Señora de la Compasión, Mujer de Dolores, Reina de los Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Se puede ponderar el dolor grande que sentiría la Virgen nuestra Señora cuando oyese los golpes de martillo al tiempo que enclavaban a su Hijo; porque un mismo golpe penetraba con el clavo la mano o el pie del Hijo, y traspasaba también con agudo dolor el corazón de la Madre.

¡Oh Virgen Soberana!, si a vuestro Hijo cuadra bien el nombre de Varón de dolores, a Vos también os cuadra otro semejante llamándoos Mujer de Dolores, pues con verdad podías decir a todos los que estaban en aquel monte y pasaban por aquel camino: Atended y mirad si hay dolor semejante al mío.

Sigue leyendo

La mirada a Cristo doliente

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Debemos gustar de meditar la Pasión, porque en ella es donde más resaltan las virtudes de Cristo. Cierto que posee todas las virtudes, pero la ocasión de manifestarlas se ofrece como nunca en su Pasión. Su amor inmenso hacia su Padre, su caridad para con los hombres, el odio al pecado, el perdón de las injurias, la paciencia, la suavidad, la fuerza, la obediencia a la autoridad legítima, la compasión, todas estas virtudes brillan de una forma heroica en estos días dolorosos.

Cuando contemplamos a Jesús en su Pasión, vemos al ejemplar de nuestra vida, al modelo, admirable, pero accesible a la vez, de estas virtudes de compunción, de abnegación, de paciencia, de resignación, de abandono, de caridad, de suavidad que debemos practicar para llegar a ser semejantes a nuestro divino Capitán: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame”.

Sigue leyendo

El Crucificado en el árbol de la vida produce el fruto de la salvación

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Dice san Juan en el Apocalipsis: Me mostró el Señor que a ambos lados del río crecía un árbol de la vida (Ap 22, 2). Ese árbol de la vida es Cristo crucificado, del cual se dice que está a una y a otra parte del río, ya que los padres del antiguo y nuevo Testamento también se han salvado por él. Y el mismo Dios, como se expresa en esa figura, ofrece en la cruz frutos universales producidos por ese árbol para la salvación del género humano.

Podemos considerar cuatro de esos frutos con relación al género humano.

Sigue leyendo

Miércoles de Ceniza

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Ya de madrugada ha resonado a nuestros oídos la trompeta sagrada de que nos habla el Profeta. Anuncia la solemne apertura del ayuno cuaresmal, el tiempo de expiación, la proximidad más inminente de los grandes aniversarios de nuestra Redención. ¡Arriba, pues, cristianos, preparémonos a combatir las batallas del Señor!

Armadura espiritual. En esta lucha, empero, del espíritu contra la carne, hemos de estar armados, y he aquí que la Iglesia nos convoca en sus templos para adiestrarnos en los ejercicios, en la esgrima de la milicia espiritual. San Pablo nos ha dado ya a conocer al pormenor las partes de nuestra defensa: “Ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia, y calzados los pies prontos para anunciar el Evangelio de la paz. Embrazad en todo momento el escudo de la fe y la esperanza de salvaros por yelmo que proteja la cabeza”. El Príncipe de los Apóstoles viene por su parte a decirnos: “Cristo padeció en la carne, armáos también vosotros del mismo pensamiento”. La Iglesia nos recuerda hoy estas enseñanzas apostólicas, pero añade por su parte otra no menos elocuente, haciéndonos subir hasta el día de la prevaricación, que hizo necesarios los combates a que nos vamos a entregar, las expiaciones que hemos de pasar.

Sigue leyendo

He aquí que llega nuestra Redención

Publicado por: Servus Cordis Iesu

¿Quién libra de la muerte, sino el libre entre los muertos? Y ¿qué significa libre entre los muertos, sino sin pecado entre los pecadores? Ved venir, dice nuestro mismo Redentor; ved que viene el príncipe de este mundo, y ninguna cosa hallará en mí. Mantiene bajo su dominio a los que engañó, a los que sedujo, a los que llevó al pecado y a la muerte; pero en mí no hallará nada. Ven, pues, oh Señor; ven, que te conozca el esclavo, que huya el esclavizador; sé tú mi libertador.

Perdido me halló aquel a quien el diablo ninguna de las obras de la carne halló. Halló, sí, en Él carne el príncipe de este siglo; hallóla, pero ¿qué carne? Una carne mortal, crucificable, matable. Pero te engañas, ¡oh seductor!; no podrás engañar al Redentor: sí, estás en un error. Ves en el Señor carne mortal, pero no es carne de pecado; es una semejanza de la carne de pecado. Porque Dios envió a su Hijo en semejanza de carne de pecado. Carne verdadera, carne mortal; pero no carne de pecado.

Sigue leyendo

Todos los santos han recorrido el Vía Crucis

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Ningún santo ha subido al cielo sobre una alfombra de flores, llevando sobre la cabeza la corona de la gloria terrena, con la sonrisa y la alegría. Todos han hecho su propio Vía crucis, con la corona de espinas en su cabeza, en medio de muchas aflicciones, trabajos y fatigas. Felices, ciertamente, porque tocados por la gracia divina gozaron de momentos de gloria celeste, sintiendo a su lado a Cristo crucificado, sintiéndolo soportar con ellos el peso de la cruz, sintiéndose abrasar en el amor de su corazón, divisando ante de sí, entre nieblas, el futuro, la gloria y la felicidad, la gloria sin fin. No conocieron la fortuna en la tierra, más bien estuvieron alejados de ella, se defendieron de ella, huyeron de ella cuando salía a su encuentro, temblaron ante ella más que ante la cruz, y a la cruz tendieron sus manos como hacia un puerto de salvación.

Sigue leyendo

Domingo de Quincuagésima

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Suplicámoste, Señor, escuches clemente nuestros ruegos: y, libres de los lazos de los pecados, defiéndenos de toda adversidad.

Lección de la Epístola del Apóstol S. Pablo a los Corintios

Hermanos: Si hablara las lenguas de los hombres y de los Ángeles, pero no tuviera caridad, sería como un bronce sonoro, o como una campana que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; y si tuviera tal fe, que trasladara los montes, pero no tuviera caridad, no sería nada. Y si distribuyera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo, para ser quemado, pero no tuviera caridad, de nada me serviría. La caridad es paciente, es benigna: la caridad no es ambiciosa, no busca sus cosas, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de la iniquidad, sino que goza con la verdad: todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. La caridad no desaparece nunca, aunque pasen las profecías, aunque cesen las lenguas, aunque se destruya la ciencia. Porque ahora conocemos sólo en parte, y en parte profetizamos; mas, cuando llegue lo perfecto, desaparecerá lo parcial. Cuando era niño, hablaba como niño, juzgaba como niño, pensaba como niño. Mas, cuando me hice hombre, abandoné las cosas de niño. Ahora vemos por espejo, en obscuridad; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como soy conocido. Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza y la caridad: la mayor de ellas es la caridad.

Sigue leyendo

Junto a la Virgen hacia el Calvario

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Cuarenta días después del nacimiento de Jesús la Bienaventurada Virgen presentó a su Hijo en el templo. Un anciano aguardaba al Niño y le proclama “la luz de los pueblos y gloria de Israel”. Mas volviéndose pronto hacia su madre, le dijo: “Este niño será también piedra de escándalo (signo de contradicción) y una espada traspasará tu alma”. Este anuncio de dolores para la madre de Jesús nos hace comprender, que ya han cesado las alegrías del tiempo de Navidad, y que ha llegado un tiempo de amarguras para el hijo y para la madre. En efecto, desde la huida de Egipto hasta estos días en que la maldad de los judíos prepara el mayor de los crímenes, ¿cuál ha sido la situación del hijo humillado, desconocido, perseguido, cubierto de ingratitudes? ¿Cuál ha sido, por consiguiente, la continua inquietud, la angustia persistente del corazón de la más tierna de las madres? Mas hoy previendo el curso de los acontecimientos pasemos adelante, y coloquémonos en la mañana del Viernes Santo.

Sigue leyendo

Algunos avisos para el camino de la oración

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Procuremos en este santo ejercicio juntar en uno la meditación con la contemplación, haciendo de la una escalón para subir a la otra, porque la meditación es considerar con estudio y atención las cosas divinas, discurriendo de unas en otras, para mover nuestro corazón a algún afecto y sentimiento de ellas; más la contemplación es haber hallado ese afecto y sentimiento que se buscaba y estar en reposo y silencio gozando de él, no con muchos discursos y especulaciones del entendimiento, sino con una simple vista de la verdad. Por lo cual, dice un santo doctor que “la meditación discurre con trabajo y con fruto, y la contemplación sin trabajo y con fruto; la una busca, la otra halla; la una rumia el manjar, la otra lo gusta; la una discurre y hace consideraciones, la otra se comenta con una simple vista de las cosas, porque tiene ya el amor y el gusto de ellas; la una es como medio, la otra como fin; la una como camino y movimiento, y la otra como término de este camino y movimiento”.

Sigue leyendo

La oración hace al alma humilde y fuerte

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Siempre fue, es y será, en el cielo y en la tierra, muy válida la humildad, pues vemos que, no solamente en la casa de Dios, que es su Iglesia, levantan al que se humilla, pero en medio del mundo y de sus valedores tiene el humilde su lugar y suprema estima; de manera que tiene su justo valor esta soberana virtud, no solamente entre virtuosos pero aun entre viciosos; no solamente entre humildes es estimada, pero los ambiciosos la adoran; pues ellos al que ven rendido y humilde lo encaraman y ensalzan, y el vicioso y vano de todos es aborrecido, a todos cansa; y así por singular loa de esta virtud pone San Bernardo que tiene cabida por los hombre soberbios, con ángeles humildes y con el mismo Dios. Por lo cual el bienaventurado Santo Tomás entre gran número de virtudes le da palma.

Sigue leyendo