
Fecha de nacimiento: 22 de julio de 1647
Lugar de nacimiento: Verosvres, Borgoña, Francia
Fallecimiento: 17 de octubre de 1690
Fiesta litúrgica: 17 de octubre
Canonización: 13 de mayo de 1920, por el Papa Benedicto XV
Infancia y juventud
Santa Margarita María Alacoque nació en el seno de una familia noble y profundamente cristiana en Verosvres, un pequeño pueblo en la región de Borgoña, Francia. Desde muy joven, mostró una inclinación especial por la vida espiritual y el amor a la oración. Su infancia fue marcada por una enfermedad grave que la dejó paralítica durante casi cuatro años. Fue curada milagrosamente después de hacer una promesa a la Santísima Virgen María, lo que reforzó su fe y la llevó a consagrar su vida a Dios desde muy joven.
Tras la muerte de su padre, su madre pasó por dificultades financieras, lo que sumió a la familia en una situación de dependencia de algunos parientes, quienes la trataron con dureza. Margarita soportó esto con gran paciencia, aferrándose cada vez más a la vida de oración y penitencia.
Vocación religiosa
A los 24 años, en 1671, ingresó en el convento de la Visitación de Paray-le-Monial, una congregación fundada por San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal. Aquí, Margarita María se dedicó completamente a la vida religiosa, caracterizándose por una profunda humildad, obediencia y amor a la Eucaristía. Aunque tenía una vida interior muy rica, sus hermanas religiosas no comprendían su fervor y muchas veces fue malinterpretada, sufriendo críticas y rechazo.
Las revelaciones del Sagrado Corazón
A partir de 1673, Santa Margarita comenzó a recibir una serie de revelaciones místicas sobre el Sagrado Corazón de Jesús. En estas visiones, Jesús le mostró Su Corazón ardiente de amor por la humanidad, herido por el pecado y la indiferencia de los hombres. La más importante de estas revelaciones tuvo lugar el 27 de diciembre de 1673, cuando Cristo le pidió que difundiera la devoción a Su Sagrado Corazón, manifestándole su ardiente deseo de ser amado y adorado por toda la humanidad.
En una de las más conocidas de estas revelaciones, ocurrida el 16 de junio de 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús le pidió que se instituyera una fiesta dedicada a Su Sagrado Corazón. Esta fiesta, dijo, sería el viernes posterior a la octava del Corpus Christi. En esta visión, el Señor le mostró Su Corazón rodeado de espinas, símbolo de los pecados de la humanidad, y le expresó Su deseo de que la devoción se propagara en reparación por las ofensas cometidas contra Él.
Las revelaciones también incluían la práctica de la Hora Santa, que consistía en pasar una hora en oración el jueves por la noche en recuerdo de la agonía de Jesús en Getsemaní, y los nueve primeros viernes de mes en reparación al Sagrado Corazón.
Dificultades y aceptación de la devoción
Santa Margarita María enfrentó numerosas dificultades y oposición dentro de su propia comunidad religiosa. Algunas de sus superiores y compañeras no creían en las revelaciones y la acusaban de exagerar o de ser presa de ilusiones. Sin embargo, encontró un gran apoyo en su director espiritual, el padre jesuita San Claudio de la Colombière, quien le ayudó a discernir los mensajes y la animó a seguir adelante con la misión que Cristo le había encomendado.
Con el tiempo, la devoción al Sagrado Corazón comenzó a difundirse gracias a la labor de San Claudio y de los jesuitas. Esta devoción, que en un principio fue motivo de rechazo, con el tiempo se convertiría en una de las devociones más queridas y universales de la Iglesia.
Últimos años y legado
A lo largo de su vida, Santa Margarita sufrió mucho, no solo por las incomprensiones de sus compañeras, sino también por las pruebas espirituales que el Señor le permitía para purificarla. A pesar de todo, se mantuvo fiel a su misión de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. En 1690, a la edad de 43 años, cayó gravemente enferma y murió el 17 de octubre, después de haber pronosticado el día de su muerte. Sus últimas palabras fueron: “Todo por el Sagrado Corazón”.
Su mensaje y su misión no terminaron con su muerte. La devoción al Sagrado Corazón se extendió por todo el mundo, y en 1856 el Papa Pío IX instituyó oficialmente la fiesta del Sagrado Corazón en la Iglesia universal.
Canonización y su influencia
Santa Margarita María de Alacoque fue beatificada en 1864 por el Papa Pío IX y canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV. Su vida y las revelaciones que recibió han influido enormemente en la espiritualidad de la Iglesia, y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús sigue siendo una fuente de consuelo y gracia para millones de católicos en todo el mundo.
Su legado es también visible en la práctica de la consagración al Sagrado Corazón y la instauración del Apostolado de la Oración. La imagen del Sagrado Corazón, rodeado de espinas y con llamas de amor, ha llegado a ser una de las representaciones más reconocidas de Jesucristo en el arte católico.
Reflexión final
La vida de Santa Margarita María nos enseña la importancia de la perseverancia en la fe y el amor a Cristo, incluso en medio de las dificultades. Su misión de promover la devoción al Sagrado Corazón sigue siendo un llamado a cada uno de nosotros a amar y adorar a Cristo con todo nuestro corazón, ofreciendo reparación por los pecados del mundo y buscando siempre consolar el Corazón de Jesús.