El criado no es más que su amo

Publicado por: Servus Cordis Iesu

No nos contentemos sólo con leer estas cosas de Cristo: mantengámoslas en nuestros pensamientos: la corona de espinas, el manto púrpura, la caña, los golpes, las bofetadas en las mejillas, los esputos, el ridículo. Si continuamente las ponderamos, tales cosas bastarán para frenar por completo nuestra ira. Si se burlan de nosotros, si somos tratados injustamente, sigamos diciendo: El criado no es más que su amo.

Recordemos también lo que le dijeron los judíos, con palabras llenas de ira: Tienes un demonio; eres un samaritano; y, por arte de Belcebú echas los demonios. Soportó todos estos sufrimientos para que siguiéramos sus pasos y para que tolerásemos la burla, el insulto que más hiere.

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Orate fratres

Servus Cordis Iesu

El celebrante invita a que oren los asistentes, a que eleven sus mentes a Dios. Además cuanto está más próximo el tiempo del sacrificio, se requiere mayor atención y una plegaria más intensa. El Celebrante se prepara ya definitivamente para entrar en el Santo de los Santos, por esto como despidiéndose de los fieles asistentes, a los que no verá sino después de consumado el sacrificio, les dice: “Orate fratres, Orad, hermanos”, es decir, procurad en cuanto esté de vuestra parte orar conmigo, pidiendo a Dios que reciba con agrado, no el sacrificio de su Hijo unigénito, el cual siempre le es agradable, sino: “ut meum ac vestrum sacrificium, que mi sacrificio y vuestro sacrificio”.

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De la preparación del que ora

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Adviértase que nos debemos preparar para la oración. Esta preparación es doble: remota y próxima.

La remota se divide a su vez en interior y exterior. Y la interior es de tres maneras. La primera es la purificación de la conciencia: Si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de Él. La segunda es la humillación de la mente, porque el Señor se vuelve a las súplicas de los indefensos, y no desprecia sus peticiones. La tercera es el perdón de las injurias. Cuando queráis poneros en oración, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.

La preparación exterior es también de tres maneras, la primera de las cuales es el cumplimiento de los mandamientos de Dios, porque como dice Isidoro, si hacemos lo que Dios tiene mandado alcanzaremos sin duda lo que pedimos. La segunda es la reconciliación con el hermano ofendido: Si, cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. La tercera es que vaya acompañada del ayuno y la limosna pues en ellas se apoya la oración; pues dice Isaías: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo. Entonces clamarás al Señor y te responderá. 

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