La humildad, base de la vida cristiana

Fragmento:

«Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.»

— Cfr. Santiago 4, 6.

Reflexión:

La humildad abre las puertas de la gracia, porque reconoce que todo lo bueno viene de Dios. Hoy, practiquemos la humildad con sencillez: aceptemos la verdad de lo que somos, sin comparaciones y sin buscar ser alabados.

La Sangre de Cristo, fortaleza del alma

Fragmento:

«En la Sangre de Cristo encontramos refugio y fuerza: ella es escudo contra los ataques del enemigo.»

— San Gregorio Magno, Homilías sobre los Evangelios.

Reflexión:

Cuando todo parezca difícil, invoquemos la Sangre de Cristo. Ella nos sostiene, nos purifica y nos da victoria en la lucha espiritual. Hoy, digamos con fe: “¡Sangre de Cristo, sálvanos!”.

Santidad en la vida ordinaria

Fragmento:

«El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho.»

— Cfr. Lucas 16, 10.

Reflexión:

Dios no pide grandes obras, sino amor en las cosas pequeñas. Cada deber cotidiano, hecho por amor a Él, se transforma en ofrenda agradable. Hoy, santifiquemos lo ordinario, convencidos de que allí nos espera el Señor.

Desprendimiento

Fragmento:

«El alma demasiado apegada a los bienes de este mundo no puede elevarse a los bienes celestiales.»

— San Alfonso María de Ligorio, Práctica del amor a Jesucristo.

Reflexión:

El corazón dividido no puede ser completamente de Dios. El desapego no es desprecio de las cosas, sino su uso ordenado y subordinado a lo eterno. Aprender a vivir con libertad interior frente a los bienes materiales nos prepara para vivir con plenitud la vida del espíritu, donde Dios es el único bien necesario.