La Devoción a la Santísima Virgen María

Fragmento:

“En María encontramos el modelo perfecto de la fe y la santidad. Ella nos guía hacia su Hijo y nos muestra cómo vivir con humildad, entrega y amor. Aquellos que acuden a María con confianza no quedarán desatendidos, pues ella es la Madre de la misericordia.”

— San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, cap. 1.

Reflexión:

La devoción a la Virgen María nos acerca más a Jesucristo. Ella, como Madre, nos acoge, nos protege y nos guía por el camino de la santidad. Al acudir a María, encontramos consuelo en nuestras penas y fuerza para seguir adelante. Hoy, acerquémonos a la Virgen con amor filial, pidiéndole que nos lleve siempre de la mano hacia su Hijo.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día séptimo

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA SÉPTIMO

Aumentan también las penas de aquellas benditas almas todos los beneficios particulares que recibieron de Dios, como el haber recibido el bautismo, el haber nacido en país católico, el haberles esperado Dios a penitencia y alcanzar el perdón de sus pecados tantas veces; porque todos esos favores les hacen conocer mejor la ingratitud con que han correspondido a Dios.
Pero, ¡Dios mío! ¿quién ha sido más ingrato que yo? Tú me has esperado con tanta paciencia, me has perdonado tantas veces con amor, y yo, después de tantas promesas, te he vuelto a ofender. No me arrojes al infierno porque te quiero amar y allí no podría hacerlo. Ten lástima de mi alma y piedad de las del Purgatorio, que por sus muchas culpas se han hecho menos acreedoras a tu misericordia.
Y Tú, oh Madre de misericordia, mitiga con tu poder sus sufrimientos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

San Alonso Rodríguez

San Alonso Rodríguez nació en Segovia, España, el 25 de julio de 1532. Su vida es un testimonio de fidelidad a Dios en medio de grandes pruebas, tanto personales como espirituales. Desde joven, Alonso vivió en un entorno de fe, y recibió su primera educación de San Pedro de Alcántara y San Juan de Ávila, quien preparó a Alonso para la Primera Comunión. A pesar de estos buenos comienzos, su vida no fue fácil ni exenta de dificultades.

Vida familiar y dificultades tempranas

Alonso quedó huérfano de padre a una edad temprana, lo cual lo obligó a ayudar a su madre en la administración del negocio familiar. Más adelante, contrajo matrimonio y formó una familia, pero su esposa y sus hijos fallecieron en un corto periodo, dejándolo solo y sumido en una profunda tristeza. Esta serie de pérdidas familiares fue una prueba severa, pero Alonso se sostuvo en la fe y comenzó a considerar más seriamente su vocación religiosa, buscando en Dios el consuelo y la orientación que tanto necesitaba.

Vocación religiosa y entrada en la Compañía de Jesús

A los 40 años, tras la muerte de sus seres queridos, sintió un fuerte llamado a consagrarse completamente a Dios. Intentó ingresar en la Compañía de Jesús, pero inicialmente fue rechazado debido a su avanzada edad y falta de estudios formales. Sin embargo, Alonso insistió con humildad y perseverancia, y finalmente fue aceptado en el noviciado de la Compañía de Jesús en Valencia como hermano coadjutor, en 1571.

Alonso fue destinado a la residencia de los jesuitas en Mallorca, donde pasaría el resto de su vida. Fue designado portero del colegio de Montesión, un cargo aparentemente sencillo, pero que él asumió con total devoción y entrega. Allí, a través de su puesto en la portería, tuvo contacto con personas de todas las clases sociales, a quienes atendía con una caridad profunda y con el mismo respeto, viendo en cada uno a Jesucristo.

Vida de oración y misticismo

Aunque desempeñaba una labor humilde, Alonso Rodríguez vivió una profunda vida de oración y penitencia. Su humildad y espíritu de mortificación le permitieron alcanzar una gran unión con Dios. Pasaba horas en oración, especialmente en contemplación de la Pasión de Cristo y de la Virgen María. A lo largo de su vida, experimentó diversos fenómenos místicos, como éxtasis y visiones, que eran expresión de su amor y devoción a Dios.

Entre sus amistades espirituales se cuenta a San Pedro Claver, quien también fue hermano jesuita. San Alonso fue una gran influencia para él, alentándolo a dedicar su vida a la evangelización y al servicio de los esclavos en las colonias. Así, su vida de servicio y oración dio frutos mucho más allá de la portería que ocupaba.

Muerte y legado

San Alonso Rodríguez falleció el 31 de octubre de 1617 en Mallorca, en el colegio donde había servido con tanta humildad y entrega. Fue beatificado en 1825 por el Papa León XII y canonizado en 1888 por el Papa León XIII. Su fiesta se celebra el 30 de octubre en el martirologio romano, y su ejemplo sigue siendo una fuente de inspiración para quienes desean vivir una vida de humildad, fidelidad y amor a Dios en medio de las labores cotidianas.

San Alonso Rodríguez es especialmente recordado por su humildad, su obediencia, su vida de oración constante y su amor por la penitencia. Es un modelo de santidad para todos los que buscan a Dios en medio de una vida sencilla y oculta, mostrando que, con la gracia divina, hasta las labores más ordinarias pueden ser un camino de santidad.