Profetas verdaderos y falsos

Posted by: Lotario de Segni

Profeta Elías 01 (01)

Profeta es una voz griega, y designa al que habla por otro, o sea en lugar de otro; equivale por ende, en cierto sentido, a la voz “intérprete” o “vocero”.
En el hebreo se designa al profeta con dos nombres muy significativos: el primero es “nabí” que significa “extático”, “inspirado”, a saber por Dios. El otro nombre es “roéh” o “choséh” que quiere decir “el vidente”, el que ve lo que Dios le muestra en forma de visiones, ensueños, etc. Ambos nombres expresan la idea de que el profeta es un instrumento de Dios, hombre de Dios que no ha de anunciar su propia palabra sino la que el Espíritu de Dios le sopla e inspira.

El profeta auténtico subraya el sentido de la profecía mediante su manera de vivir, llevando una vida austera, un vestido áspero, un saco de pelo con cinturón de cuero, viviendo solo y aun célibe, como Elías, Eliseo y Jeremías.
Sin embargo, no faltaba en Israel la peste de los falsos profetas. El profeta de Dios se distingue del falso por la veracidad y por la fidelidad con que transmite la Palabra del Señor. Aunque tiene que anunciar a veces cosas duras: “cargas”; está lleno del Espíritu del Señor, de justicia y de constancia, para decir a Jacob sus maldades y a Israel su pecado (Miq. 3,8). El falso, al revés, se acomoda al gusto de su auditorio, habla de “paz”, es decir, anuncia cosas agradables, y adula a la mayoría, porque esto se paga bien. El profeta fiel es universal, predica a todos, hasta a los sacerdotes; el falso, en cambio, no se atreve a decir la verdad a los poderosos, es muy nacionalista, por lo cual no profetiza contra su propio pueblo ni lo exhorta al arrepentimiento.

Por eso los verdaderos profetas tenían adversarios que los perseguían y martirizaban; los falsos, al contrario, se veían rodeados de amigos, protegidos por los reyes y obsequiados con enjundiosos regalos. Siempre será así: el que predica los juicios de Dios, puede estar seguro de encontrar resistencia y contradicción, mientras aquel que predica
“lo que gusta a los oídos” (II Tm. 4,3) puede dormir tranquilo; nadie lo molesta; es un orador famoso. Tal es lo que está tremendamente anunciado para los últimos tiempos, los nuestros.

Jesús nos previene amorosamente, como Buen Pastor, para que nos guardemos de tales falsos profetas y falsos pastores, advirtiéndonos que los conoceremos por sus frutos (Mt. 7,16). Para ello los desenmascara en el almuerzo del fariseo (Lc. 11,37-54) y en el gran discurso del Templo (Mt. 23), y señala como su característica la hipocresía (Lc. 12,1), esto es, que se presentarán no como revolucionarios antirreligiosos, sino como “lobos con piel de ovejas” (Mt. 7,15). Su sello será el aplauso con que serán recibidos (Lc. 6,26), así como la persecución será el sello de los profetas verdaderos (Lc. 6, 22 ss.).

Fuente: Mons. Dr. Juan Straubinger, La Santa Biblia, traducción directa de los textos primitivos, Introducción a los Libros Proféticos, pag. 869, La Plata, 1951