El silencio fecundo

Fragmento:

“En la tranquilidad y en la confianza estará vuestra fortaleza.”

— Cfr. Isaías 30, 15.

Reflexión:

El alma que calla para escuchar a Dios se fortalece. El silencio no es vacío, sino un espacio donde la voz divina se hace clara. En medio del ruido del mundo, aprender a callar es aprender a vivir en la presencia de Dios, dejando que su palabra nos sostenga y nos guíe.

El silencio fecundo del alma

Fragmento:

“El silencio es guardián de la vida interior.”

— San Doroteo de Gaza, Instrucciones espirituales.

Reflexión:

Callar no es reprimir, sino custodiar. En el silencio, el alma madura, escucha a Dios y discierne su voluntad. Hoy, busquemos momentos de silencio profundo, no solo exterior, sino interior, para dejar espacio a la gracia que actúa sin ruido.