Conviene mucho no apocar los deseos

Posted by: Laudem Gloriae

Santa Teresa de Jesús 03 (04)

Pues procúrese a los principios andar con alegría y libertad (…). Bien es andar con temor de sí para no se fiar poco ni mucho de ponerse en ocasión donde suele ofender a Dios, que esto [evitar las ocasiones] es muy necesario hasta estar ya muy enteros en la virtud, (…) siempre, mientras vivimos, aun por humildad, es bien conocer nuestra miserable naturaleza. Mas hay muchas cosas adonde se sufre [se puede, es lícito], como he dicho, tomar recreación aun para tornar a la oración más fuertes. En todo es menester discreción.

Tener gran confianza, porque
conviene mucho no apocar los deseos, sino creer de Dios que, si nos esforzamos, poco a poco, aunque no sea luego, podremos llegar a lo que muchos santos [llegaron] con su favor [con el favor de Dios]; que si ellos nunca se determinaran a desearlo y poco a poco a ponerlo por obra, no subieran a tan alto estado. Quiere Su Majestad y es amigo de ánimas animosas, como vayan con humildad y ninguna confianza de sí. Y no he visto a ninguna de éstas que quede baja en este camino; ni ninguna alma cobarde, con amparo de humildad, que en muchos años ande lo que estotros [estos otros] en muy pocos. Espántame lo mucho que hace en este camino animarse a grandes cosas; aunque luego no tenga fuerzas el alma, da un vuelo y llega a mucho, aunque como avecita que tiene pelo malo cansa y queda.

Otro tiempo traía yo delante muchas veces lo que dice San Pablo, que
todo se puede en Dios. En mí bien entendía no podía nada. Esto me aprovechó mucho, y lo que dice San Agustín: Dame, Señor, lo que me mandas, y manda lo que quisieres. Pensaba muchas veces que no había perdido nada San Pedro en arrojarse en la mar, aunque después temió. Estas primeras determinaciones son gran cosa, aunque en este primer estado es menester irse más deteniendo y atados a la discreción y parecer de maestro [confesor o director espiritual]; mas han de mirar que sea tal [el ‘maestro’], que no los enseñe a ser sapos, ni que se contente con que se muestre el alma a sólo cazar lagartijas . ¡Siempre la humildad delante, para entender que no han de venir estas fuerzas de las nuestras!

Mas es menester [necesario] entendamos cómo ha de ser esta humildad, porque creo el demonio hace mucho daño para no ir muy adelante gente que tiene oración, con hacerlos entender mal de la humildad, haciendo que nos parezca soberbia tener grandes deseos y querer imitar a los santos y desear ser mártires. Luego nos dice o hace entender que las cosas de los santos son para admirar, mas no para hacerlas los que somos pecadores.
Esto también lo digo yo; mas hemos de mirar cuál es de espantar [admirar] y cuál de imitar. Porque no sería bien si una persona flaca y enferma se pusiese en muchos ayunos y penitencias ásperas, yéndose a un desierto adonde ni pudiese dormir ni tuviese qué comer, o casas semejantes. Mas pensar que nos podemos esforzar con el favor de Dios a tener un gran desprecio de mundo, un no estimar honra, un no estar atado a la hacienda [bienes materiales]; que tenemos unos corazones tan apretados, que parece nos ha de faltar la tierra en queriéndonos descuidar un poco del cuerpo y dar al espíritu (…). De esto me pesa a mí, que tengamos tan poca confianza de Dios y tanto amor propio, que nos inquiete ese cuidado.
 
 Y es cosa muy cierta que mientras más vemos estamos ricos [en virtudes y dones del Señor], sobre conocer somos pobres, más aprovechamiento nos viene y aun más verdadera humildad. Lo demás es acobardar el ánimo a parecer  que no es capaz de grandes bienes, si en comenzando el Señor a dárselos comienza él a atemorizarse con miedo de vanagloria.
Creamos que quien nos da los bienes, nos dará gracia para que, en comenzando el demonio a tentarle en este caso, lo entienda, y fortaleza para resistir; digo, si andamos con llaneza delante de Dios, pretendiendo contentar sólo a El y no a los hombres.
Es imposible conforme a nuestra naturaleza a mi parecer tener ánimo para cosas grandes quien no entiende está favorecido de Dios. Porque somos tan miserables y tan inclinados a cosas de tierra, que mal podrá aborrecer todo lo de acá de hecho con gran desasimiento quien no entiende tiene alguna prenda de lo de allá. Porque con estos dones es adonde el Señor nos da la fortaleza que por nuestros pecados nosotros perdimos. Y mal deseará se descontenten todos de él y le aborrezcan y todas las demás virtudes grandes que tienen los perfectos, si no tiene alguna prenda del amor que Dios le tiene, y juntamente fe viva.

 Fuente: Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida, Cap. X y XIII