La oración perseverante

Fragmento:

“Es necesario orar siempre y no desfallecer.”

— Cfr. Lucas 18, 1.

Reflexión:

La oración es como el aliento del alma: sin ella, el espíritu desfallece. Perseverar, incluso cuando parece que Dios calla, es prueba de fe y confianza en su amor providente.

La fortaleza en la debilidad

Fragmento:

“Cuando soy débil, entonces soy fuerte.”

— Cfr. 2 Corintios 12, 10.

Reflexión:

La verdadera fuerza no está en la autosuficiencia, sino en reconocer nuestra fragilidad y apoyarnos en Dios. Su gracia se manifiesta con más claridad en quienes confían humildemente en Él.

La fortaleza del justo

Fragmento:

“El justo florecerá como la palma.”

— Cfr. Salmo 91, 13.

Reflexión:

La firmeza del justo proviene de su arraigo en Dios. Aunque soplen tempestades, permanece en pie porque sus raíces están puestas en la fe. La vida virtuosa es fruto de esta confianza profunda.

La misericordia que sostiene

Fragmento:

“Jesús, en Ti confío.”

— Santa Faustina Kowalska.

Reflexión:

Aunque nuestra vida esté llena de debilidades, basta dirigir la mirada a la misericordia de Cristo. Su amor es más grande que cualquier miseria, y su Corazón siempre se abre a quien lo invoca con confianza.

El camino de la confianza

Fragmento:

“Que vuestra confianza sea sin límites en la bondad de Dios.”

— Santa Teresita del Niño Jesús.

Reflexión:

La pequeña vía de Santa Teresita nos enseña que la santidad no está reservada a grandes obras, sino a quienes se confían plenamente en el amor del Padre. Abandonarse con sencillez en las manos de Dios es vivir en la seguridad de que su bondad nos guía siempre.

La fe que mueve montañas

Fragmento:

“Si tuvierais fe como un grano de mostaza…”

— Cfr. Mateo 17, 20.

Reflexión:

La fe, aunque pequeña, es poderosa porque se apoya en el Dios todopoderoso. Confiar en Él de verdad abre caminos donde parecía no haberlos, y permite afrontar lo imposible con serenidad.