Servus Cordis Iesu
La profundidad de los dolores de María es un abismo cuyo fondo nadie es capaz de alcanzar. El dolor es una consecuencia del amor, y está siempre en proporción con él. Un corazón sufre tanto dolor por la muerte o la pérdida de un objeto cuanto mayor es el amor que se le tiene. Por ello, el dolor es el índice para conocer la magnitud del amor; y el amor es la única causa de la profundidad del dolor, que está siempre en proporción con la causa. Por tanto, para conocer la intensidad del dolor de María, sería menester saber cuán grande era su amor a Jesús. Pero, ¿quién está en grado de medir el ardor de su amor maternal para con su Hijo y su Dios?
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