Cómo prepararnos para la Sagrada Comunión (IV)

Posted by: Nycticorax

Jesus 07 (08)

Continuamos con la exposición del primer requisito para recibir bien la Comunión -pureza de conciencia- y de los dos pecados que máximamente se oponen a ella: el odio y la deshonestidad.

a) Libres de odio: Porque, cuanto a lo primero, este sacramento es sacramento de amor y de unión, porque en él participan los fieles un mismo alimento y un mismo espíritu, el cual hace a todos los fieles una misma cosa por amor.
Y para significar esto, dice San Agustín que Nuestro Señor instituyó este sacramento en tal género de cosas, que de muchas vienen a hacerse una, como son el vino y el pan, porque de muchos granos de trigo se hace el pan y de muchos granos de uva el vino; para dar a entender que el sacramento que en estas dos especies se administraba obraba este mismo efecto en los que lo recibían, que es hacer de muchos corazones un corazón, comunicando a todos ellos un mismo espíritu cuando lo reciben.

Pues siendo esto así, ¿qué cosa puede ser más contra razón que llegarse a recibir un sacramento de unión con corazón dividido? ¿Qué es esto sino pedir al cirujano que os cierre la herida y trabajar vos por otra parte por tenerla siempre abierta?
Pues no es menos contra razón llegarnos a recibir esta medicina espiritual, que tiene virtud de cerrar las llagas de los odios y malas voluntades y juntar en uno los corazones divididos, queriendo por otra parte resistir de propósito este beneficio y romper con particulares odios y disensiones la unión de la paz que esta medicina causa.
Pues el que quisiere evitar este inconveniente, no se atreva a llegar a esta mesa sin determinarse de poner por obra aquello que el Salvador nos encomendó diciendo:
Si ofrecieres tu ofrenda ante el altar y ahí se te acordare que tu hermano tiene alguna querella contra ti, deja la ofrenda a los pies del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y esto hecho, podrás volver a ofrecer tu don.

Pues con esta manera de satisfacción o con la determinación firme de ella, según el juicio del prudente confesor, debe el hombre llegarse a esta mesa celestial. Porque de otra manera está claro que le dirá el Señor del convite:
Amigo, ¿cómo entraste aquí sin tener ropa de bodas?, que es la virtud de la caridad, la cual, como dice el Apóstol, cubre la muchedumbre de los pecados. Y debe con mucha razón temer, como no tenga qué responder a esto, mande el Señor lo que se sigue, que es atarlo de pies y manos y echarlo en el fuego.

Fuente: Fray Luis de Granada O.P., Obra Selecta