La paz del alma recogida

Fragmento:

“El que ama la soledad, se libra de muchas ocasiones; y hallará en la celda lo que muchas veces perdería fuera de ella.”

— Tomás de Kempis, “Imitación de Cristo”, I, 20.

Reflexión:

El recogimiento interior, cultivado incluso en medio del bullicio, permite al alma vivir en paz y mantener la unión con Dios. La soledad buscada para Dios no es huida del mundo, sino elección de lo esencial. En el silencio del alma recogida, el Señor habla al corazón.

El deseo de Dios

Fragmento:

“El alma que ama a Dios se entrega toda a Él, y no se guarda nada para sí.”

— San Alfonso María de Ligorio, “Práctica del amor a Jesucristo”, cap. 1.

Reflexión:

Amar a Dios verdaderamente implica una entrega sin reservas. El alma que se guarda algo para sí, aún no ha comprendido la total donación del Amor divino. Cada día es una nueva oportunidad para entregarse más: en el deber cumplido, en la oración sincera, en la caridad concreta. El amor no se mide en palabras, sino en renuncias.

La oración que todo lo alcanza

Fragmento:

«La oración es poderosa para alcanzar todo lo que no podemos por nuestras fuerzas.»

— San Alfonso María de Ligorio, El gran medio de la oración.

Reflexión:

En la oración encontramos la llave de todas las gracias. Dios lo quiere dar todo, pero quiere que lo pidamos. Hoy, hagamos oración confiada, sabiendo que nada hay imposible para el Señor.

Desprendimiento

Fragmento:

«El alma demasiado apegada a los bienes de este mundo no puede elevarse a los bienes celestiales.»

— San Alfonso María de Ligorio, Práctica del amor a Jesucristo.

Reflexión:

El corazón dividido no puede ser completamente de Dios. El desapego no es desprecio de las cosas, sino su uso ordenado y subordinado a lo eterno. Aprender a vivir con libertad interior frente a los bienes materiales nos prepara para vivir con plenitud la vida del espíritu, donde Dios es el único bien necesario.