La inquietud del corazón

Fragmento:

“Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.”

— San Agustín, Confesiones, I, 1.

Reflexión:

Todo anhelo humano es, en el fondo, sed de Dios. Buscamos la felicidad en mil cosas, pero sólo en Él hallamos reposo. Reconocer esta verdad es el primer paso para ordenar nuestra vida hacia su fin último.

La oración por los pecadores

Fragmento:

“Lloraba y oraba por mí, para que tú me iluminaras.”

— San Agustín, Confesiones, III, 11 (sobre Santa Mónica).

Reflexión:

La perseverancia de Santa Mónica en la oración por su hijo es ejemplo de fe inquebrantable. Ninguna súplica por la conversión de un alma cae en saco roto. Dios escucha las lágrimas de quienes aman de verdad.

La limosna que agrada a Dios

Fragmento:

“La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado.”

— Cfr. Tobías 12, 9.

Reflexión:

La caridad material, hecha con amor y discreción, es un perfume que sube hasta Dios. No se mide por la cantidad, sino por el corazón que da. Quien socorre al pobre, toca a Cristo mismo.

El fruto de la paciencia

Fragmento:

“Por vuestra paciencia salvaréis vuestras almas.”

— Lucas 21, 19.

Reflexión:

La paciencia es una victoria interior: nos preserva del desaliento, de la ira y de la impaciencia que roba la paz. El que espera en Dios nunca queda defraudado, porque Él obra en su tiempo y de la mejor manera.