San Ignacio, Obispo y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La Santa Iglesia nos pone en las Lecciones del Oficio de San Ignacio, el breve relato que San Jerónimo le dedica en su obra de Scriptoribus ecclesiasticis. El santo Doctor tuvo la feliz idea de insertar en él algunos trozos de la admirable carta del Mártir a los fieles de Roma. Estas citas representan los más bellos trozos que contiene:

Ignacio, tercer sucesor del Apóstol San Pedro en la Sede de Antioquía, habiendo sido condenado a las fieras, bajo la persecución de Trajano, fue enviado a Roma, cargado de cadenas. Hizo el viaje por mar, desembarcando en Esmirna, donde era Obispo Policarpo, discípulo de San Juan. Escribió una carta a los Efesios, otra a los Magnesios, otra a los Trallianos, y otra a los Romanos. A la salida de esta ciudad escribió también a los fieles de Filadelfia y a los de Esmirna, y dirigió una carta privada a Policarpo, en la que le recomendaba la Iglesia de Antioquía. En esta carta es donde refiere un testimonio del Evangelio que yo traduje hace poco, sobre la persona de Jesucristo.

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San Juan Bosco, Confesor

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en Castelnuovo de Asti. Desde muy joven se distinguió por su piedad, su pureza, su alegría y su penetrante inteligencia. En 1835 entró en el Seminario Mayor de Turín y el 5 de junio de 1841 fue ordenado sacerdote. Desde entonces, consagró su vida a la salvación y educación de los niños pobres y de los obreros, fundó la Asociación de Salesianos, luego una Congregación de religiosas bajo el patrocinio de María Auxiliadora, y, por fin, otra de Cooperadores. Murió el 31 de enero de 1888. Pío XI le beatificó en 1929, y cinco años más tarde le canonizó.

Al final del mes dedicado a honrar la infancia del Salvador, San Juan Bosco, conduce ante Jesús Niño, ante Jesús Obrero, a la multitud de niños y de obreros a quienes consagró su vida.

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San Francisco de Sales, Obispo y Doctor de la Iglesia

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Acércase ahora a la cuna del dulce Hijo de María, el angelical obispo Francisco de Sales, digno de ocupar allí un puesto distinguido, por la delicadeza de sus virtudes, la amable sencillez de su corazón y la humildad y ternura de su amor. Llégase rodeado de brillante escolta; setenta y dos mil herejes devueltos a la Iglesia gracias a su celo; una Orden de siervas del Señor, planeada por su amor, y realizada por su genio divino; millares de almas llevadas a la vida de piedad por su doctrina tan segura como misericordiosa que le ha valido el título de Doctor.

Concedióselo Dios a su Iglesia para consolarla de las blasfemias de los herejes que iban predicando por doquier la esterilidad de la Iglesia romana en materia de caridad; frente a los rígidos secuaces de Calvino puso a este ministro verdaderamente evangélico; el ardor de la caridad de Francisco de Sales logró fundir el hielo de aquellos obstinados corazones. Si tenéis herejes para convencer, decía el sabio cardenal du Perron, enviádmelos; si se trata de convertirlos, mandádselos a Monseñor de Ginebra.

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San Policarpo, Obispo y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

En medio de las dulzuras que saborea en la contemplación del Verbo humanado, Juan el Discípulo Amado ve venir a su discípulo Policarpo, resplandeciente con la gloria del martirio. El anciano acaba de contestar en el anfiteatro al Procónsul que le anima a renegar de Cristo: “Hace ochenta y seis años que le sirvo, y nunca me hizo mal alguno; ¿qué digo mal? antes me colmó de bienes. ¿Cómo podría yo maldecir a mi Rey que me ha salvado?” Después de pasar por el fuego y la espada llegó a los pies del Salvador, para gozar eternamente de la dicha de su presencia, en pago de los trabajos sufridos por conservar en su redil la fe y la caridad, y en recompensa de su muerte sangrienta.

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Tercer Domingo después de Epifanía

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Introito

Adorad a Dios todos Sus Ángeles. Lo oyó y se alegró Sión: y se gozaron las hijas de Judá. Salmo: El Señor reinó, regocíjese la tierra: alégrense todas las Islas.

Oración

Omnipotente y sempiterno Dios, mira propicio nuestra flaqueza: y extiende, para protegernos, la diestra de Tu Majestad.

Epístola

Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos (XII, 16-21)

Hermanos: No os tengáis vosotros mismos por sabios: no devolváis a nadie mal por mal; haced el bien, no sólo ante Dios, sino también ante los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, tened paz con todos los hombres; no os defendáis a vosotros mismos, carísimos, sino dad lugar a que pase la ira. Porque escrito está: Mía es la venganza; Yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Porque obrando así, amontonarás sobre su cabeza carbones de fuego. No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien.

El Salvador vino a hacer paz entre el cielo y la tierra; deben, por tanto, los hombres vivir en paz unos con otros. Si nos recomienda el Señor, no dejarnos vencer por el mal, sino vencer el mal con el bien es porque Él mismo lo practicó descendiendo hasta los hijos de ira para hacer hijos de adopción, por medio de sus humillaciones y sufrimientos.

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Santos Vicente, Diácono, y Anastasio, Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Triunfó Vicente del fuego, porque la llama de amor que le devoraba por dentro era más ardiente que la que consumía su cuerpo. Te saludamos, oh Diácono Vencedor, que tienes entre tus manos el Cáliz de la salud. En otro tiempo presentábaslo en el altar, para que por las palabras de la consagración fuera trocado su licor en la Sangre de Cristo; ofrecíaslo a los fieles para que todos cuantos tuvieran sed de Dios se saciasen en la fuente de la vida eterna. Hoy, tú mismo lo ofreces a Cristo; está lleno hasta el borde, de tu propia sangre. De esta manera supiste ser un Diácono fiel, llegando a dar tu propia vida en confirmación de los Misterios de que eras dispensador. Tres siglos habían transcurrido desde la Inmolación de Esteban; sesenta años desde que los miembros de Lorenzo eran asados en las parrillas de Roma, levantando un perfume de incienso dulce y acre al mismo tiempo; y ahora en la última de las persecuciones, la víspera del triunfo de la Iglesia, vas a confirmar tú con tu constancia, que la fidelidad de los Diáconos no había desaparecido.

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Santa Inés, Virgen y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Gloria Imperecedera de la Iglesia católica, única que posee en su seno el don de la virginidad, origen de todas las grandezas, porque nace exclusivamente del amor. Honor sublime de la Roma cristiana el haber engendrado a Inés, ángel terreno, ante cuya presencia palidecen aquellas antiguas Vestales, cuya virginidad colmada de favores y riquezas, no sufrió nunca la prueba del hierro ni del fuego.

¿Existe alguna fama que se pueda comparar con la de esta joven, cuyo nombre se leerá hasta el fin del mundo en el Canon de la Misa?

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San Marcelo, Papa y Mártir

Publicado por: Servus Cordis Iesu

San Marcelo, Papa y mártir, nació en Roma hacia la mitad del tercer siglo. Como ya florecía en aquella ciudad la religión cristiana, a pesar de las persecuciones horribles de los emperadores paganos, tuvo Marcelo la felicidad de ser criado y educado en el seno de la santa Iglesia. Abrazó el estado eclesiástico; y san Marcelino, que ocupaba entonces la silla de san Pedro, conociendo su extraordinario mérito y su eminente virtud, le hizo presbítero de la iglesia de Roma.

Por éste tiempo, habiendo sido creados emperadores Diocleciano y Maximiano, movieron aquella cruel persecución contra los cristianos, que fue la novena desde el imperio de Nerón, la que hizo derramar tanta sangre de mártires, y llenó de luto a toda la Iglesia. Habiendo sido coronado del martirio san Marcelino el año de 304, vacó la silla de san Pedro cerca de tres años. El furor de la persecución no dejaba libertad a los cristianos para juntarse, y para proceder a la elección del nuevo papa, pero habiéndose mitigado un poco por la renuncia que hicieron del imperio Diocleciano y Maximiano, fue elegido papa san Marcelo.

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Segundo Domingo después de Epifanía

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Introito

Adórete, oh Dios, toda la tierra, y salmodie en tu honor: diga un salmo a tu nombre, ¡oh, Altísimo! Salmo: Tierra toda, canta jubilosa a Dios, di un salmo a su nombre: dale gloria y alabanza. V. Gloria al Padre.

Oración

Omnipotente y eterno Dios, que gobiernas a un tiempo las cosas celestes y las terrenas: escucha clemente las súplicas de tu pueblo, y concede tu paz a nuestros tiempos. 

Epístola

Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos (XII, 6-16)

Hermanos: Poseemos dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada: bien el don de profecía, conforme a la fe; bien el de ministerio, para ejercerlo en el ministerio; el de enseñanza para el que enseña: el de exhortación para el que exhorta; el de simplicidad para el que distribuye; el de solicitud para el que preside; el de alegría para el que ejerce la misericordia. Sea vuestro amor sin disimulo; odiad el mal, apegaos al bien; amaos mutuamente con fraternal caridad; preveníos con mutuo honor; no seáis perezosos en el cuidado; sed fervorosos de espíritu; servid al Señor; gozaos en la esperanza; sed sufridos en la tribulación; perseverad en la oración; asociaos a las necesidades de los santos; seguid la hospitalidad. Bendecid a los que os persigan; bendecid y no maldigáis. Alegráos con los que se alegren, llorad con los que lloren. Sentid todos lo mismo; no ambicionéis cosas altas, sino acomodáos a las humildes.

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Fiesta de la Sagrada Familia

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Modelo de Hogar Cristiano. 

Hablando el Evangelio más tarde de la vida de Jesús en Nazaret al lado de María y de José, la describe con estas sencillas palabras: “Estaba sumiso a ellos. Y su madre conservaba todas estas cosas en su corazón, y Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres”. A pesar de su concisión, este sagrado texto contiene una luminosa visión de orden y de paz que revela a nuestra mirada, la autoridad, sumisión, dependencia y mutuas relaciones de la Sagrada Familia. La santa casa de Nazaret se presenta a nuestra vista como el modelo perfecto del hogar cristiano. José manda allí con tranquila serenidad, como el que tiene conciencia de que al obrar así hace la voluntad de Dios y habla en nombre suyo. Comprende que, al lado de su virginal Esposa y de su divino Hijo él es el más pequeño; y con todo eso, su humildad hace que, sin temor ni turbación, acepte su papel de jefe de la Sagrada Familia que Dios le ha encomendado, y como un buen superior, no piensa en hacer uso de su autoridad sino para cumplir de un modo más perfecto su oficio de servidor, de súbdito y de instrumento. María, como conviene a la mujer, se somete humildemente a José, y adorando al mismo tiempo a quien manda, da sin vacilar sus órdenes a Jesús en las múltiples ocasiones que se presentan en la vida de familia, llamándole, pidiendo su ayuda, señalándole tal o cual trabajo, como lo hace una madre con su hijo. Y Jesús acepta humildemente sus indicaciones; se muestra atento a los menores deseos de sus padres, dócil a sus más leves órdenes. Él, más hábil, más sabio que María y que José, se somete a ellos en todos los detalles de la vida ordinaria y así continuará obrando hasta su vida pública, porque es la condición de la humanidad que ha asumido, y la voluntad de su Padre. “En efecto, exclama San Bernardo entusiasmado ante un espectáculo tan sublime, el Dios a quien están sujetos los Ángeles, a quien obedecen los Principados y Potestades, estaba sometido a María; y no sólo a María, sino también a José por causa de María. Admirad, por tanto, a ambos, y ved cuál es más admirable, si la liberalísima condescendencia del Hijo o la gloriosísima dignidad de la Madre. De los dos lados hay motivo de asombro; por ambas partes, prodigio. Un Dios obedeciendo a una criatura humana, he ahí una humildad nunca vista; una criatura humana mandando a un Dios, he ahí una grandeza sin igual”.

Oración

Señor Jesucristo, que, sometido a María y a José, consagraste la vida doméstica con inefables virtudes: haz que nosotros con el auxilio de ambos, nos instruyamos con los ejemplos de tu santa Familia, y alcancemos su eterna compañía. Amén.

Fuente: Dom Próspero Guéranger, El Año Litúrgico