La inquietud del corazón

Fragmento:

“Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.”

— San Agustín, Confesiones, I, 1.

Reflexión:

Todo anhelo humano es, en el fondo, sed de Dios. Buscamos la felicidad en mil cosas, pero sólo en Él hallamos reposo. Reconocer esta verdad es el primer paso para ordenar nuestra vida hacia su fin último.

El fruto de la paciencia

Fragmento:

“Por vuestra paciencia salvaréis vuestras almas.”

— Lucas 21, 19.

Reflexión:

La paciencia es una victoria interior: nos preserva del desaliento, de la ira y de la impaciencia que roba la paz. El que espera en Dios nunca queda defraudado, porque Él obra en su tiempo y de la mejor manera.

La paz del que ama a Dios

Fragmento:

“Perfecta paz tienen los que en ti esperan.”

— Cfr. Isaías 26:3.

Reflexión:

La paz no se encuentra en el mundo, sino en Dios. Quien espera en Él y se abandona a su amor goza de esa paz que nada ni nadie puede quitar. Hoy, renovemos nuestra confianza y descansemos en su Corazón.

La Paz del alma unida a Dios

Fragmento:

“Mucha paz tienen los que aman tu ley.”

— Cfr. Salmo 118, 165.

Reflexión:

La verdadera paz nace de un corazón en gracia, que ama y se esfuerza por cumplir la voluntad de Dios. Hoy, examinemos si algo nos quita la paz, y pongámoslo en las manos del Señor con confianza filial.