La Obediencia

Fragmento:

“La obediencia es la más perfecta de las virtudes, porque a través de ella conformamos nuestra voluntad a la de Dios. Quien obedece de corazón, muestra que ama a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre su propio deseo y juicio.”

— San Benito de Nursia, Regla de los Monjes, cap. 5.

Reflexión:

La obediencia es el camino seguro hacia la santidad, pues nos lleva a someternos a la voluntad de Dios, aun cuando no comprendamos por completo sus caminos. Al obedecer con humildad y amor, nos liberamos de nuestro egoísmo y permitimos que Dios actúe plenamente en nuestras vidas. Hoy, pidamos la gracia de vivir en una obediencia sincera, confiando en que Dios sabe lo que es mejor para nosotros.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día quinto

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA QUINTO

Otra de las grandes penas que afligen a aquellas benditas almas es el sufrir aquel fuego sin saber cuándo tendrán fin sus tormentos. Es verdad que tienen la certidumbre de verse un día libres de ellos; pero la incertidumbre del tiempo en que se habrán de acabar les causa un gravísimo tormento.
¡Oh, Señor, qué desgracia tan grande sería la mía si me hubieses enviado al infierno, a esa cárcel de tormentos, teniendo la seguridad de no salir de ella jamás! Gracias te doy; perdóname; que quisiera antes morir que volver a ofenderte. Ten piedad de mí y de las benditas almas que en la tierra no han temido bastante las penas del Purgatorio. Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios y Madre mía!, socórrelas con tu poder y abrevia el tiempo que las separa de la eterna posesión de Dios. 
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

Santos Simón y Judas Tadeo

Santos Simón y Judas Tadeo

San Simón el Zelote

San Simón, también conocido como el Zelote, recibe su sobrenombre del grupo al que perteneció en su juventud. En hebreo, la palabra “zelote” indica a alguien “fervoroso” o “celoso,” y, en la época de Jesús, los zelotes eran un grupo de judíos que defendían apasionadamente la independencia de Israel frente a la dominación romana, incluso con métodos de resistencia violenta. Sin embargo, al ser llamado por Cristo, San Simón abandona sus ideales nacionalistas para comprometerse con el Reino de Dios, que no es de este mundo (cf. Jn 18, 36).

Después de Pentecostés, los relatos tradicionales indican que San Simón predicó el Evangelio en diversas regiones, aunque las fuentes antiguas son divergentes respecto a su campo de misión exacto. Algunas tradiciones sugieren que trabajó en Egipto, otras mencionan Persia, e incluso algunas se refieren a Libia o Mesopotamia. Su incansable celo por Cristo se mantuvo hasta el final de sus días. Según la tradición, San Simón sufrió el martirio, aunque los detalles varían: en algunos relatos es crucificado, mientras que en otros, es partido en dos. Esta diversidad en las tradiciones destaca el carácter universal de su apostolado y su entrega total.

San Judas Tadeo

San Judas Tadeo, no debe confundirse con Judas Iscariote, el traidor. Tadeo se deriva de un arameo que significa “magnánimo” u “hombre de corazón grande.” Se le reconoce en los Evangelios como uno de los doce apóstoles y es identificado como el hermano de Santiago el Menor y, por lo tanto, primo de Jesús. San Judas Tadeo es autor de la breve carta del Nuevo Testamento que lleva su nombre, una epístola que resalta la importancia de la perseverancia en la fe y advierte contra las herejías y falsas doctrinas que ya comenzaban a surgir en la naciente Iglesia.

En la epístola de San Judas Tadeo, vemos el celo de un apóstol preocupado por la pureza de la fe. Exhorta a los fieles a “luchar por la fe que de una vez para siempre ha sido dada a los santos” (Jds 1, 3). Alienta a resistir a aquellos que intentan corromper la doctrina y anima a fortalecer el espíritu de comunión entre los fieles en medio de los desafíos.

Después de Pentecostés, la tradición afirma que San Judas Tadeo predicó el Evangelio en diversas regiones, entre ellas Judea, Samaria, Mesopotamia, y Persia. Su celo y fortaleza le valieron la conversión de muchos, pero también el odio de quienes se resistían al mensaje de Cristo. Se cuenta que padeció el martirio en Persia, donde habría sido golpeado y decapitado. Es conocido como el “patrono de las causas difíciles y desesperadas” debido a su poderosa intercesión, especialmente para aquellos que pasan por grandes tribulaciones.

Misión Conjunta y Martirio

Una antigua tradición sostiene que los santos Simón y Judas Tadeo, después de trabajar individualmente en varias regiones, se reunieron para predicar juntos en Persia, donde ambos sufrieron el martirio. Su misión conjunta en Persia simboliza la cooperación entre apóstoles en la expansión del cristianismo. En el lugar donde fueron martirizados se edificó una iglesia en su honor, y sus reliquias fueron veneradas en diversas partes del mundo.

Devoción y Fiesta Litúrgica

La Iglesia celebra la fiesta de ambos apóstoles el 28 de octubre. Su memoria conjunta recuerda el vínculo que unía a los apóstoles en su misión, así como su martirio por la fe. En particular, la devoción popular a San Judas Tadeo como intercesor en situaciones difíciles y desesperadas ha ganado muchos fieles, especialmente en América Latina, donde se le invoca con fervor.

Que su ejemplo de celo apostólico y su fidelidad hasta el martirio sean una inspiración para todos los que, en medio de las pruebas, buscan mantenerse fieles a Cristo y Su Iglesia.