De la Encíclica Humanum genus

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El propósito de los Masones es perseguir cuanto puedan a los católicos con una enemistad implacable, y no descansar hasta lograr que sea destruido todo cuanto los Sumos Pontífices han establecido en materia de religión o por causa de ella. Y si no se obliga a los adeptos a abjurar expresamente la fe católica, tan lejos está esto de oponerse a los intentos masónicos, que antes bien sirve a ellos. Primero, porque éste es el camino de engañar fácilmente a los sencillos e incautos y de atraer a muchos más; y después, porque, abriendo los brazos a cualesquiera y de cualquier religión, consiguen persuadir de hecho el grande error de estos tiempos, a saber, el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos; conducta muy a propósito para arruinar toda religión, singularmente la católica, a la que, por ser la única verdadera, no sin suma injuria se la iguala con las demás. 

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Encíclica que condena la masonería (I)

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El humano linaje, después que, por envidia del demonio, se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.

El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual quien quisiere estar adherido de corazón y según conviene para la salvación, necesita servir a Dios y a su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer a la ley divina y eterna, y obran sin cesar o como si Dios no existiera o positivamente contra Dios. Agudamente conoció y describió Agustín estos dos reinos a modo de dos ciudades contrarias en sus leyes y deseos.

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El Rosario en la familia (II)

Publicado por: Servus Cordis Iesu

De igual manera que habéis recibido y recibiréis las alegrías -las de hoy y las de mañana- con filial reconocimiento y prudente moderación, acogeréis con espíritu de fe y sumisión los misterios dolorosos del porvenir, cuando llegue su hora. ¿Misterios? Es el nombre que el hombre da con frecuencia al dolor, porque si no acostumbra a buscar una significación a sus gozos, querría en cambio, con su corta vista, saber la razón de sus desventuras, y sufre doblemente cuando no ve aquí abajo su por qué. La Virgen del Rosario, que es también la del “Stabat” en el Calvario, os enseñará a estar en pie bajo la cruz, por muy densa que pueda ser su sombra, porque comprenderéis con el ejemplo de esta “Mater dolorosa” y reina de los mártires, que los designios de Dios superan infinitamente los pensamientos de los hombres, y que aun cuando hieren el corazón, están inspirados por el más tierno amor de nuestras almas.

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El Rosario en la familia (I)

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El rosario, según la etimología misma de la palabra, es una corona de rosas, cosa encantadora que en todos los pueblos representa una ofrenda de amor y un símbolo de alegría. Pero estas rosas no son aquellas con que se adornan con petulancia los impíos, de los que habla la Sagrada Escritura: “Coronémonos de rosas -exclaman- antes de que se marchiten”. Las flores del rosario no se marchitan; su frescura es incesantemente renovada en las manos de los devotos de María; y la diversidad de la edad, de los países y de las lenguas, da a aquellas rosas vivaces la variedad de sus colores y de su perfume.

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Tercer Domingo de Pascua

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Oh Dios, que muestras, a los que yerran, la luz de tu verdad, para que puedan tornar al camino de la justicia: da, a todos los que hacen profesión de cristianos, la gracia de rechazar lo que se opone a ese nombre, y de seguir lo que concuerda con él. 

Lección de la Epístola del Apóstol San Pedro

Carísimos: Os ruego que, como extranjeros y peregrinos, os abstengáis de los deseos carnales, que militan contra el alma, viviendo honradamente entre las gentes: para que, ya que os consideran como malhechores, al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios el día de la visitación. Estad, pues, sumisos a toda criatura humana por Dios: ya al rey, como jefe: ya a los caudillos, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los buenos: porque es voluntad de Dios que, obrando el bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres imprudentes: obrad como libres, y no como teniendo la libertad por velo de la malicia, sino como siervos de Dios. Honrad a todos: amad a vuestros hermanos: temed a Dios: respetad al rey. Siervos, someteos con todo temor a los amos, no sólo a los buenos y modestos, sino también a los díscolos. Porque esto es lo grato a Dios, en nuestro Señor Jesucristo.

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Con vigilante prudencia

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Con vigilante prudencia de Madre, la Iglesia ha tratado desde el principio de seguir los pasos y proteger a sus hijos en el maravilloso camino del progreso de las técnicas de difusión. Tal solicitud proviene directamente de la misión que le ha confiado el Divino Redentor, porque dichas técnicas -en la presente generación- tienen un poderoso influjo sobre el modo de pensar y de obrar de los individuos y de la comunidad.

Así que ninguno podrá maravillarse de que el celo por la salvación de las almas conquistadas “no con el oro y la plata, que son perecederos… sino con la preciosa sangre de Cristo, cordero inmaculado”, haya movido en diversas ocasiones a la Suprema Autoridad Eclesiástica a reclamar la atención sobre la gravedad de los problemas que el cine, la radio y la televisión presentan a la conciencia cristiana. Sin embargo, por desgracia, debemos repetir con San Pablo: “No todos obedecen al Evangelio”, porque también en este campo el Magisterio de la Iglesia ha encontrado a veces incomprensiones, y hasta ha sido violentamente combatido de parte de individuos, empujados por un desordenado apetito de lucro, o víctimas de ideas erróneas sobre la realidad de la naturaleza humana, sobre la libertad de expresión y sobre la concepción del arte.

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San Pío V, ejemplo insigne

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Pío decía que los pontífices debían edificar la republica tanto con piedras, cuanto con virtudes. Había certeramente entendido que para regir a los hombres con paz y autoridad nada hay más valido que el ser amado de ellos y nada más impropio que el ser temido; asimismo que nada es más apto para acercar los hombres a Dios que el buscar su salvación. Por todo esto quiso dar comienzo a su ministerio de Pontífice con una gran caridad hacia los pobres y con una gran liberalidad y clemencia con todos. Decía que es tarea fundamental del Romano Pontífice la de esforzarse con empeño en que se conservara la integridad del culto divino, la disciplina eclesiástica y la moralidad de los ciudadanos. Por ello dedicó cuidado especialísimo en devolver, donde hubiera venido a menos, el esplendor primitivo del culto y también procuró restablecer a todos los niveles la verdadera piedad en la vida y costumbres.

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Santos Cleto y Marcelino, Papas y Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Dos Pontífices se levantan hoy a la gloria de Jesús vencedor de la muerte. Cleto, discípulo de Pedro y sucesor suyo casi inmediato en la cátedra romana, nos lleva a los orígenes de la Iglesia, Marcelino vio los días de la gran persecución de Diocleciano en vísperas del triunfo de la Cruz. Inclinémonos ante estos dos padres de la cristiandad, que la han alimentado con su sangre y presentemos sus méritos a Cristo que les sostuvo con su gracia y les dio la confianza de tomar un día parte en su Resurrección.

San Cleto fue el segundo sucesor de Pedro. Después de haber reinado como doce años, murió mártir, bajo Domiciano, hacia el año 90, y fue sepultado junto a San Pedro. Según una tradición antigua fue ordenado por el propio San Pedro, y se le ha atribuido la construcción del primer monumento, sin duda muy modesto, que se levantó sobre la tumba del Apóstol.

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La Misa es el más bello y precioso Tesoro

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Ni aún el mismo Dios puede hacer que haya en el mundo acción más grande que la celebración de una Misa.

Cuantos honores han tributado y tributarán a Dios todos los ángeles con sus homenajes y todos los hombres con sus obras, penitencias y martirios, nunca pudieron ni podrán jamás tributar a Dios tanta gloria como la que le tributa una sola Misa.

Los honores de las criaturas son limitados. El honor que Dios recibe en el altar es un honor infinito, porque en él se le ofrece una víctima de infinito precio. La Santa Misa tributa a Dios el más grande honor que puede tributársele. Es la obra que más abate las fuerzas del infierno. Procura el más poderoso sufragio a las almas del Purgatorio. La que más apacigua la encendida cólera de Dios en contra de los pecadores y la que proporciona a los hombres en la tierra mayor cúmulo de bienes.

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Papas Santos – Sotero y Cayo, Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La Iglesia honra hoy a dos Papas.

San Sotero nació en Fundi, hermosa ciudad de la Campania, en el reino de Nápoles. Pronto destacó por su piedad y ciencia. Siguió la carrera eclesiástica, y en Roma se dio a conocer por su ilustrado talento y sólida sabiduría. Fue elevado al pontificado a la muerte del papa Aniceto. Los tiempos eran malos, muy malos para la Iglesia, San Sotero luchó con energía contra la herejía montanista que comenzaba a aparecer. Sotero visitaba las catacumbas, para animar y enfervorizar a los fieles. El tiempo nos ha robado el conocimiento de sus obras. Sólo un rasgo ha llegado hasta nosotros. Es un fragmento de una carta que el obispo de Corinto, Dionisio, escribió a los Romanos, en la que consigna que el Pontífice ha hecho grandes limosnas a las iglesias de diversas ciudades que padecían hambre. Hermoso testimonio de la solicitud universal del Pontífice de Roma, cuya caritativa influencia se extendía a las más alejadas iglesias. Una carta apostólica acompañaba a las limosnas, y afirma Dionisio que se leía en las reuniones de los fieles, junto con la que San Clemente dirigió a los Corintios el siglo anterior. Como se ve, la caridad de los Pontífices de Roma ha estado siempre unida al celo por la conservación del depósito de la fe. Dio algunos decretos referentes a disciplina eclesiástica, y declaró que no se debe guardar el juramento de cosa ilícita o mala. Derramó su sangre por Dios el 22 de abril de 175, y fue sepultado en el cementerio de San Calixto de la Vía Apia.

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