La Misa atropellada (III)

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Como antes dijimos, la Misa celebrada devotamente inspira devoción a cuántos la oyen, en cambio, cuando se la celebra atropelladamente consigue que se pierda la devoción y casi la fe. Cierto religioso, muy digno de fe, me refirió un caso impresionante a este respecto. Había en Roma un hereje resuelto a abjurar, como lo había prometido al Sumo Pontífice Clemente XI. Pero después que vio en cierta iglesia celebrar la Misa sin devoción, se escandalizó hasta el punto de que fue al Papa y le anunció que ya no quería abjurar, porque estaba persuadido de que ni los sacerdotes ni el Papa creían en los dogmas de la Iglesia Católica. El Papa le respondió que por la falta de devoción de un sacerdote o de muchos sacerdotes descuidados no se podían poner en tela de juicio las verdades de fe enseñadas por la Iglesia. A lo que respondió el hereje: “Si yo fuese Papa y supiera que había un sacerdote que celebrase con tamaña irreverencia, lo haría quemar vivo. Como veo que hay en Roma sacerdotes que celebran tan indignamente, y hasta en presencia del Papa y no se les castiga, me he persuadido de que ni el Papa cree”. Y habiendo dicho esto se despidió y permaneció obstinado en la voluntad de no abjurar.

He de añadir a este propósito que cierto seglar luego de oír una Misa celebrada de esta forma, no pudo menos de decir a un compañero de nuestra Congregación, que me lo ha contado: “A la verdad que estos sacerdotes con tales Misas nos hacen perder la fe”.

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De la dignidad Sacerdotal

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Es, pues, la dignidad sacerdotal tan grande que San Ignacio Mártir la llama suma; San Efrén, infinita; Inocencio III dice que el sacerdote se ha de contar entre Dios y los hombres, pues que es menor que Dios, pero es mayor que los demás hombres. San Ambrosio no repara en afirmar que los sacerdotes son más que los reyes y emperadores, pues que los reyes y príncipes deben bajar las cabezas a los sacerdotes y besar sus manos, creyendo que pueden ser muy favorecidos con sus oraciones. San Gelasio Papa, escribiendo al emperador Atanasio, le dice: “Dos suertes de personas tiene el gobierno de este mundo: los sacerdotes y los reyes; pero es más grave el peso que llevan los sacerdotes que los reyes, porque los sacerdotes han de dar cuenta de los reyes en el tribunal de Dios; los reyes sólo tienen poder sobre lo temporal, los sacerdotes sobre lo eterno; aquéllos tienen poder sobre los cuerpos, éstos sobre las almas; aquéllos disponen sobre lo material, éstos sobre lo espiritual”.

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El mismo Sacrificio que el de la Cruz

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Tocamos aquí el punto más misterioso y, a la vez, más consolador del misterio de la Misa: su identidad sustancial con el sacrificio de la Cruz, sin otra diferencia que la del modo de oblación; cruenta en el Calvario, sacramental e incruenta en el altar. Para explicar este problema, que sigue siendo un misterio, se ha recurrido a mil hipótesis diversas. Sin embargo la verdad es una. La Iglesia la busca tradicionalmente en el carácter representativo del sacrificio eucarístico con relación a la cruz. Habría llegado ya el tiempo de acallar todos esos esfuerzos de imaginación, a menudo ridículos, de los teólogos de la contrarreforma para tratar de encontrar en la inmolación eucarística los elementos de una inmolación real. Es precisamente el carácter propio del sacrificio eucarístico ser un sacrificio verdadero sin inmolación real: habiendo bastado y ampliamente, para la redención del mundo, la única oblación cruenta del Calvario. No hay por qué renovar esta muerte, ni buscar la equivalencia de un sacrificio de orden natural y de un nuevo martirio en la carne de Cristo. “El Cristo resucitado ya no muere más”. Su cuerpo en adelante impasible e inmortal, su vida bienaventurada y su estado de gloria opónense a todo lo que signifique disminución de grandeza o de gozo. El Cristo de la eternidad permanece presente ante la majestad del Padre en una felicidad beatifica y una gloria inamisible. Ahora bien, al Cristo del Cielo es a quien poseemos en la Hostia con todas sus propiedades gloriosas, al Cristo de la Hostia y al Cristo de la gloria en el mismo deslumbramiento de una vida sin fin, no es otro, pero de otra manera. No es pues directamente por el lado de la persona de Jesús que debemos buscar la solución del enigma eucarístico. Se ha de desechar en absoluto toda explicación por asimilación a un sacrificio de orden natural. Cristo eucarístico permanece invulnerable, inmortal e impasible. Sólo la luz del Evangelio puede hacernos entrar en este “misterio de fe”. Oblación e inmolación: todo acaece en el plano sacramental.

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Vida Religiosa, Vida Evangélica

Publicado por: Servus Cordis Iesu

“La disciplina claustral, si se cumple con exactitud, conduce a una gran perfección, preserva de la condenación eterna y otorga una corona muy alta en el reino celestial” (Tomás de Kempis, La disciplina claustral)

Abramos el Evangelio y veamos la vida de nuestro Señor Jesucristo y de los primeros cristianos, que son el primer y más sólido fundamento de la vida religiosa. Consideremos ante todo los personajes que llenan el Evangelio. San José y la Santísima Virgen abren el camino haciendo el voto de virginidad antes de su matrimonio. San Juan Bautista se retira al desierto para prepararse prolongadamente a su predicación en la soledad y en la penitencia. Los apóstoles lo dejan todo: familia, situación, proyectos de futuro, para seguir a Nuestro Señor. Mas ellos no eran la única excepción, pues toda una legión de santas mujeres, “que habían venido de Galilea con Jesús”, iban siguiendo al Salvador, asiduas en servirle a Él y a sus discípulos, y permaneciendo valerosas al pie de la cruz.

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Algunos avisos para el camino de la oración

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Procuremos en este santo ejercicio juntar en uno la meditación con la contemplación, haciendo de la una escalón para subir a la otra, porque la meditación es considerar con estudio y atención las cosas divinas, discurriendo de unas en otras, para mover nuestro corazón a algún afecto y sentimiento de ellas; más la contemplación es haber hallado ese afecto y sentimiento que se buscaba y estar en reposo y silencio gozando de él, no con muchos discursos y especulaciones del entendimiento, sino con una simple vista de la verdad. Por lo cual, dice un santo doctor que “la meditación discurre con trabajo y con fruto, y la contemplación sin trabajo y con fruto; la una busca, la otra halla; la una rumia el manjar, la otra lo gusta; la una discurre y hace consideraciones, la otra se comenta con una simple vista de las cosas, porque tiene ya el amor y el gusto de ellas; la una es como medio, la otra como fin; la una como camino y movimiento, y la otra como término de este camino y movimiento”.

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La oración hace al alma humilde y fuerte

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Siempre fue, es y será, en el cielo y en la tierra, muy válida la humildad, pues vemos que, no solamente en la casa de Dios, que es su Iglesia, levantan al que se humilla, pero en medio del mundo y de sus valedores tiene el humilde su lugar y suprema estima; de manera que tiene su justo valor esta soberana virtud, no solamente entre virtuosos pero aun entre viciosos; no solamente entre humildes es estimada, pero los ambiciosos la adoran; pues ellos al que ven rendido y humilde lo encaraman y ensalzan, y el vicioso y vano de todos es aborrecido, a todos cansa; y así por singular loa de esta virtud pone San Bernardo que tiene cabida por los hombre soberbios, con ángeles humildes y con el mismo Dios. Por lo cual el bienaventurado Santo Tomás entre gran número de virtudes le da palma.

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Orate fratres

Servus Cordis Iesu

El celebrante invita a que oren los asistentes, a que eleven sus mentes a Dios. Además cuanto está más próximo el tiempo del sacrificio, se requiere mayor atención y una plegaria más intensa. El Celebrante se prepara ya definitivamente para entrar en el Santo de los Santos, por esto como despidiéndose de los fieles asistentes, a los que no verá sino después de consumado el sacrificio, les dice: “Orate fratres, Orad, hermanos”, es decir, procurad en cuanto esté de vuestra parte orar conmigo, pidiendo a Dios que reciba con agrado, no el sacrificio de su Hijo unigénito, el cual siempre le es agradable, sino: “ut meum ac vestrum sacrificium, que mi sacrificio y vuestro sacrificio”.

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De la preparación del que ora

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Adviértase que nos debemos preparar para la oración. Esta preparación es doble: remota y próxima.

La remota se divide a su vez en interior y exterior. Y la interior es de tres maneras. La primera es la purificación de la conciencia: Si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de Él. La segunda es la humillación de la mente, porque el Señor se vuelve a las súplicas de los indefensos, y no desprecia sus peticiones. La tercera es el perdón de las injurias. Cuando queráis poneros en oración, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.

La preparación exterior es también de tres maneras, la primera de las cuales es el cumplimiento de los mandamientos de Dios, porque como dice Isidoro, si hacemos lo que Dios tiene mandado alcanzaremos sin duda lo que pedimos. La segunda es la reconciliación con el hermano ofendido: Si, cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. La tercera es que vaya acompañada del ayuno y la limosna pues en ellas se apoya la oración; pues dice Isaías: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo. Entonces clamarás al Señor y te responderá. 

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Dios nos llama a todos a la plena santidad

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La divina Sabiduría a todos se ofrece y a todos invita, sin excluir a nadie, ni aun a sus más declarados enemigos, si de veras a ella se convierten y tratan de serle fieles. Llama a grandes y a pequeños, a doctos e ignorantes, a religiosos y seglares, a justos y pecadores, con tal que de corazón se le entreguen y con amor y docilidad la escuchen y se dejen guiar de su dulcísimo espíritu. Promete gloriosos premios a cuantos saben corresponderle. A éstos se les comunicará con todas sus infinitas riquezas.

Por tanto, bien podemos contar todos con estas liberalidades de la divina bondad y misericordia, si de todo corazón confiamos y nos abandonamos en ella, renunciándonos de veras a nosotros mismos. Pues cuando un alma, desconfiando de sí, de su propia ciencia, habilidad y prudencia, tiene siempre puestos los ojos en Dios, entregándose en sus manos y esperándolo de Él todo, nunca deja Él de tomar plena posesión de ella, encargándose por sí mismo de dirigirla y gobernarla y proveerla en todas las cosas.

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La Purificación de la Santísima Virgen María

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Los más antiguos Martirologios y Calendarios del Occidente señalan esta fiesta con el título que hoy tiene; lejos de oscurecerse la gloria del Hijo por los honores que la Iglesia concede a la Madre, más bien recibe un nuevo acrecentamiento, pues Él es el principio único de todas las grandezas que veneramos en ella.

Oh Emmanuel, recibe el tributo de nuestra adoración y de nuestro agradecimiento, el día de tu entrada en el Templo de tu Majestad, llevado en los brazos de María, tu Madre. Si acudes al Templo, es con el fin de ofrecerte por nosotros; si te dignas pagar el precio del primogénito, es como anticipo de nuestro rescate; si ofreces un sacrificio legal, es para abolir a continuación los sacrificios imperfectos. Apareces hoy en la ciudad que va a ser un día el final de tu carrera y el lugar de tu inmolación. 

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