Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día octavo

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA OCTAVO

Otra pena, en extremo amarga para aquellas benditas almas, es el pensar que durante su vida usó Dios con ellas de muchas misericordias especiales que no tuvo con los demás, y ellas con sus pecados le obligaron a que las condenara, aunque después por su misericordia las haya perdonado y salvado, viéndolas arrepentidas.
Mírame aquí, ¡oh Dios mío! Yo soy uno de aquellos ingratos que después de haber recibido de Ti tantas gracias, he despreciado tu amor y te he obligado a condenarme. Gracias te doy por la misericordia y paciencia que has tenido en esperarme, me arrepiento con toda mi alma de haberte ofendido, y propongo la enmienda con tu gracia. Ten piedad de mí y de aquellas benditas almas que habiendo podido llegar a un alto grado de perfección en la tierra, merecen ahora estar más tiempo en el Purgatorio por sus continuas infidelidades a los llamamientos de tu gracia.
Y Tú, Virgen fidelísima, interpone tus méritos en su favor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria
 

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

Santos Ampliado, Urbano y Narciso

Santos Ampliado, Urbano y Narciso

San Ampliado

Ampliado fue uno de los discípulos de San Pablo y es mencionado en la Epístola a los Romanos (Rom. 16, 8). San Pablo se refiere a él como “mi amado en el Señor,” una muestra de la estima que le tenía, así como de su cercanía en la misión de difundir el Evangelio. Aunque se conoce poco sobre su vida y actividad específica, las tradiciones antiguas mencionan que fue obispo de la Iglesia primitiva en la región de los Balcanes, en la ciudad de Varna (la actual Bulgaria). Según la tradición, sufrió el martirio por su fe, y desde entonces es recordado por su entrega y fidelidad a Cristo. Su nombre en el Martirologio Romano da testimonio de su consagración al servicio de la Iglesia en los primeros tiempos del cristianismo.

San Urbano

San Urbano también fue discípulo de los apóstoles, y, al igual que Ampliado, es mencionado en la Epístola a los Romanos (Rom. 16, 9), donde San Pablo le llama “colaborador en Cristo.” Esta breve referencia permite vislumbrar su labor apostólica, posiblemente junto a San Pablo, extendiendo la fe entre las primeras comunidades cristianas. Según tradiciones hagiográficas, fue obispo en Macedonia y, como muchos de los primeros discípulos, enfrentó la persecución y murió mártir. Su ejemplo inspira por su fidelidad a la misión apostólica y su sacrificio en defensa de la fe.

San Narciso

San Narciso también aparece mencionado en la Epístola a los Romanos (Rom. 16, 11). Aunque la información sobre él es escasa y su historia se mezcla con la tradición oral, se le reconoce como un cristiano ejemplar en Roma, miembro de la comunidad cristiana primitiva y, según algunas fuentes, víctima de las persecuciones. San Narciso representa a aquellos cristianos que, sin ser parte de los círculos apostólicos principales, entregaron su vida por Cristo y perseveraron en su testimonio hasta el final.

Estos tres santos muestran la dedicación y la valentía de los primeros cristianos, quienes, a pesar de la persecución, mantuvieron su fe y ayudaron a cimentar las bases de la Iglesia. La memoria de Ampliado, Urbano y Narciso en el Martirologio Romano es un reconocimiento a su vida y testimonio, así como una inspiración para la fidelidad cristiana en todas las épocas.

La Devoción a la Santísima Virgen María

Fragmento:

“En María encontramos el modelo perfecto de la fe y la santidad. Ella nos guía hacia su Hijo y nos muestra cómo vivir con humildad, entrega y amor. Aquellos que acuden a María con confianza no quedarán desatendidos, pues ella es la Madre de la misericordia.”

— San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, cap. 1.

Reflexión:

La devoción a la Virgen María nos acerca más a Jesucristo. Ella, como Madre, nos acoge, nos protege y nos guía por el camino de la santidad. Al acudir a María, encontramos consuelo en nuestras penas y fuerza para seguir adelante. Hoy, acerquémonos a la Virgen con amor filial, pidiéndole que nos lleve siempre de la mano hacia su Hijo.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día séptimo

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA SÉPTIMO

Aumentan también las penas de aquellas benditas almas todos los beneficios particulares que recibieron de Dios, como el haber recibido el bautismo, el haber nacido en país católico, el haberles esperado Dios a penitencia y alcanzar el perdón de sus pecados tantas veces; porque todos esos favores les hacen conocer mejor la ingratitud con que han correspondido a Dios.
Pero, ¡Dios mío! ¿quién ha sido más ingrato que yo? Tú me has esperado con tanta paciencia, me has perdonado tantas veces con amor, y yo, después de tantas promesas, te he vuelto a ofender. No me arrojes al infierno porque te quiero amar y allí no podría hacerlo. Ten lástima de mi alma y piedad de las del Purgatorio, que por sus muchas culpas se han hecho menos acreedoras a tu misericordia.
Y Tú, oh Madre de misericordia, mitiga con tu poder sus sufrimientos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

San Alonso Rodríguez

San Alonso Rodríguez nació en Segovia, España, el 25 de julio de 1532. Su vida es un testimonio de fidelidad a Dios en medio de grandes pruebas, tanto personales como espirituales. Desde joven, Alonso vivió en un entorno de fe, y recibió su primera educación de San Pedro de Alcántara y San Juan de Ávila, quien preparó a Alonso para la Primera Comunión. A pesar de estos buenos comienzos, su vida no fue fácil ni exenta de dificultades.

Vida familiar y dificultades tempranas

Alonso quedó huérfano de padre a una edad temprana, lo cual lo obligó a ayudar a su madre en la administración del negocio familiar. Más adelante, contrajo matrimonio y formó una familia, pero su esposa y sus hijos fallecieron en un corto periodo, dejándolo solo y sumido en una profunda tristeza. Esta serie de pérdidas familiares fue una prueba severa, pero Alonso se sostuvo en la fe y comenzó a considerar más seriamente su vocación religiosa, buscando en Dios el consuelo y la orientación que tanto necesitaba.

Vocación religiosa y entrada en la Compañía de Jesús

A los 40 años, tras la muerte de sus seres queridos, sintió un fuerte llamado a consagrarse completamente a Dios. Intentó ingresar en la Compañía de Jesús, pero inicialmente fue rechazado debido a su avanzada edad y falta de estudios formales. Sin embargo, Alonso insistió con humildad y perseverancia, y finalmente fue aceptado en el noviciado de la Compañía de Jesús en Valencia como hermano coadjutor, en 1571.

Alonso fue destinado a la residencia de los jesuitas en Mallorca, donde pasaría el resto de su vida. Fue designado portero del colegio de Montesión, un cargo aparentemente sencillo, pero que él asumió con total devoción y entrega. Allí, a través de su puesto en la portería, tuvo contacto con personas de todas las clases sociales, a quienes atendía con una caridad profunda y con el mismo respeto, viendo en cada uno a Jesucristo.

Vida de oración y misticismo

Aunque desempeñaba una labor humilde, Alonso Rodríguez vivió una profunda vida de oración y penitencia. Su humildad y espíritu de mortificación le permitieron alcanzar una gran unión con Dios. Pasaba horas en oración, especialmente en contemplación de la Pasión de Cristo y de la Virgen María. A lo largo de su vida, experimentó diversos fenómenos místicos, como éxtasis y visiones, que eran expresión de su amor y devoción a Dios.

Entre sus amistades espirituales se cuenta a San Pedro Claver, quien también fue hermano jesuita. San Alonso fue una gran influencia para él, alentándolo a dedicar su vida a la evangelización y al servicio de los esclavos en las colonias. Así, su vida de servicio y oración dio frutos mucho más allá de la portería que ocupaba.

Muerte y legado

San Alonso Rodríguez falleció el 31 de octubre de 1617 en Mallorca, en el colegio donde había servido con tanta humildad y entrega. Fue beatificado en 1825 por el Papa León XII y canonizado en 1888 por el Papa León XIII. Su fiesta se celebra el 30 de octubre en el martirologio romano, y su ejemplo sigue siendo una fuente de inspiración para quienes desean vivir una vida de humildad, fidelidad y amor a Dios en medio de las labores cotidianas.

San Alonso Rodríguez es especialmente recordado por su humildad, su obediencia, su vida de oración constante y su amor por la penitencia. Es un modelo de santidad para todos los que buscan a Dios en medio de una vida sencilla y oculta, mostrando que, con la gracia divina, hasta las labores más ordinarias pueden ser un camino de santidad.

La Pureza del Corazón

Fragmento:

“Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. La pureza del corazón no se limita solo a la castidad, sino que implica un corazón libre de apegos desordenados y de todo aquello que nos aparta de Dios.”

— San Bernardo de Claraval, Sermón sobre las bienaventuranzas, cap. 5.

Reflexión:

La pureza del corazón es una virtud que nos permite ver a Dios en nuestras vidas y en el mundo. Un corazón puro es aquel que no se deja llevar por el egoísmo ni por las pasiones desordenadas, sino que busca agradar a Dios en todo. Hoy, pidamos la gracia de la pureza de corazón, para que nuestras intenciones, pensamientos y deseos estén siempre alineados con la voluntad de Dios.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día sexto

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA SEXTO

Cuanto mayor es el consuelo que aquellas benditas almas les causa el recuerdo de la Pasión de Jesucristo, por cuya virtud se salvaron, y del Santísimo Sacramento del Altar, que les proporcionó y aún les proporciona tantas gracias, por medio de misas y comuniones tanto más les atormenta el pensamiento de no haber correspondido en vida a estos dos grandes beneficios del amor de Jesucristo.
¡Oh Dios mío! Tú moriste también por mí, y te has dado muchas veces a mí en la sagrada comunión, y yo siempre te he correspondido con negra ingratitud; más ahora te amo sobre todas las cosas, ¡oh Supremo Bien mío! me arrepiento muy de todo corazón de haberte ofendido y con tu gracia propongo la enmienda. Dámela Señor, y ten piedad de mí y de las almas que arden en el fuego del Purgatorio por la poca estima que hicieron de tu dolorosa pasión y por las comuniones omitidas por negligencia, o hechas con tibieza.
Y Tú, oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, intercede por ellas para que obtengan el perdón.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios y Madre mía!, socórrelas con tu poder y abrevia el tiempo que las separa de la eterna posesión de Dios. 
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz.Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

San Narciso, Patriarca de Jerusalén

San Narciso, Patriarca de Jerusalén

Nacimiento y primeros años

San Narciso nació aproximadamente en el siglo II, alrededor del año 100, aunque la fecha exacta no se conoce con certeza. Sus primeros años son poco conocidos, y la mayor parte de la información que se tiene de su vida proviene de las crónicas de la Iglesia y de la historia eclesiástica de Eusebio de Cesarea. Este santo vivió en una época en la que el cristianismo aún era perseguido, y las comunidades cristianas se enfrentaban a muchos desafíos, tanto internos como externos.

Patriarca de Jerusalén

Narciso fue elegido Patriarca de Jerusalén alrededor del año 180. Se le considera el trigésimo obispo de esa sede, que entonces era muy venerada por ser la ciudad donde murió y resucitó nuestro Señor Jesucristo. En una época en la que la Iglesia de Jerusalén gozaba de un prestigio especial debido a su relación con los orígenes del cristianismo, el Patriarca ocupaba un lugar importante como guía espiritual y defensor de la fe en medio de los conflictos doctrinales y las persecuciones.

Virtudes y dones

San Narciso era conocido por su santidad de vida y por los dones extraordinarios que Dios le había concedido. Eusebio de Cesarea relata que Narciso realizó varios milagros, uno de los cuales fue la conversión milagrosa del agua en aceite para iluminar las lámparas de la Iglesia durante la celebración de la Pascua, cuando el aceite necesario había escaseado. Este milagro fortaleció la fe de muchos en la comunidad cristiana de Jerusalén, y Narciso se ganó la admiración y el respeto de sus contemporáneos.

Su vida era un testimonio constante de virtud, caracterizándose por la oración, el ayuno y la caridad. Se sabe que era un hombre de vida austera, dedicado por completo a la oración y al servicio de su grey. Este ejemplo de vida ascética fue especialmente inspirador para los cristianos de la época, que vivían en un ambiente de persecución y debían mantener la firmeza en la fe.

Persecución y calumnias

Sin embargo, a pesar de su vida intachable, fue objeto de calumnias por parte de algunos malintencionados que querían desacreditarlo. Según la historia eclesiástica, fue falsamente acusado de crímenes graves. Sus detractores llegaron a jurar solemnemente que sus acusaciones eran ciertas, invocando terribles maldiciones sobre sí mismos si mentían. La providencia divina se manifestó de manera impresionante, ya que los que lo acusaban sufrieron después diversas calamidades, lo cual fue visto como una señal de la inocencia de Narciso.

Ante estas calumnias y el sufrimiento que le causaban, San Narciso decidió retirarse a la soledad para llevar una vida de penitencia y oración, dejando el cargo de Patriarca. Durante su retiro, vivió como un anacoreta, dedicando sus días a la contemplación y a la comunión con Dios en lugares apartados.

Regreso a Jerusalén y último período de su vida

Mientras San Narciso vivía en soledad, la Iglesia de Jerusalén nombró a varios obispos para sucederle, pero ninguno alcanzó la estabilidad en el cargo, pues Dios tenía planeado otro destino para Narciso. Finalmente, después de muchos años de retiro, fue hallado por algunos fieles que le convencieron de regresar a Jerusalén. Narciso, ya anciano, con cerca de 120 años, aceptó volver a asumir la guía de su amada comunidad.

A su regreso, fue recibido con gran alegría por los cristianos, quienes reconocieron su santidad y su fidelidad a la Iglesia. Junto a Alejandro de Capadocia, quien también había sido nombrado obispo de la región, trabajó para fortalecer la Iglesia en Jerusalén, consolidando la fe de los cristianos y contribuyendo a la unidad y la paz en la comunidad.

Muerte y legado

San Narciso falleció en una edad avanzada, probablemente a los 120 años, alrededor del año 212. Su longevidad fue vista como un signo de la bendición divina, y su muerte fue muy sentida por la Iglesia de Jerusalén, que siempre lo consideró un padre y pastor ejemplar. Fue venerado desde entonces como un santo, y su nombre se inscribió en el Martirologio Romano, donde se le conmemora el 29 de octubre.

Milagros y veneración posterior

La tradición ha conservado algunos de sus milagros como un testimonio de su santidad. La Iglesia ha visto en San Narciso un ejemplo de paciencia en la persecución, de entrega a la voluntad divina y de amor profundo por la oración y la penitencia. Su vida fue una inspiración para los obispos y fieles que vinieron después, especialmente en Jerusalén, donde fue considerado uno de los pilares de la Iglesia local.

Aunque su culto no alcanzó la universalidad de otros santos, su memoria se ha mantenido en Oriente y en Occidente, especialmente en Jerusalén, donde se considera uno de los primeros padres de la Iglesia. Su ejemplo de perseverancia y de paciencia ante las pruebas sigue siendo un modelo para los cristianos, que encuentran en él un ejemplo de pastor que se sacrifica por su rebaño y que confía plenamente en la justicia de Dios.

La Obediencia

Fragmento:

“La obediencia es la más perfecta de las virtudes, porque a través de ella conformamos nuestra voluntad a la de Dios. Quien obedece de corazón, muestra que ama a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre su propio deseo y juicio.”

— San Benito de Nursia, Regla de los Monjes, cap. 5.

Reflexión:

La obediencia es el camino seguro hacia la santidad, pues nos lleva a someternos a la voluntad de Dios, aun cuando no comprendamos por completo sus caminos. Al obedecer con humildad y amor, nos liberamos de nuestro egoísmo y permitimos que Dios actúe plenamente en nuestras vidas. Hoy, pidamos la gracia de vivir en una obediencia sincera, confiando en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día quinto

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA QUINTO

Otra de las grandes penas que afligen a aquellas benditas almas es el sufrir aquel fuego sin saber cuándo tendrán fin sus tormentos. Es verdad que tienen la certidumbre de verse un día libres de ellos; pero la incertidumbre del tiempo en que se habrán de acabar les causa un gravísimo tormento.
¡Oh, Señor, qué desgracia tan grande sería la mía si me hubieses enviado al infierno, a esa cárcel de tormentos, teniendo la seguridad de no salir de ella jamás! Gracias te doy; perdóname; que quisiera antes morir que volver a ofenderte. Ten piedad de mí y de las benditas almas que en la tierra no han temido bastante las penas del Purgatorio. Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios y Madre mía!, socórrelas con tu poder y abrevia el tiempo que las separa de la eterna posesión de Dios. 
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.