El celo por las almas

Fragmento:

“El que hiciere volver a un pecador del error de su camino, salvará su alma de la muerte.”

— Santiago 5, 20.

Reflexión:

El celo apostólico es fruto del amor a Dios y al prójimo. No es intrusión, sino caridad ardiente que busca el bien eterno del otro. Un alma vale más que todo el universo, y rescatarla es un acto que alegra al cielo entero.

La caridad como sello del cristiano

Fragmento:

«Si no tengo caridad, nada soy.»

— Cfr. 1 Corintios 13, 2.

Reflexión:

Las obras más brillantes carecen de valor si no nacen del amor a Dios y al prójimo. Hoy, pidamos al Señor un corazón encendido de caridad que se traduzca en obras concretas de bien.

La verdadera sabiduría

Fragmento:

«El temor del Señor es el principio de la sabiduría.»

— Cfr. Salmo 110, 10 (Vulgata).

Reflexión:

Saber mucho no basta si no se teme a Dios. La verdadera sabiduría consiste en conocer, amar y servir a Dios sobre todas las cosas. Hoy, renovemos nuestro deseo de vivir con esta mirada sobrenatural, buscando agradarle en todo.

La caridad que transforma

Fragmento:

«La caridad es el vínculo de la perfección.»

— Cfr. Colosenses 3, 14.

Reflexión:

Amar de verdad es buscar el bien del otro por amor a Dios. La caridad une los corazones, suaviza los roces y transforma la vida. Hoy, hagamos una obra de caridad silenciosa, pensando solo en agradar a Cristo.

Pureza

Fragmento:

«La pureza del cuerpo es ornamento del alma.»

— San Juan Crisóstomo, Homilía sobre el Génesis.

Reflexión:

La virtud de la pureza no es sólo una abstención de actos impuros, sino una disposición del alma para reflejar la belleza de Dios. El corazón puro ve a Dios (Mt 5, 8), porque ha aprendido a ordenar los afectos según la verdad. En un mundo que exalta el desorden, la pureza es una luz que guía y ennoblece el alma cristiana.