El poder de la Palabra de Dios

Fragmento:

“La palabra de Dios es viva y eficaz.”

— Cfr. Hebreos 4, 12.

Reflexión:

La Palabra divina no pasa, siempre tiene fuerza para iluminar y transformar. Cuando la meditamos con fe, ella penetra hasta lo más profundo del corazón, sana, corrige y fortalece. Es alimento diario del cristiano.

La alegría en la cruz

Fragmento:

“Llevad con alegría las pequeñas cruces que Dios os envía.”

— San Francisco de Sales.

Reflexión:

La vida está llena de pequeñas pruebas, incomodidades o dolores. Si los aceptamos con fe, se transforman en oportunidades para unirnos a Cristo. La cruz, aun la más pequeña, se convierte en fuente de alegría cuando se abraza por amor.

El tesoro de la Eucaristía

Fragmento:

“La Sagrada Eucaristía es el manantial de todo consuelo.” 

— San Pío X.

Reflexión:

La comunión frecuente es la fuente de la vida cristiana. Allí recibimos al mismo Cristo, alimento que fortalece el alma y la llena de alegría. Quien vive unido a la Eucaristía, vive en unión íntima con Jesús.

El mandamiento del amor

Fragmento:

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

— Cfr. Mateo 22, 39.

Reflexión:

El amor al prójimo no es una opción, sino un mandato divino. Y es la medida concreta de nuestro amor a Dios. Amar de verdad implica buscar sinceramente el bien del otro, perdonar, servir y acompañar, aunque nos cueste.