Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día segundo

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA SEGUNDO

La segunda pena que aflige en alto grado a estas benditas almas es el tiempo que en vida perdieron, durante el cual habrían podido adquirir mayores méritos para el cielo, y el pensamiento de que esta pérdida es para siempre, irreparable, terminando con la vida el tiempo de merecer.

¡Infeliz de mí, oh Señor, que por espacio de tantos años he vivido en la tierra no mereciendo sino los castigos del infierno!
Gracias te doy porque todavía me concedes tiempo para remediar el mal que he hecho y el bien que he dejado de hacer.
Concédeme tu socorro para que lo que me queda en vida, lo emplee únicamente en servirte y en amarte. Ten piedad de mí y de esas almas benditas que arden en el Purgatorio por no haber empleado como debían el tiempo que Tú les diste para su santificación.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios! socórrelas con tus poderosos ruegos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

Santos Crisanto y Daría

Contexto histórico:

Crisanto y Daría vivieron en el siglo III, en la ciudad de Roma, durante la persecución contra los cristianos bajo el emperador Numeriano. En este tiempo, el Imperio Romano aún mantenía una postura pagana y el cristianismo estaba prohibido, siendo común que los cristianos fuesen perseguidos, encarcelados, torturados y, en muchos casos, martirizados.

Vida de San Crisanto:

Crisanto provenía de una familia pagana de alto rango en Alejandría, Egipto. Su padre, un noble llamado Polemio, era pagano y llevó a Crisanto a Roma cuando este era todavía joven. En Roma, Crisanto tuvo acceso a una educación de alto nivel y se distinguió por su inteligencia.

Fue allí, en Roma, donde Crisanto descubrió el cristianismo, al encontrarse con las Sagradas Escrituras y comenzar a estudiarlas en secreto. Fascinado por el mensaje de Cristo, buscó la compañía de otros cristianos y fue instruido en la fe por un sacerdote llamado Carpóforo. Una vez preparado, recibió el bautismo.

Conversión de Daría:

Preocupado por el cambio radical de Crisanto, su padre Polemio intentó disuadirlo de su nueva fe, primero utilizando razonamientos y luego con intentos más drásticos. Organizó su matrimonio con una joven vestal, Daría, una sacerdotisa del paganismo que pertenecía a la orden de las vírgenes vestales. Daría era conocida por su inteligencia y belleza, y Polemio esperaba que, al casarse con ella, Crisanto abandonara el cristianismo.

Sin embargo, el plan tuvo un efecto contrario. Crisanto, lejos de apartarse de su fe, persuadió a Daría de la verdad del Evangelio, y ella terminó convirtiéndose al cristianismo. Ambos decidieron llevar una vida de castidad y dedicarse a la predicación del mensaje cristiano. A pesar de estar casados, vivieron en perfecta continencia, como hermanos, dedicando sus energías a evangelizar entre los romanos paganos.

Su apostolado y martirio:

La predicación de Crisanto y Daría en Roma comenzó a atraer la atención, pues convertían a muchas personas al cristianismo, incluidos filósofos y ciudadanos de gran influencia. Esto provocó que fueran denunciados ante las autoridades romanas. Por orden del prefecto, Crisanto fue arrestado y sometido a crueles torturas, siendo azotado y encerrado en una oscura prisión. A pesar de los tormentos, su fe permaneció firme, y en la prisión convirtió a varios de los guardias.

Daría también fue arrestada y llevada a un burdel, como castigo por su rechazo al paganismo, pero Dios la protegió milagrosamente de ser ultrajada. Ante esta protección divina, muchos comenzaron a creer en Cristo, lo que irritó aún más a las autoridades.

Finalmente, Crisanto y Daría fueron condenados a muerte. Según la tradición, fueron enterrados vivos en una cantera, sellados en una cueva en el año 283. Este martirio cruento no fue el final de su legado, ya que su testimonio sirvió para fortalecer la fe de los cristianos de Roma y aumentar la veneración a sus nombres.

Culto y veneración:

Poco después de su muerte, el culto a Crisanto y Daría se propagó rápidamente. Sus reliquias fueron rescatadas y colocadas en un lugar de honor en una catacumba romana, que luego se conocería como la “Catacumba de los Santos Crisanto y Daría”, en la Vía Salaria. El papa San Dámaso I mandó inscribir una epígrafe en su honor. También se erigió una iglesia dedicada a ellos en Roma, lo cual muestra la gran veneración que se les tenía en la antigüedad.

A lo largo de los siglos, su ejemplo de valentía, fidelidad a Cristo y castidad ha sido fuente de inspiración para los fieles, especialmente para los esposos cristianos, ya que, a pesar de las circunstancias difíciles de su vida, supieron mantener la virtud y seguir el camino del Evangelio.

El martirio de Crisanto y Daría es conmemorado por la Iglesia el 25 de octubre, y se les invoca en particular para pedir su intercesión en la lucha por la pureza y la fidelidad a la fe.

La Gracia de Dios

Fragmento:

“Sin la gracia de Dios, el hombre no puede salvarse. La gracia es un don gratuito que Dios nos concede, para que, siendo débiles, podamos hacer lo que es imposible por nuestras solas fuerzas. Quien persevera en la gracia, camina seguro hacia la vida eterna.”

— Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I-II, q. 109, a. 1.

Reflexión:

La gracia es el don que nos permite participar de la vida divina. Sin ella, nuestras acciones no pueden llevarnos a la salvación. Es un regalo inmerecido que nos eleva y nos capacita para hacer el bien y evitar el mal. Hoy, agradezcamos a Dios por las gracias que nos concede y pidamos la perseverancia en su gracia, conscientes de que sin ella nada podemos hacer.