El modernismo práctico de los católicos mistongos
Posted by: Ioseph
“Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?”
Sabido es que, del intento de cruzar el espíritu cristiano con el espíritu del mundo, surge la nociva corriente llamada modernismo, tantas veces condenada por la Iglesia. Hoy la vemos invadir por doquier los ambientes católicos en sus dos vertientes, una que podríamos llamar doctrinal y otra práctica.
De la mezcla de la doctrina católica con la concepción mundana de las cosas surge el modernismo doctrinal, peligrosa peste que ha infestado la fe de gran parte de los católicos. Mas cuando lo que se intenta mezclar es el modo de comportarse del católico con el del mundano, entonces nos hallamos en presencia de lo que aquí llamaremos modernismo práctico, contra el cual no solemos estar tan prevenidos.
En efecto, sucede que, incluso en nuestros ambientes, entre quienes procuramos conservar la pureza de la fe transmitida por la Iglesia, nuestra vida práctica conserva mucho del espíritu del mundo, lo cual explica la esterilidad crónica de nuestros intentos apostólicos. Pues así como de la cruza de las especies de caballo y burro sólo se obtiene una raza estéril, cual es la mula, del mismo modo la mixtura de cristianismo y mundanidad da como resultado un catolicismo mistongo (usando la expresión del P. Castellani), impotente para transmitir la fe de Cristo.
Dice el Señor que nuestra luz debe brillar de tal modo entre los hombres que, viendo ellos nuestras buenas obras, glorifiquen al Padre celestial. Los efectos que deberían producir nuestras obras en el entorno tendrían que asemejarse a los del agua, la cual, al empapar la tierra, la fecunda, vitaliza y reverdece. ¿Cómo es, entonces, que nuestros ambientes permanecen siempre tan áridos? Quizás ocurre que nuestra vida no tiene mayor parecido con el agua que en lo de ser incolora, inodora e insípida. Sobre todo insípida, carente del sabor propio del obrar del verdadero cristiano, impregnado del espíritu de Cristo. ¡Y pensar que el Señor nos ha llamado a ser la sal de la tierra!
“Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Para nada vale ya, sino para que, tirada fuera, la pisen los hombres” (Mt 5, 13). Tremendas palabras de Cristo que nos impelen a un profundo examen de conciencia: ¿son auténticamente cristianos: mi manera de hablar, mis gestos, mi trato con los demás, mi modo de vestir, las fiestas a las que asisto y las que organizo, el uso que hago de los medios electrónicos, lo que miro en la televisión, la música que escucho o bailo, mi modo de divertirme, las conversaciones que promuevo o tolero, los lugares a los que asisto, etc.?
Da la impresión de que nos contentamos con no ser “como los mundanos de hoy”. Todo nuestro testimonio cristiano se reduce a ser mundanos de vagón de cola. Ciertamente nuestro modo de vivir no es el de los mundanos de primera línea, pero somos meros mundanos retrógrados, mundanos como los de hace dos décadas. ¡Y esto nos parece un gran triunfo! No nos damos cuenta de que, quien se sube al tren que lleva a Buenos Aires, termina en Buenos Aires, y poco cambia si sube en el primer vagón o en el vagón de cola.
-¡Pero si la música que escucho es de hace quince años!
-¿Y por eso es buena? Además, ¿cuál será la que escuches dentro de otros quince?
El error consiste en tomar la moda, y no a Cristo, como medida de todas las cosas. Nuestra noble misión no se reduce a un triste ir un paso atrás de la moda cambiante y decadente, sino en convertirnos en auténticos “otros Cristos”, el cual es el mismo hoy que ayer, y para siempre.
Ioseph