El gozo del perdón

Fragmento:

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”

— Mateo 5, 7.

Reflexión:

Perdonar de corazón no siempre es fácil, pero trae consigo una paz profunda. Quien sabe mostrar misericordia se asemeja al Corazón de Cristo y experimenta la alegría de su amor.

El valor de la limosna

Fragmento:

“La limosna libra de la muerte y purifica de todo pecado.”

— Cfr. Tobías 12, 9.

Reflexión:

La generosidad hacia los pobres no es solo justicia, sino también ofrenda a Dios. La limosna hecha con amor es semilla de vida eterna.

La caridad que purifica

Fragmento:

“La caridad cubre multitud de pecados.”

— 1 Pedro 4, 8.

Reflexión:

El amor verdadero hacia el prójimo no solo beneficia a quien lo recibe, sino también al que lo da. Amar con caridad purifica, ensancha el corazón y lo hace semejante al de Cristo, que nos amó hasta el extremo.

La Sangre de Cristo y el perdón

Fragmento:

«Esta es mi Sangre, que será derramada por muchos para el perdón de los pecados.»

— Cfr. Mateo 26, 28.

Reflexión:

Cada confesión es un baño en la Sangre redentora. Allí, el alma se purifica y renace a la gracia. Hoy, demos gracias por este sacramento, y propongámonos vivir siempre en estado de amistad con Dios.

La Sangre de Cristo clama misericordia

Fragmento:

“Habéis sido rescatados […] no con oro ni plata corruptibles, sino con la preciosa Sangre de Cristo.”

— Cfr. 1 Pedro 1, 18-19.

Reflexión:

Cada gota derramada en la Pasión es una súplica por nuestra conversión. No despreciemos ese precio inmenso. Hoy, agradezcamos al Señor con una vida más fiel y generosa, lejos del pecado.

La Sangre de Cristo, medicina de las almas

Fragmento:

“¿Qué otra cosa podía lavar nuestros pecados sino la Sangre de Cristo?”

— San Ambrosio, Sobre los sacramentos, Libro IV.

Reflexión:

El alma herida y enferma encuentra en la Sangre del Señor la medicina que purifica y sana. Hoy, acerquémonos con fe a esta fuente en la oración y, si es posible, en la confesión y comunión.

La Sangre de Cristo y la esperanza del perdón

Fragmento:

“Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda iniquidad.”

— 1 Juan 1, 9.

Reflexión:

La Sangre de Cristo nos purifica y nos devuelve la amistad con Dios cada vez que acudimos con humildad al sacramento de la confesión. Hoy, renovemos nuestro propósito de mantenernos en gracia y de acudir a la misericordia del Señor con confianza.

El Rosario en la familia (I)

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El rosario, según la etimología misma de la palabra, es una corona de rosas, cosa encantadora que en todos los pueblos representa una ofrenda de amor y un símbolo de alegría. Pero estas rosas no son aquellas con que se adornan con petulancia los impíos, de los que habla la Sagrada Escritura: “Coronémonos de rosas -exclaman- antes de que se marchiten”. Las flores del rosario no se marchitan; su frescura es incesantemente renovada en las manos de los devotos de María; y la diversidad de la edad, de los países y de las lenguas, da a aquellas rosas vivaces la variedad de sus colores y de su perfume.

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De la dignidad Sacerdotal

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Es, pues, la dignidad sacerdotal tan grande que San Ignacio Mártir la llama suma; San Efrén, infinita; Inocencio III dice que el sacerdote se ha de contar entre Dios y los hombres, pues que es menor que Dios, pero es mayor que los demás hombres. San Ambrosio no repara en afirmar que los sacerdotes son más que los reyes y emperadores, pues que los reyes y príncipes deben bajar las cabezas a los sacerdotes y besar sus manos, creyendo que pueden ser muy favorecidos con sus oraciones. San Gelasio Papa, escribiendo al emperador Atanasio, le dice: “Dos suertes de personas tiene el gobierno de este mundo: los sacerdotes y los reyes; pero es más grave el peso que llevan los sacerdotes que los reyes, porque los sacerdotes han de dar cuenta de los reyes en el tribunal de Dios; los reyes sólo tienen poder sobre lo temporal, los sacerdotes sobre lo eterno; aquéllos tienen poder sobre los cuerpos, éstos sobre las almas; aquéllos disponen sobre lo material, éstos sobre lo espiritual”.

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