San Marcelo, Papa y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

San Marcelo, Papa y mártir, nació en Roma hacia la mitad del tercer siglo. Como ya florecía en aquella ciudad la religión cristiana, a pesar de las persecuciones horribles de los emperadores paganos, tuvo Marcelo la felicidad de ser criado y educado en el seno de la santa Iglesia. Abrazó el estado eclesiástico; y san Marcelino, que ocupaba entonces la silla de san Pedro, conociendo su extraordinario mérito y su eminente virtud, le hizo presbítero de la iglesia de Roma.

Por éste tiempo, habiendo sido creados emperadores Diocleciano y Maximiano, movieron aquella cruel persecución contra los cristianos, que fue la novena desde el imperio de Nerón, la que hizo derramar tanta sangre de mártires, y llenó de luto a toda la Iglesia. Habiendo sido coronado del martirio san Marcelino el año de 304, vacó la silla de san Pedro cerca de tres años. El furor de la persecución no dejaba libertad a los cristianos para juntarse, y para proceder a la elección del nuevo papa, pero habiéndose mitigado un poco por la renuncia que hicieron del imperio Diocleciano y Maximiano, fue elegido papa san Marcelo.

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San Higinio, Papa y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Tiene el Señor gran cuidado de conservar y defender su Iglesia contra todos los esfuerzos del infierno, según sus promesas, especialmente cuando la ve atribulada y afligida; bajo cuyo supuesto, en aquellos calamitosos tiempos en que fueron muchos y muy poderosos sus enemigos, fue muy particular su vigilancia en proveerla de prelados santos, sabios y valerosos, que sin temor de la muerte la defendiesen con brío, y animasen a los fieles con su ejemplo. De esta clase fue san Higinio, griego de nación, natural de Atenas, hijo de un filósofo. Por su eminente virtud y recomendables prendas, ascendió a la catedra apostólica por muerte de san Telesforo, hacia la mitad del siglo segundo, en el reinado del emperador Antonino Pio.

En tiempo de su pontificado fueron muchas y graves las calamidades del mundo, y con especialidad las del imperio romano; y atribuyendo los gentiles estos males, este castigo de la divina justicia a los vicios y delitos de los cristianos, enemigos de sus dioses, con esta falsa preocupación los perseguían de muerte, con el fin de aplacar el enojo de sus ídolos, a quienes suponían gravemente ofendidos. 

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San Telésforo, Papa y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Entre los soldados valerosos de Jesucristo, auxiliares de los apóstoles en la promulgación de la fe, se refieren aquellos esclarecidos varones solitarios, imitadores de los santos profetas Elías y Eliseo, habitantes en el monte Carmelo, donde, en honor de la Santísima Virgen, edificaron un oratorio para darle culto. Los cuales, bien entendidos del cumplimiento literal de los oráculos antiguos en la persona de Cristo, verdadero Mesías, prometido en la ley y en los profetas, predicaban su Evangelio entre los gentiles y judíos esparcidos por Palestina, Samaría y otras provincias. Uno de los profesores de este instituto fue San Telésforo, griego de nación, hombre de eminente santidad, de ingenio sobresaliente y de extraordinaria grandeza de espíritu, cuya fama no sólo ilustró las vastas regiones del Oriente, sino que llegó á Roma, donde, bien conocido su mérito, después de la muerte del papa Sixto I fue electo sumo pontífice en el día 9 del mes de Abril del año 139, en tiempo del imperio de Antonino Pío.

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San Antero, Papa y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

En tiempo en que se hallaba la Iglesia afligida con una de las más crueles persecuciones de los paganos, necesitada de varones sobresalientes en celo, brío y santidad, capaces de oponerse a los poderosos enemigos de la religión cristiana; muerto el sumo Pontífice Ponciano, por universal consentimiento del clero y pueblo romano fue electo para ser su sucesor san Antero, hijo de Rómulo, griego de nación, profesor de la vida eremítica. Era tan distinguido por su santidad, que desde el retiro del desierto llegó la fama de su virtud a la capital del orbe cristiano; bien persuadidos de que un héroe adornado con tan relevantes cualidades era muy a propósito para sostener y defender el rebaño de Jesucristo en tiempo de la tempestad deshecha que sufrían los cristianos por la sangrienta persecución que suscitó contra ellos el emperador Maximino. Colocado en la cátedra apostólica nuestro Santo, acreditó el mérito de su elección, y justificó con pruebas prácticas el alto concepto de santidad y virtud que de su persona había formado la Iglesia romana, que lloró amargamente la brevedad de su pontificado.

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