San Francisco de Sales, Obispo y Doctor de la Iglesia

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Acércase ahora a la cuna del dulce Hijo de María, el angelical obispo Francisco de Sales, digno de ocupar allí un puesto distinguido, por la delicadeza de sus virtudes, la amable sencillez de su corazón y la humildad y ternura de su amor. Llégase rodeado de brillante escolta; setenta y dos mil herejes devueltos a la Iglesia gracias a su celo; una Orden de siervas del Señor, planeada por su amor, y realizada por su genio divino; millares de almas llevadas a la vida de piedad por su doctrina tan segura como misericordiosa que le ha valido el título de Doctor.

Concedióselo Dios a su Iglesia para consolarla de las blasfemias de los herejes que iban predicando por doquier la esterilidad de la Iglesia romana en materia de caridad; frente a los rígidos secuaces de Calvino puso a este ministro verdaderamente evangélico; el ardor de la caridad de Francisco de Sales logró fundir el hielo de aquellos obstinados corazones. Si tenéis herejes para convencer, decía el sabio cardenal du Perron, enviádmelos; si se trata de convertirlos, mandádselos a Monseñor de Ginebra.

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San Pedro Nolasco, Confesor

Publicado por: Servus Cordis Iesu

San Pedro Nolasco nació junto a Carcasona, Francia, y se distinguió sobre todo por su caridad para con el prójimo. Huyendo de los herejes Albigenses llegó a España, y fue a orar ante Nuestra Señora de Monserrat; vendió sus bienes y con el dinero obtenido, libertó a algunos cautivos. Apareciósele la Santísima Virgen, y le animó a que fundase una Orden para la redención de cautivos, lo que llevó a cabo de acuerdo con san Raimundo y el rey Jaime I de Aragón. Murió el día de Navidad del año 1256.

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San Juan Crisóstomo, Obispo y Doctor de la Iglesia

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Nació San Juan Crisóstomo en Antioquía entre el año 344 y 347, y fue allí ordenado de sacerdote en 386. Elegido obispo de Constantinopla en 398, se opuso con energía a la corrupción de las costumbres, lo que atrajo la ira de la Emperatriz Eudoxia, quien le desterró. Habiendo el pueblo pedido su vuelta, tuvo que salir de nuevo desterrado para no volver ya, permaneciendo allí desde el 404 hasta el 407. Allí tuvo que sufrir mucho pero también ganó muchas almas a Cristo. 

El Papa Inocencio I ordenó fuera restablecido en su sede de Constantinopla pero al regresar le maltrataron los soldados de tal forma que murió en Coman, en el Ponto, el 14 de setiembre de 407. Pío X declaróle patrón de los oradores sagrados y Doctor de la Iglesia universal, el 8 de julio de 1908.

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San Policarpo, Obispo y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

En medio de las dulzuras que saborea en la contemplación del Verbo humanado, Juan el Discípulo Amado ve venir a su discípulo Policarpo, resplandeciente con la gloria del martirio. El anciano acaba de contestar en el anfiteatro al Procónsul que le anima a renegar de Cristo: “Hace ochenta y seis años que le sirvo, y nunca me hizo mal alguno; ¿qué digo mal? antes me colmó de bienes. ¿Cómo podría yo maldecir a mi Rey que me ha salvado?” Después de pasar por el fuego y la espada llegó a los pies del Salvador, para gozar eternamente de la dicha de su presencia, en pago de los trabajos sufridos por conservar en su redil la fe y la caridad, y en recompensa de su muerte sangrienta.

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La Conversión de San Pablo

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Hemos visto ya a los Gentiles, representados a los pies del Emmanuel por los Reyes Magos, ofreciendo sus místicos presentes y recibiendo en cambio los dones de la fe, esperanza y caridad. La cosecha de las naciones está ya madura; ya es hora de la siega. Mas ¿quién ha de ser el obrero de Dios? Los Apóstoles de Cristo no han abandonado aún la Judea. Todos tienen la misión de anunciar la salvación hasta las extremidades de la tierra; pero nadie ha recibido todavía un título especial para ser Apóstol de los Gentiles. Pedro, el Apóstol de la Circuncisión, está destinado en particular, como Cristo, a las ovejas extraviadas de la casa de Israel (San Mateo, XV, 24)

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San Timoteo, Obispo y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La víspera del día en que vamos a dar gracias por la Conversión del Apóstol de los Gentiles, nos trae la fiesta de su discípulo más querido. Timoteo, compañero de Pablo, el amigo a quien el gran Apóstol escribió su última carta, poco antes de derramar su sangre por Jesucristo, viene ahora a esperar a su Jefe junto a la cuna del Emmanuel. Allí encuentra ya a Juan el Discípulo Amado; con él participó de los cuidados de la Iglesia de Éfeso. Saluda también allí a Esteban y a los demás Mártires que le precedieron. Finalmente, es portador ante la Virgen María de los homenajes de la cristiandad de Éfeso, que ella santificó con su presencia. Comparte esta ciudad con Jerusalén la gloria de haber poseído a la que fue no sólo testigo como los Apóstoles, sino instrumento de la salvación de los hombres, en su calidad de Madre de Dios.

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Santos Vicente, Diácono, y Anastasio, Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Triunfó Vicente del fuego, porque la llama de amor que le devoraba por dentro era más ardiente que la que consumía su cuerpo. Te saludamos, oh Diácono Vencedor, que tienes entre tus manos el Cáliz de la salud. En otro tiempo presentábaslo en el altar, para que por las palabras de la consagración fuera trocado su licor en la Sangre de Cristo; ofrecíaslo a los fieles para que todos cuantos tuvieran sed de Dios se saciasen en la fuente de la vida eterna. Hoy, tú mismo lo ofreces a Cristo; está lleno hasta el borde, de tu propia sangre. De esta manera supiste ser un Diácono fiel, llegando a dar tu propia vida en confirmación de los Misterios de que eras dispensador. Tres siglos habían transcurrido desde la Inmolación de Esteban; sesenta años desde que los miembros de Lorenzo eran asados en las parrillas de Roma, levantando un perfume de incienso dulce y acre al mismo tiempo; y ahora en la última de las persecuciones, la víspera del triunfo de la Iglesia, vas a confirmar tú con tu constancia, que la fidelidad de los Diáconos no había desaparecido.

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Santa Inés, Virgen y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Gloria Imperecedera de la Iglesia católica, única que posee en su seno el don de la virginidad, origen de todas las grandezas, porque nace exclusivamente del amor. Honor sublime de la Roma cristiana el haber engendrado a Inés, ángel terreno, ante cuya presencia palidecen aquellas antiguas Vestales, cuya virginidad colmada de favores y riquezas, no sufrió nunca la prueba del hierro ni del fuego.

¿Existe alguna fama que se pueda comparar con la de esta joven, cuyo nombre se leerá hasta el fin del mundo en el Canon de la Misa?

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Santos Fabián, Papa y Sebastián, Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Los honores de este día recaen sobre dos grandes Mártires: el uno, Pontífice de la Iglesia de Roma; el otro, hijo de esta Iglesia Madre. Fabián recibió la corona del martirio el año 250 bajo la persecución de Decio; Sebastián en la de Diocleciano el año 288. Consideraremos por separado los méritos de ambos atletas de Cristo.

Imitando a sus predecesores San Clemente y San Antero, el Papa Fabián tuvo especial empeño en hacer redactar las Actas de los Mártires; pero la persecución de Diocleciano que hizo desaparecer un gran número de estos preciosos monumentos, nos privó del relato de sus sufrimientos y de su martirio. Sólo han llegado hasta nosotros algunos rasgos de su vida pastoral; pero podemos hacernos una idea de sus virtudes por el elogio que de él hace San Cipriano, llamándole varón incomparable, en una carta que escribió al Papa San Cornelio, sucesor de Fabián. El Obispo de Cartago alaba también la pureza y santidad de vida del Pontífice que supo dominar con frente serena las tempestades que agitaron a la Iglesia de su tiempo. Nos complacemos contemplando aquella cabeza digna y venerable, sobre la que se posó una paloma para señalar al sucesor de Pedro, el día en que se reunió el pueblo y el clero de Roma para la elección de Papa, después del martirio de Antero. Esta semejanza con el hecho de la manifestación de Cristo en el Jordán por medio de la divina paloma, hace todavía más sagrado el carácter de Fabián. Depositario del poder de regeneración que existe en las aguas después del bautismo de Cristo, fue celoso propagador del cristianismo.

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San Hilario, Obispo y Doctor de la Iglesia

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Nació san Hilario en Aquitania, entre el año 310 y 320. Fue luego electo obispo de Poitiers, en 353. Perseguía entonces a los católicos el emperador Constancio. Opúsose Hilario con todas sus fuerzas a la herejía arriana, lo que le valió, en 356, el destierro a Frigia. Allí escribió sus doce libros sobre la Trinidad. En 360 se halla en Constantinopla pidiendo permiso al emperador para tener una disputa sobre la fe con los herejes. Estos, para desembarazarse de él, consiguen que se le envíe de nuevo a Poitiers. Gracias a sus desvelos, toda la Galia, condena en el concilio nacional de París, la herejía arriana el año 361. Muere en 368. El 29 de marzo de 1851, Pío IX le declaró Doctor de la Iglesia.

Razón tenía, pues, oh glorioso Hilario, la Iglesia de Poitiers, para dirigirte desde tiempos antiguos, ese magnífico elogio que dedica la Iglesia Romana a tu insigne discípulo Martín: “¡Oh bienaventurado Pontífice, que amaba a Cristo Rey con todas sus entrañas y no se doblegaba ante el peso del deber! ¡Oh alma santísima a quien la espada del perseguidor no separó del cuerpo, sin que por eso dejase de alcanzar la palma del martirio!” Si te faltó la palma, al menos tú no faltaste a la palma; a tu cabeza rodeada ya de la aureola de Doctor, le sienta perfectamente la corona de Mártir que ciñe la frente de tu hermano Eusebio. Tal es la gloria debida a tu valerosa confesión de ese Verbo divino cuyas humillaciones en la cuna honramos durante estos días. Como los Magos, tampoco tú temblaste en presencia de Herodes; y cuando fuiste desterrado a tierras extrañas por las órdenes del César, tu corazón se consolaba pensando en el destierro de Jesús en tierra de Egipto. Alcánzanos la gracia de que también nosotros comprendamos esos divinos misterios.

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