Domingo VIII después de Pentecostés

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Suplicámoste, Señor, nos concedas propicio el espíritu de pensar y hacer siempre lo que es recto: para que, los que no podemos existir sin ti, podamos vivir conforme a ti. 

Lección de la Epístola del Ap. S. Pablo a los Romanos (VIII, 12-17) 

Hermanos: No somos deudores de la carne, para que vivamos según la carne. Porque, si viviereis según la carne, moriréis: mas, si mortificareis con el espíritu las obras de la carne, viviréis. Porque, todos los que son movidos por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre, para que viváis todavía en el temor, sino que recibisteis el espíritu de adopción de hijos, con el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre! Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos también herederos: herederos ciertamente de Dios, y coherederos de Cristo. 

Si el Espíritu de Dios es el lazo de unión con nuestro Señor Jesucristo, si es el alma de nuestra vida, el hálito y el inspirador de todas nuestras obras, de él proviene todo impulso. A despecho de esta parte de concupiscencia que el bautismo ha dejado en mis miembros para obligarme a combatir, no tengo ya más que ver con la carne y con la vida de antes. ¡No quiera Dios que vuelva hacia atrás y que, engañado por el egoísmo, me sustraiga al Espíritu de Dios para pertenecer de nuevo a las obras de muerte! No. Después de haber entrado en la intimidad de Dios, sería insensato volverme de espaldas a la Ternura, a la Belleza, a la Pureza; y, ¿por quién y por qué? En adelante, la carne nada tendrá que reclamar de mí. Viene demasiado tarde. Con el fin de vivir eternamente, reduciré de día en día y domeñaré hasta su completa eliminación, si es posible, todo lo que en mí se levanta contra la vida de Dios: Aquéllos, dice el Apóstol en una fórmula incomparable, aquéllos son verdaderos hijos de Dios; que se dejan conducir por el Espíritu de Dios. Toda la vida sobrenatural que ha comenzado por la fe y el bautismo, se reduce a la docilidad, a la flexibilidad y al abandono a las influencias del Espíritu de Dios.

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San Pío V, ejemplo insigne

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Pío decía que los pontífices debían edificar la republica tanto con piedras, cuanto con virtudes. Había certeramente entendido que para regir a los hombres con paz y autoridad nada hay más valido que el ser amado de ellos y nada más impropio que el ser temido; asimismo que nada es más apto para acercar los hombres a Dios que el buscar su salvación. Por todo esto quiso dar comienzo a su ministerio de Pontífice con una gran caridad hacia los pobres y con una gran liberalidad y clemencia con todos. Decía que es tarea fundamental del Romano Pontífice la de esforzarse con empeño en que se conservara la integridad del culto divino, la disciplina eclesiástica y la moralidad de los ciudadanos. Por ello dedicó cuidado especialísimo en devolver, donde hubiera venido a menos, el esplendor primitivo del culto y también procuró restablecer a todos los niveles la verdadera piedad en la vida y costumbres.

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Domingo de Pasión

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Después de haber propuesto a la meditación de los fieles durante las cuatro primeras semanas de Cuaresma, el ayuno de Jesús en la montaña, ahora la Iglesia consagra a la consideración de los dolores del Redentor las dos semanas que nos separan aún de la fiesta de Pascua. No quiere que sus hijos se presenten en el día de la Inmolación del divino Cordero sin haber preparado sus almas con la meditación en los dolores que Él sufrió en nuestro lugar. La Iglesia manifiesta sus dolorosos presentimientos, cubriendo la imagen del divino Crucificado. La Cruz misma ha dejado de ser visible a las miradas de los fieles; está tapada por un velo, las imágenes de los santos no están visibles; para hacer comprender a todos los fieles, que, sin penitencia, no pueden llegar a la visión de Dios. El cielo de la Iglesia se pone cada vez más sombrío; los tonos severos de los que se había revestido en el curso de las cuatro semanas que acaban de pasar, ya no son suficientes para demostrar su duelo. Preparémonos, pues, a estas fuertes impresiones desconocidas con harta frecuencia por la piedad superficial de nuestros tiempos.

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Segundo Domingo de Cuaresma

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Oh Dios, que nos ves destituidos de toda fuerza: guárdanos interior y exteriormente; para que seamos protegidos contra toda adversidad en el cuerpo, y seamos purificados de los malos pensamientos en la mente.

Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Tesalonicenses

Hermanos: Os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús a que, habiendo aprendido de nosotros la manera cómo debéis caminar y agradar a Dios, caminéis de modo que siempre progreséis más y más. Porque ya sabéis qué mandamientos os dimos de parte del Señor Jesús. Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación: que cada uno de vosotros sepa conservar su vaso con santificación y honor, y no con afecto de concupiscencia, como los gentiles que ignoran a Dios: que ninguno oprima, ni engañe a su hermano porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os lo hemos dicho y atestiguado. Porque no nos ha llamado Dios a la inmundicia, sino a la santificación, en Jesucristo, Nuestro Señor.

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Santa Francisca, Viuda romana

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Santa Francisca nació en Roma en 1384. Por obedecer a sus padres se unió en matrimonio, en 1405, con Lorenzo Ponziani, mas siguió conservando en su estado el género de vida austera que se había propuesto. 

Por obedecer a su marido, en el acto abandonaba sus ejercicios de devoción, “Es –decía– dejar a Dios por Dios”. En toda Roma era bien conocida esta anécdota edificante. Rezaba una vez Francisca el Oficio parvo, que era su devoción favorita, cuando, al empezar una estrofa, oyó dos golpes en la puerta. Era un pobre. Ella corrió, puso unas monedas en las manos del mendigo, y volvió a entrar en su habitación. Apenas se había arrodillado para empezar de nuevo la estrofa, cuando oyó una voz: “¡Francisca, Francisca!” Era su marido, que la llamaba. Nuevamente interrumpió su rezo. Otras dos veces la llamaron aún, y otras dos veces dejó la estrofa sin concluir. Al volver por quinta vez a su cuarto, encontró aquellos versos escritos con letras de oro por un calígrafo celestial.

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Primer Domingo de Cuaresma

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Este domingo primero de la Santa Cuaresma, es así mismo, uno de los más solemnes del año. Su privilegio consiste en no ceder el puesto a ninguna fiesta cualquiera, ni la del Patrono, titular de la iglesia o Predicación de la misma.

Aparece hoy la Cuaresma con todo su solemne atuendo. Viendo la Santa Madre Iglesia reunidos a sus hijos les dirige las palabras del oficio de maitines, sirviéndose del elocuente estilo de San León Magno. Carísimos hijos, les dice, debiendo anunciaros el ayuno sacrosanto y solemne de Cuaresma, ¿por ventura podré empezar más oportunamente mi plática que usando las palabras del Apóstol a quien Jesucristo habla y repitiendo lo que acaban de leeros: He aquí el tiempo favorable, he aquí los días de salvación? Porque, aun cuando no haya tiempo alguno durante el año, que no sea rico en dones celestiales y en que, por la gracia de Dios, no hallemos siempre abiertas las puertas de la misericordia divina, debemos, sin embargo, trabajar en este santo tiempo con mayor celo y excitarnos al progreso espiritual y animarnos de grande confianza. La Cuaresma en efecto, al ponernos a la vista el día sacro en que fuimos redimidos, nos invita a practicar todos los deberes de piedad cristiana a fin de disponernos para la purificación del cuerpo y alma a celebrar los misterios de la Pasión del Señor.

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Miércoles de Ceniza

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Ya de madrugada ha resonado a nuestros oídos la trompeta sagrada de que nos habla el Profeta. Anuncia la solemne apertura del ayuno cuaresmal, el tiempo de expiación, la proximidad más inminente de los grandes aniversarios de nuestra Redención. ¡Arriba, pues, cristianos, preparémonos a combatir las batallas del Señor!

Armadura espiritual. En esta lucha, empero, del espíritu contra la carne, hemos de estar armados, y he aquí que la Iglesia nos convoca en sus templos para adiestrarnos en los ejercicios, en la esgrima de la milicia espiritual. San Pablo nos ha dado ya a conocer al pormenor las partes de nuestra defensa: “Ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia, y calzados los pies prontos para anunciar el Evangelio de la paz. Embrazad en todo momento el escudo de la fe y la esperanza de salvaros por yelmo que proteja la cabeza”. El Príncipe de los Apóstoles viene por su parte a decirnos: “Cristo padeció en la carne, armáos también vosotros del mismo pensamiento”. La Iglesia nos recuerda hoy estas enseñanzas apostólicas, pero añade por su parte otra no menos elocuente, haciéndonos subir hasta el día de la prevaricación, que hizo necesarios los combates a que nos vamos a entregar, las expiaciones que hemos de pasar.

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Santa Bernardita, la vidente de Lourdes

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Queriendo ilustrar de manera maravillosa la definición dogmática de Pío IX, que la declaraba Inmaculada en su Concepción, se apareció en un siglo materialista infatuado por su ciencia, a la hija de unos sencillos molineros, pastorcita ignorante de la comarca de Bigorre, que no tenía más conocimientos científicos que los rudimentos del catecismo, y le dijo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Desde el día 2 de febrero al 16 de julio de 1858, Bernardita Soubirous, a los catorce años, tuvo la dicha de contemplar dieciocho veces la belleza incomparable de la Reina del cielo. Lo único que María le autorizó comunicarnos de sus éxtasis, oraciones y conversaciones, se reduce a estas dos palabras: ¡Oración! ¡Penitencia!. El Señor vino a la tierra no sólo para multiplicar los milagros a su paso, sino para llamar a los hombres a la penitencia y rescatarles con su sangre. Y ahora nuestra Señora se aparece en Lourdes, no para hacer brotar bajo las manos de su confidente la fuente que curará a tantos enfermos, sino para hacer al mundo una llamada apremiante a la penitencia y a la oración, y si pide que se la levante una capilla y que se venga allí en procesión, es para hacer bajar con abundancia sobre las almas los beneficios de la Redención.

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Aparición de la Inmaculada Virgen en Lourdes

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El mensaje de Lourdes 

Mi arco iris aparecerá de nuevo por encima de las nubes y me acordaré de mi alianza. En el oficio del once de febrero del año de 1858, las lecturas litúrgicas recordaban esta promesa a la tierra; y pronto supo el mundo que este mismo día María se había aparecido, más hermosa que aquel signo de esperanza, que en tiempo del diluvio había proyectado su figura gentil.

Era la hora en que se multiplicarían para la Iglesia los indicios precursores de un porvenir que al presente todos conocemos. La humanidad envejecida amenazaba quedar pronto sumergida en diluvio peor que el antiguo.

Soy la Inmaculada Concepción, declaraba la Madre de la divina gracia a la humilde niña elegida para pregonar en estas circunstancias decisivas, su mensaje a los guías del arca de salvación. A las tinieblas que subían del abismo, ella oponía como un faro, el augusto privilegio, que tres años antes, el supremo piloto había proclamado como dogma para gloria suya.

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