia no puede ignorar o dejar de percatarse que los obreros, en el esfuerzo por mejorar su condición, tropiezan con frecuencia contra cierto mecanismo que, lejos de ser conforme a la naturaleza, está en oposición con el orden establecido por Dios y con el fin que El ha señalado a los bienes terrenos. Por lo tanto, aunque los caminos y los modos que antes decíamos deban ser reprobados como perniciosísimos, ¿qué cristiano, qué sacerdote podrá permanecer sordo al grito que se levanta de lo profundo del alma y que, en un mundo creado por un Dios justo, pide justicia y convivencia fraterna de todos los hombres? Prescindir de ello, silenciarlo, sería una culpa injustificable delante de Dios; sería contrario a la doctrina del Apóstol, quien,
si inculca la necesidad de refutar los errores, enseña también que es necesario salir al encuentro de los descarriados con suma benignidad, y ponderar sus razones, fomentar su confianza y llenar sus anhelos.»

Fuente: S.S. Pío XII, Encíclica “Evangelii Praecones”, sobre el modo de promover la obra misional, Roma, 2 de Junio de 1951