Cuarto Domingo de Pascua

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Oh Dios, que unes las almas de los fieles en una sola voluntad: da a tus pueblos el amar lo que mandas, el desear lo que prometes: para que, entre las mundanas variedades, nuestros corazones estén fijos allí donde están los verdaderos gozos. 

Lección de la Epístola del Apóstol Santiago

Carísimos: Toda óptima dádiva, y todo don perfecto, procede de arriba, desciende del Padre de las luces, en el cual no hay cambio, ni sombra de mudanza. Pues Él nos engendró voluntariamente con la palabra de la verdad, para que fuésemos el comienzo de su creación. Ya lo sabéis, carísimos hermanos míos. Sea, pues, todo hombre veloz para oír; pero tardo para hablar, y tardo para la ira. Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, rechazando toda inmundicia y todo exceso de malicia, recibid con mansedumbre la palabra inspirada, la cual puede salvar vuestras almas.

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La Misa es el más bello y precioso Tesoro

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Ni aún el mismo Dios puede hacer que haya en el mundo acción más grande que la celebración de una Misa.

Cuantos honores han tributado y tributarán a Dios todos los ángeles con sus homenajes y todos los hombres con sus obras, penitencias y martirios, nunca pudieron ni podrán jamás tributar a Dios tanta gloria como la que le tributa una sola Misa.

Los honores de las criaturas son limitados. El honor que Dios recibe en el altar es un honor infinito, porque en él se le ofrece una víctima de infinito precio. La Santa Misa tributa a Dios el más grande honor que puede tributársele. Es la obra que más abate las fuerzas del infierno. Procura el más poderoso sufragio a las almas del Purgatorio. La que más apacigua la encendida cólera de Dios en contra de los pecadores y la que proporciona a los hombres en la tierra mayor cúmulo de bienes.

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De la dignidad Sacerdotal

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Es, pues, la dignidad sacerdotal tan grande que San Ignacio Mártir la llama suma; San Efrén, infinita; Inocencio III dice que el sacerdote se ha de contar entre Dios y los hombres, pues que es menor que Dios, pero es mayor que los demás hombres. San Ambrosio no repara en afirmar que los sacerdotes son más que los reyes y emperadores, pues que los reyes y príncipes deben bajar las cabezas a los sacerdotes y besar sus manos, creyendo que pueden ser muy favorecidos con sus oraciones. San Gelasio Papa, escribiendo al emperador Atanasio, le dice: “Dos suertes de personas tiene el gobierno de este mundo: los sacerdotes y los reyes; pero es más grave el peso que llevan los sacerdotes que los reyes, porque los sacerdotes han de dar cuenta de los reyes en el tribunal de Dios; los reyes sólo tienen poder sobre lo temporal, los sacerdotes sobre lo eterno; aquéllos tienen poder sobre los cuerpos, éstos sobre las almas; aquéllos disponen sobre lo material, éstos sobre lo espiritual”.

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Los mismos efectos que los del Sacrificio de la Cruz

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Con ocasión del sacrificio eucarístico, la Iglesia misma cuidadosamente nos hace esta advertencia solemne; estamos en presencia de un “misterio de fe”: “mysterium fidei”

La inmolación de Cristo en el Calvario fue la expiación reparadora de todos los pecados del mundo, la fuente meritoria de todas las gracias de salvación y de nuestra felicidad eterna, el sacrificio de adoración, de acción de gracias y de ruego que procura a Dios una gloria infinita, y el supremo acto de nuestra redención.

Con su muerte en la cruz pasó ya para Cristo la hora del mérito y de la expiación; mas continúa en el sacrificio eucarístico para aplicarnos los méritos y las satisfacciones de su sacrificio redentor. Prosigue en él, también, de una manera siempre actual, la obra de glorificación de su Padre por una vida de adoración, de alabanza y de ruego, que constituye la esencia misma de la religión cristiana. Lo que corresponde a la Iglesia es unirse a la alabanza perpetua que, desde el alma de Cristo, sube sin cesar hacia Dios Trinidad. En el momento del santo sacrificio de la Misa, la Iglesia -identificada con el alma del Cristo del Gólgota- contempla lo que veía Jesús mismo desde lo alto de su cruz. Ella expía, adora, agradece y ruega a Dios, fija su mirada, como la de su Maestro, en los horizontes universales del mundo de la redención en perspectivas sin fin.

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Los Sacramentos y la Pasión de Cristo

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Cristo, pues, nos mereció todas las gracias y todas las luces: su muerte nos abrió de nuevo las puertas de la vida y nos ha “traslado de las tinieblas a la luz”; ella es “la causa de nuestra salud y de nuestra santidad”.

Los Sacramentos, que son los canales por donde la gracia y la vida divina fluyen a nuestras almas, no tienen valor sino por el sacrificio de Cristo. Si estamos hoy en estado de gracia, ¿a qué lo debemos? Al bautismo. Y ¿quién nos mereció los frutos del bautismo? La muerte de Cristo. En el sacramento de penitencia somos igualmente lavados en la Sangre del Redentor. De la cruz traen su virtud los sacramentos; y no tienen eficacia sino en cuanto van unidos a la Pasión santa de Cristo. La muerte de Jesús es la fuente de nuestra confianza. Mas para que ésta sea del todo eficaz, es preciso que nosotros mismos participemos de su Pasión, contemplando a Jesús, con fe y amor, en las diversas fases de la vía dolorosa. Cada año la Iglesia vive con Jesús en la Semana Santa, día por día y hora tras hora, los diversos pasos del sangriento drama del Calvario, y pone ante los ojos de todos sus hijos el horrible cuadro de esos dolores que salvaron a los hombres.

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Cuarto Domingo de Cuaresma, Domingo de Laetáre

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Este domingo, llamado Laetare (de la alegría), por comenzar así la primera palabra del Introito de la Misa, es uno de los más célebres del año. Este día, la Iglesia suspende las tristezas de Cuaresma; los cantos de la Misa sólo hablan de la alegría y el consuelo; el órgano, mudo en los tres domingos precedentes, se hace oír hoy; el diácono viste la dalmática, el subdiácono la túnica; y se permite sustituir los ornamentos de color morado por los de rosa. Ya vimos, en el Adviento, practicar estos mismos ritos en el tercer domingo llamado Gaudete. Esta nota de alegría que la Iglesia pone hoy en su Liturgia tiene por fin felicitar a sus hijos por su celo.

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La Comunión es el convite en que Cristo se da como Pan de vida

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Cuando, al orar, pedimos al Señor que nos diga por qué, en su eterna sabiduría, se dignó instituir este inefable sacramento, ¿qué nos responde el Señor?

Nos dice lo que por vez primera dijo a los judíos, al anunciarles la institución de la Eucaristía: “Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, así el que me comiere vivirá por mí”. Como si dijera: Todo mi anhelo es comunicaros mi vida divina. A mí, el ser, la vida, todo me viene de mi Padre, y porque todo me viene de Él, vivo únicamente para El; así, pues, yo sólo ansío que vosotros también, que todo lo recibís de mí, no viváis más que para mí. Vuestra vida corporal se sustenta y se desarrolla mediante el alimento; yo quiero ser manjar de vuestra alma para mantener y dar auge a su vida, que no es otra que mi propia vida. El que me comiere, vivirá mi vida; poseo en mí la plenitud de la gracia, y de ella hago partícipes a los que me doy en alimento. El Padre tiene en sí mismo la vida, pero ha otorgado al Hijo el tenerla también en sí; y como yo poseo esa vida, vine para comunicárosla abundante y plena. Os doy la vida al darme a mí mismo como manjar. Yo soy el pan de vida, el pan vivo que bajó del cielo para traeros la vida divina; ese pan que da la vida del cielo, la vida eterna, cuyo preludio es la gracia. Los judíos en el desierto comieron el mana, alimento corruptible; pero yo soy el pan que siempre vive, y siempre es necesario a vuestras almas, pues “si no le comiereis, pereceréis sin remedio”.

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Los frutos de la Misa son inagotables

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Los frutos de la Misa son inagotables, porque son los frutos mismos del sacrificio de la Cruz. El mismo Jesucristo es quien se ofrece por nosotros a su Padre. Es verdad que después de la Resurrección no puede ya merecer; pero ofrece los méritos infinitos adquiridos en la Pasión; y los méritos y las satisfacciones de Jesucristo conservan siempre su valor, al modo como Él mismo conserva siempre, juntamente con el carácter de pontífice supremo y de mediador universal, la realidad divina de su sacerdocio. Ahora bien, después de los sacramentos, en la Misa es donde, según el Santo Concilio de Trento, tales méritos nos son particularmente aplicados con mayor plenitud. Y por eso, todo sacerdote ofrece cada Misa no sólo por sí mismo, sino “por todos los que a ella asisten, por todos los fieles, vivos y difuntos”. ¡Tan extensos e inmensos son los frutos de este sacrificio, tan sublime es la gloria que procura a Dios!

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Enseñanzas de Pío XII a las familias cristianas

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Tenéis ciertamente que animaros, queridos esposos, pensando que el divino Autor del sacramento del matrimonio, Jesucristo Nuestro Señor, lo ha querido enriquecer con la abundancia de sus celestiales favores. El sacramento del matrimonio significa, como vosotros sabéis, la unión mística de Jesucristo con su esposa la Iglesia (en la cual y de la cual deben nacer los hijos adoptivos de Dios, herederos legítimos de las promesas divinas). Y de modo que Jesucristo enriqueció sus bodas místicas con la Iglesia, con las perlas preciosísimas de la gracia divina, se complace en enriquecer el sacramento del matrimonio de dones inefables.

Éstos son especialmente todas aquellas gracias necesarias y útiles a los esposos para conservar, acrecentar y perfeccionar cada vez más su santo amor recíproco, para observar la debida fidelidad conyugal, para educar sabiamente, con el ejemplo y con la vigilancia, a sus hijos y para llevar cristianamente las cargas que impone el nuevo estado de vida.

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Eres la dispensadora y depositaria de las Gracias

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Lo que es verdad respecto a los medios generales de salvación, lo es también de cada gracia en particular. La Santísima Virgen, nos dice San Bernardo, y los Papas han hecho suya esta doctrina, interviene en la distribución de todos los dones sobrenaturales, es mediadora para cada uno y cada una de las circunstancias de nuestra vida, como una madre que se ocupa individualmente de cada uno de sus hijos. Para esto Dios le ha dado un conocimiento proporcionado a su papel maternal universal y mientras un fiel prosiga la obra de su santificación, María pondrá todo su poder y todo su amor a su favor para aplicarle los frutos de la redención.

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