Santidad Argentina (XXVI)

Posted by: Corim

Vble María Crescencia Pérez 11 (12)

Beata María Crescencia Pérez. Decimotercera parte.

En la entrega anterior hemos considerado y tomado ejemplo de la vida eminentemente Eucarística de Sor Crescencia, y su deseo ardiente de cumplir en todo con la Voluntad de Dios que se le manifestaba principalmente bajo la figura de sus superioras.
Hoy vamos a seguir considerando este punto de la Voluntad de Dios en María Crescencia que, si bien toda su vida se caracterizó por hacer lo que era grato al querer Divino, así también en todo lo que rodeó su muerte la nueva Beata dio muestras de docilidad a lo que Dios en su Amor providente había decidido.

Vamos a comenzar a citar textualmente de la madre superiora, Sor Ludovica Bonoris, quien estuvo al lado de María Crescencia en el instante de su partida para el Cielo. Lo haremos en varios capítulos para que no sea muy extenso el relato.
“Nuestra querida hermana María Crescencia ha volado al Cielo, ayer (20 de mayo de 1932), a las 18 horas, dejándonos a todas las que la rodeábamos impresiones celestiales. Nunca había asistido a una muerte tan preciosa como la que me tocó ver en esta querida Hermana.”
“Tres días antes de su muerte, Crescencia vio venir a su pieza a Nuestro Santo Padre Fundador (San Antonio María Gianelli) sonriendo y en actitud de acercarse a ella. Le renovó sus visitas. Y en la noche anterior al día de su muerte, nos dijo la Hermana que el Padre Fundador había estado a su lado rezando por ella...”
“El viernes 20 de mayo, último día de su existencia, mirando el cuadro de la Santísima Virgen, vio que ésta se movía en actitud de bendecirla, y al Niño Jesús que, acariciado por la Santísima Virgen, se desprendía de sus brazos y venía hacia ella. Llena de celestial alegría, nos decía a las Hermanas que estábamos allí arrodilladas, que miráramos a la Santísima Virgen que nos bendecía. Y como estaba ya extenuada y sin fuerzas, nos pidió que le sostuviéramos el brazo para recibir la bendición de la Virgen. En estos coloquios con la Virgen y el Niño estuvo hasta la una de la tarde.”

Por hoy dejamos aquí el relato de la Madre Ludovica. Pero para terminar esta entrega vamos a citar un fragmento de una carta de Sor Crescencia a su familia con ocasión de la Navidad y que hoy nos dice también a nosotros:
“...que el Niño de Belén los colme con sus más preciosas gracias y bendiciones celestiales y les conceda un feliz término de año y empiecen el año nuevo con mucha alegría y felicidad y sobre todo pidamos al Divino Niño que el año que comienza lo aprovechemos para santificar nuestras almas.”