La unión de nuestro corazón con el de Jesús

Fragmento:

“El alma que desea amar a Dios verdaderamente debe unirse al Corazón de Jesús, en el cual encontrará la fuente de ese amor.”

— San Juan Eudes, El Reino de Jesús.

Reflexión:

Unidos al Corazón de Jesús, aprendemos a amar bien: a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como Él lo ama. Hoy, digámosle: “Corazón de Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo”.

Reparar por las ofensas al Sagrado Corazón

Fragmento:

“He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres… y en cambio no recibe sino ingratitudes.”

— Revelación del Señor a Santa Margarita María de Alacoque.

Reflexión:

El Corazón de Jesús sufre por la frialdad de muchos. La devoción verdadera implica consolarlo, amarlo, y ofrecerle reparación. Hoy, hagamos un acto de amor y de reparación, uniendo nuestras penas a su Corazón herido.

El amor que vence al mundo

Fragmento:

“El amor de Cristo nos urge.”

— 2 Corintios 5, 14.

Reflexión:

No es el miedo, ni la obligación, sino el amor el que mueve al alma a obrar grandes cosas para Dios. Cuando el amor arde, todo se vuelve posible. Hoy, ofrezcamos nuestras obras, aun las pequeñas, por amor al Corazón de Jesús.

La mansedumbre del Corazón de Cristo

Fragmento:

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.”

— Cfr. Mateo 11, 29.

Reflexión:

La mansedumbre no es debilidad, sino dominio interior y fuerza paciente. Imitar al Corazón de Jesús es aprender a responder con suavidad donde hay aspereza, y a soportar sin amargura. Hoy, dejemos que su ejemplo nos transforme.

El Corazón de Jesús, remedio para las almas tibias

Fragmento:

“El tibio se desagrada de Dios, y Dios se desagrada de él.”

— Cfr. Apocalipsis 3, 16.

Reflexión:

El tibio no odia a Dios, pero tampoco le ama con fervor. Es un alma que vive a medias. El remedio es el fuego del Corazón de Jesús, que arde de amor y desea encendernos con su caridad. Hoy, pidamos que renueve en nosotros el fervor perdido.