El Corazón de Jesús, consuelo en las penas

Fragmento:

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.”

— Mateo 11, 28.

Reflexión:

Jesús no promete quitarnos la cruz, pero sí llevarla con nosotros. Su Corazón nos comprende y nos sostiene. Hoy, pongamos en sus manos nuestras penas, y repitamos con fe: “Jesús, en vos confío”.

La caridad que nos hace semejantes a Cristo

Fragmento:

“La caridad es el vínculo de la perfección.”

— Cfr. Colosenses 3, 14.

Reflexión:

La caridad es el signo por el cual se reconoce a los verdaderos discípulos de Cristo. Hoy, procuremos amar no solo con palabras, sino con hechos y en verdad, especialmente con quienes nos cuesta más.

La paz del que ama a Dios

Fragmento:

“Perfecta paz tienen los que en ti esperan.”

— Cfr. Isaías 26:3.

Reflexión:

La paz no se encuentra en el mundo, sino en Dios. Quien espera en Él y se abandona a su amor goza de esa paz que nada ni nadie puede quitar. Hoy, renovemos nuestra confianza y descansemos en su Corazón.

El Corazón de Jesús, fuente de gracias

Fragmento:

“Vendrán a sacar agua con gozo de las fuentes del Salvador.”

— Isaías 12, 3.

Reflexión:

El Corazón de Jesús es manantial inagotable de gracia y misericordia. Hoy, acerquémonos con confianza a esa fuente: en la oración, en la Eucaristía, en el ofrecimiento de las obras del día, para beber de su amor.

La fuerza del amor reparador

Fragmento:

“Un solo acto de amor puro es más agradable a Dios que todas las demás obras juntas.”

— San Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor, nº 61.

Reflexión:

El amor, cuando es sincero y puro, repara las ofensas y consuela al Corazón de Cristo. Hoy, hagamos un acto de amor oculto y generoso: un sacrificio, un silencio, un servicio, ofrecido solo por Él.