Santa Bernardita, la vidente de Lourdes

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Queriendo ilustrar de manera maravillosa la definición dogmática de Pío IX, que la declaraba Inmaculada en su Concepción, se apareció en un siglo materialista infatuado por su ciencia, a la hija de unos sencillos molineros, pastorcita ignorante de la comarca de Bigorre, que no tenía más conocimientos científicos que los rudimentos del catecismo, y le dijo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Desde el día 2 de febrero al 16 de julio de 1858, Bernardita Soubirous, a los catorce años, tuvo la dicha de contemplar dieciocho veces la belleza incomparable de la Reina del cielo. Lo único que María le autorizó comunicarnos de sus éxtasis, oraciones y conversaciones, se reduce a estas dos palabras: ¡Oración! ¡Penitencia!. El Señor vino a la tierra no sólo para multiplicar los milagros a su paso, sino para llamar a los hombres a la penitencia y rescatarles con su sangre. Y ahora nuestra Señora se aparece en Lourdes, no para hacer brotar bajo las manos de su confidente la fuente que curará a tantos enfermos, sino para hacer al mundo una llamada apremiante a la penitencia y a la oración, y si pide que se la levante una capilla y que se venga allí en procesión, es para hacer bajar con abundancia sobre las almas los beneficios de la Redención.

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Santa Águeda, Virgen y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La Santa Madre Iglesia propone hoy a nuestra veneración a la virgen siciliana Santa Águeda. Las santas tristezas del ciclo litúrgico en que nos hallamos no han de substraer nada a los homenajes que le son debidos. Cantando sus alabanzas, contemplaremos también sus ejemplos; y ella, desde el cielo, nos mirará sonriente y nos animará a proseguir por el camino único que puede conducirnos a Aquel a quien ella siguió hasta el fin en este mundo y con el que ahora reina eternamente.

Águeda nació en Catania o según piensan otros en Palermo. Sabemos por San Metodio de Constantinopla que era de familia cristiana y que para salvaguardar su virginidad tuvo que sufrir muchos ataques y aún el martirio. Sin embargo, hoy día no poseemos ningún documento contemporáneo ni sobre su vida, ni sobre su martirio del que, incluso la fecha, nos es desconocida. Pronto se extendió su culto por causa de la eficacia milagrosa de su velo contra las erupciones del Etna y de allí se propagó a toda la Iglesia. Su nombre fue incluido por San Gregorio Magno en el Canon de la Misa y en el siglo X se compuso un oficio propio en su honor.

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San Policarpo, Obispo y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

En medio de las dulzuras que saborea en la contemplación del Verbo humanado, Juan el Discípulo Amado ve venir a su discípulo Policarpo, resplandeciente con la gloria del martirio. El anciano acaba de contestar en el anfiteatro al Procónsul que le anima a renegar de Cristo: “Hace ochenta y seis años que le sirvo, y nunca me hizo mal alguno; ¿qué digo mal? antes me colmó de bienes. ¿Cómo podría yo maldecir a mi Rey que me ha salvado?” Después de pasar por el fuego y la espada llegó a los pies del Salvador, para gozar eternamente de la dicha de su presencia, en pago de los trabajos sufridos por conservar en su redil la fe y la caridad, y en recompensa de su muerte sangrienta.

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Santos Vicente, Diácono, y Anastasio, Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Triunfó Vicente del fuego, porque la llama de amor que le devoraba por dentro era más ardiente que la que consumía su cuerpo. Te saludamos, oh Diácono Vencedor, que tienes entre tus manos el Cáliz de la salud. En otro tiempo presentábaslo en el altar, para que por las palabras de la consagración fuera trocado su licor en la Sangre de Cristo; ofrecíaslo a los fieles para que todos cuantos tuvieran sed de Dios se saciasen en la fuente de la vida eterna. Hoy, tú mismo lo ofreces a Cristo; está lleno hasta el borde, de tu propia sangre. De esta manera supiste ser un Diácono fiel, llegando a dar tu propia vida en confirmación de los Misterios de que eras dispensador. Tres siglos habían transcurrido desde la Inmolación de Esteban; sesenta años desde que los miembros de Lorenzo eran asados en las parrillas de Roma, levantando un perfume de incienso dulce y acre al mismo tiempo; y ahora en la última de las persecuciones, la víspera del triunfo de la Iglesia, vas a confirmar tú con tu constancia, que la fidelidad de los Diáconos no había desaparecido.

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Santa Inés, Virgen y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Gloria Imperecedera de la Iglesia católica, única que posee en su seno el don de la virginidad, origen de todas las grandezas, porque nace exclusivamente del amor. Honor sublime de la Roma cristiana el haber engendrado a Inés, ángel terreno, ante cuya presencia palidecen aquellas antiguas Vestales, cuya virginidad colmada de favores y riquezas, no sufrió nunca la prueba del hierro ni del fuego.

¿Existe alguna fama que se pueda comparar con la de esta joven, cuyo nombre se leerá hasta el fin del mundo en el Canon de la Misa?

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