Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día quinto

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA QUINTO

Otra de las grandes penas que afligen a aquellas benditas almas es el sufrir aquel fuego sin saber cuándo tendrán fin sus tormentos. Es verdad que tienen la certidumbre de verse un día libres de ellos; pero la incertidumbre del tiempo en que se habrán de acabar les causa un gravísimo tormento.
¡Oh, Señor, qué desgracia tan grande sería la mía si me hubieses enviado al infierno, a esa cárcel de tormentos, teniendo la seguridad de no salir de ella jamás! Gracias te doy; perdóname; que quisiera antes morir que volver a ofenderte. Ten piedad de mí y de las benditas almas que en la tierra no han temido bastante las penas del Purgatorio. Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios y Madre mía!, socórrelas con tu poder y abrevia el tiempo que las separa de la eterna posesión de Dios. 
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

Santos Simón y Judas Tadeo

Santos Simón y Judas Tadeo

San Simón el Zelote

San Simón, también conocido como el Zelote, recibe su sobrenombre del grupo al que perteneció en su juventud. En hebreo, la palabra “zelote” indica a alguien “fervoroso” o “celoso,” y, en la época de Jesús, los zelotes eran un grupo de judíos que defendían apasionadamente la independencia de Israel frente a la dominación romana, incluso con métodos de resistencia violenta. Sin embargo, al ser llamado por Cristo, San Simón abandona sus ideales nacionalistas para comprometerse con el Reino de Dios, que no es de este mundo (cf. Jn 18, 36).

Después de Pentecostés, los relatos tradicionales indican que San Simón predicó el Evangelio en diversas regiones, aunque las fuentes antiguas son divergentes respecto a su campo de misión exacto. Algunas tradiciones sugieren que trabajó en Egipto, otras mencionan Persia, e incluso algunas se refieren a Libia o Mesopotamia. Su incansable celo por Cristo se mantuvo hasta el final de sus días. Según la tradición, San Simón sufrió el martirio, aunque los detalles varían: en algunos relatos es crucificado, mientras que en otros, es partido en dos. Esta diversidad en las tradiciones destaca el carácter universal de su apostolado y su entrega total.

San Judas Tadeo

San Judas Tadeo, no debe confundirse con Judas Iscariote, el traidor. Tadeo se deriva de un arameo que significa “magnánimo” u “hombre de corazón grande.” Se le reconoce en los Evangelios como uno de los doce apóstoles y es identificado como el hermano de Santiago el Menor y, por lo tanto, primo de Jesús. San Judas Tadeo es autor de la breve carta del Nuevo Testamento que lleva su nombre, una epístola que resalta la importancia de la perseverancia en la fe y advierte contra las herejías y falsas doctrinas que ya comenzaban a surgir en la naciente Iglesia.

En la epístola de San Judas Tadeo, vemos el celo de un apóstol preocupado por la pureza de la fe. Exhorta a los fieles a “luchar por la fe que de una vez para siempre ha sido dada a los santos” (Jds 1, 3). Alienta a resistir a aquellos que intentan corromper la doctrina y anima a fortalecer el espíritu de comunión entre los fieles en medio de los desafíos.

Después de Pentecostés, la tradición afirma que San Judas Tadeo predicó el Evangelio en diversas regiones, entre ellas Judea, Samaria, Mesopotamia, y Persia. Su celo y fortaleza le valieron la conversión de muchos, pero también el odio de quienes se resistían al mensaje de Cristo. Se cuenta que padeció el martirio en Persia, donde habría sido golpeado y decapitado. Es conocido como el “patrono de las causas difíciles y desesperadas” debido a su poderosa intercesión, especialmente para aquellos que pasan por grandes tribulaciones.

Misión Conjunta y Martirio

Una antigua tradición sostiene que los santos Simón y Judas Tadeo, después de trabajar individualmente en varias regiones, se reunieron para predicar juntos en Persia, donde ambos sufrieron el martirio. Su misión conjunta en Persia simboliza la cooperación entre apóstoles en la expansión del cristianismo. En el lugar donde fueron martirizados se edificó una iglesia en su honor, y sus reliquias fueron veneradas en diversas partes del mundo.

Devoción y Fiesta Litúrgica

La Iglesia celebra la fiesta de ambos apóstoles el 28 de octubre. Su memoria conjunta recuerda el vínculo que unía a los apóstoles en su misión, así como su martirio por la fe. En particular, la devoción popular a San Judas Tadeo como intercesor en situaciones difíciles y desesperadas ha ganado muchos fieles, especialmente en América Latina, donde se le invoca con fervor.

Que su ejemplo de celo apostólico y su fidelidad hasta el martirio sean una inspiración para todos los que, en medio de las pruebas, buscan mantenerse fieles a Cristo y Su Iglesia.

El Espíritu Santo

Fragmento:

“El Espíritu Santo es la fuerza que impulsa a la Iglesia y a cada uno de los fieles. Él ilumina, guía y santifica nuestras almas, ayudándonos a caminar por el camino de la verdad. Sin el Espíritu Santo, estaríamos ciegos y sin dirección en la vida espiritual.”

— San Basilio Magno, Tratado sobre el Espíritu Santo, cap. 16.

Reflexión:

El Espíritu Santo es nuestro guía en la vida espiritual, quien nos ayuda a discernir lo que es verdaderamente bueno y nos da la fortaleza para vivir conforme a la voluntad de Dios. Muchas veces olvidamos su presencia y acción en nuestras vidas, pero es Él quien nos sostiene en cada paso hacia la santidad. Hoy, invoquemos al Espíritu Santo, pidiéndole que ilumine nuestro corazón y nos guíe por el camino de la salvación.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día cuarto

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

 CONSIDERACIONES PARA EL DÍA CUARTO

Una de las penas que más afligen a aquellas almas, esposas de Jesucristo, es el pensar que en vida, por sus culpas, disgustaron a aquel Dios a quien tanto aman. Se han visto penitentes morir de dolor al pensar que habían ofendido a un Dios tan bueno. Mucho mejor que nosotros conocen las almas del Purgatorio cuán amable es Dios y por consiguiente lo aman con todas sus fuerzas; por eso, al pensar que lo disgustaron en la vida, experimentan un dolor superior a todo otro dolor.
¡Oh, Dios mío!, y yo que te ofendo con tanta facilidad, sin que me mueva lo mucho que has hecho por mí, ni las penas que me esperan en el Purgatorio; ten piedad de mí y de aquellas santas almas que arden en ese fuego por el desprecio que hicieron de las faltas veniales y que ahora te aman de todo corazón.
Y Tú, oh María, protégenos a nosotros para que acertemos a llevar vida perfecta y socórrelas a ellas para que mitiguen sus dolores.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

Santos Vicente, Sabina y Cristeta

Santos Vicente, Sabina y Cristeta, mártires

Los santos Vicente, Sabina y Cristeta son tres mártires que figuran en el Martirologio Romano el 27 de octubre. Sus vidas están unidas por la fe que profesaron y el martirio que sufrieron en la ciudad de Ávila, España, durante las persecuciones romanas contra los cristianos en los primeros siglos del cristianismo, probablemente bajo el emperador Diocleciano (284-305), uno de los más feroces perseguidores de la Iglesia.

Contexto histórico:

El imperio romano estaba sumido en una profunda crisis durante los siglos III y IV. En este contexto, las persecuciones contra los cristianos fueron frecuentes, y la comunidad cristiana de la península ibérica no fue una excepción. En Ávila, una ciudad romana, vivían Vicente y sus dos hermanas, Sabina y Cristeta, cristianos fervorosos que se negaron a renunciar a su fe y a sacrificar a los ídolos paganos romanos, lo que los llevó a ser arrestados y posteriormente martirizados.

Vida y martirio:

Los tres hermanos, Vicente, Sabina y Cristeta, eran cristianos que procedían de Talavera de la Reina. Al negarse a sacrificar a los dioses paganos y adorar al emperador, como era costumbre obligatoria bajo las leyes romanas de persecución, fueron llevados a juicio. Se les ofreció la posibilidad de salvar sus vidas si apostataban, pero su fidelidad a Cristo fue inquebrantable.

Fueron sometidos a crueles torturas para forzarlos a renegar de la fe, pero resistieron con fortaleza. Las actas de su martirio mencionan que, finalmente, fueron ejecutados mediante el uso de una piedra que les aplastó la cabeza. Según la tradición, este brutal martirio tuvo lugar en un lugar cercano a la ciudad de Ávila, y sus cuerpos fueron enterrados en la misma ciudad.

Con el tiempo, su sepulcro se convirtió en lugar de veneración. Según las fuentes medievales, en el siglo VII se edificó una iglesia en el sitio donde reposaban sus restos. Esta iglesia sería conocida posteriormente como la Basílica de los Santos Mártires Vicente, Sabina y Cristeta, una obra maestra de la arquitectura románica española que todavía se puede admirar en Ávila.

Veneración:

Los tres hermanos son venerados como mártires. Su fiesta se celebra el 27 de octubre en el Martirologio Romano, y son especialmente venerados en Ávila, donde se conservan reliquias suyas.

Los relatos sobre su martirio fueron ampliados durante la Edad Media, y su historia se convirtió en símbolo de la resistencia cristiana frente a la opresión pagana. A pesar de la escasez de datos históricos precisos, su culto se ha mantenido vivo a lo largo de los siglos en la Iglesia y, particularmente, en la región de Castilla y León.

Iconografía:

En el arte cristiano, se suele representar a los santos Vicente, Sabina y Cristeta juntos, muchas veces con símbolos del martirio, como la piedra con la que fueron ejecutados. Estas imágenes subrayan su fortaleza en la fe y su disposición al sacrificio por Cristo. La Basílica de San Vicente contiene representaciones artísticas de estos mártires, recordando su testimonio en la historia cristiana.

Su martirio es un recordatorio del precio de la fe en los primeros siglos de la Iglesia y del valor de quienes prefirieron la muerte antes que traicionar su lealtad a Jesucristo.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día tercero

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA TERCERO

Otra de las mayores penas que afligen a esas benditas ánimas es la vista espantosa de los pecados que están expiando. En la vida presente no se conoce la fealdad del pecado, pero bien se conoce en la otra, y este conocimiento es uno de los más vivos dolores que sufren las almas en el Purgatorio.
¡Oh Dios mío!, te amo sobre todas las cosas porque eres infinita bondad; me duelo con todo mi corazón de haberte ofendido; concédeme la santa perseverancia; ten piedad de mí y de aquellas santas almas atormentadas con la vista de los pecados que no quisieron evitar y cometieron sin horror.
Y Tú ¡Oh María, Madre de Dios! socórrelas con tus ruegos poderosos y ruega también por nosotros que estamos aún en peligro de condenarnos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

San Evaristo, Papa y Mártir

Pontificado: Hacia el año 97 al 105 d.C.

Fiesta litúrgica: 26 de octubre.

San Evaristo fue el quinto Papa de la Iglesia Católica, ocupando el puesto después de San Clemente I. No se tienen muchos detalles históricos sobre su vida, pero las tradiciones de la Iglesia nos han transmitido algunos aspectos importantes de su pontificado y martirio. Es considerado un papa fundamental para la organización interna de la Iglesia primitiva.

Origen

Según los registros de San Ireneo de Lyon y el Liber Pontificalis, San Evaristo nació en Grecia, hijo de un judío de Belén llamado Judas. Su origen semita y griego refleja la diversidad que ya existía entre los primeros cristianos. En este contexto, su ascendencia hebrea, junto con su educación griega, lo habrían dotado de una comprensión amplia tanto del judaísmo como del helenismo, lo que sería clave en su labor pastoral en Roma.

Contexto de su Pontificado

San Evaristo vivió en una época en la que la Iglesia enfrentaba la persecución del Imperio Romano bajo el gobierno de emperadores como Trajano. En ese tiempo, los cristianos estaban organizándose y creciendo, pero también eran blanco de sospechas y violencia, ya que se les acusaba de practicar supersticiones ilícitas y de oponerse a la religión oficial del Imperio. La Iglesia de Roma comenzaba a consolidar su estructura jerárquica, y el papel del Papa iba tomando mayor relevancia como líder espiritual y guía doctrinal para los fieles.

Obras y Contribuciones

Uno de los legados más importantes atribuidos a San Evaristo es la organización y estructuración de la Iglesia de Roma. Según el Liber Pontificalis, se le atribuye haber dividido la ciudad en varias parroquias o distritos (conocidos como títulos) para facilitar el trabajo pastoral, estableciendo así una organización más clara que permitiría una mejor atención espiritual a los fieles. Además, nombró a varios presbíteros para cada una de esas parroquias, anticipando lo que sería el desarrollo del sistema parroquial en toda la Iglesia.

También se le atribuye haber sido el Papa que ordenó a los obispos la costumbre de estar siempre acompañados de al menos siete diáconos para ayudarlos en sus tareas y para garantizar la comunión de los obispos con su clero.

Martirio

Aunque no se tienen detalles exactos sobre su muerte, la tradición señala que San Evaristo sufrió el martirio bajo el reinado de Trajano, uno de los emperadores que persiguieron a los cristianos en el siglo I. Fue enterrado cerca de la tumba de San Pedro en la Colina Vaticana, lugar de honor reservado a los papas y mártires.

San Evaristo es recordado principalmente por su fidelidad en tiempos difíciles y su organización pastoral, que sentó bases para el desarrollo de la Iglesia en Roma. Aunque las fuentes históricas son limitadas, su martirio y su contribución a la consolidación de la estructura de la Iglesia en Roma lo sitúan como un pastor digno de veneración.

Legado

San Evaristo fue una figura que ayudó a fortalecer la Iglesia en Roma durante los primeros tiempos de persecución. Su ejemplo de liderazgo, sabiduría pastoral y sacrificio por Cristo inspira a los fieles a seguir firmes en la fe, incluso en medio de las pruebas.

Su fiesta se celebra el 26 de octubre en el calendario tradicional, recordando su martirio y su servicio fiel como Sucesor de Pedro.

El Amor a la Cruz

Fragmento:

“Aquellos que aman a Cristo no pueden evitar amar también su cruz. Porque, en la cruz, Él nos mostró el mayor amor, entregando su vida por nuestra salvación. La cruz es, pues, el camino seguro hacia el Cielo, y cuanto más la abrazamos, más cerca estamos de Cristo.”

— San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, cap. 12.

Reflexión:

El amor a la cruz es una señal del verdadero discípulo de Cristo. Aunque la cruz implique sufrimiento, en ella encontramos el sentido profundo del amor y la redención. Al abrazar nuestras cruces cotidianas con fe y amor, participamos del sacrificio redentor de Cristo. Hoy, pidamos la gracia de aceptar con humildad nuestras cruces, sabiendo que a través de ellas estamos más cerca de la gloria de la resurrección.

Novena por las benditas almas del Purgatorio – Día segundo

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar las Almas quisiste que tu Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la cruz por nuestro amor: Compadécete, de las benditas almas del Purgatorio y líbralas de sus horrorosas llamas. Compadécete también de la mía, y líbrala de la esclavitud del vicio.

Y si tu Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo te ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. De ningún valor son, es verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de tu Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Míranos, vivos y difuntos, con compasión, y haz que celebremos un día tus misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.

CONSIDERACIONES PARA EL DÍA SEGUNDO

La segunda pena que aflige en alto grado a estas benditas almas es el tiempo que en vida perdieron, durante el cual habrían podido adquirir mayores méritos para el cielo, y el pensamiento de que esta pérdida es para siempre, irreparable, terminando con la vida el tiempo de merecer.

¡Infeliz de mí, oh Señor, que por espacio de tantos años he vivido en la tierra no mereciendo sino los castigos del infierno!
Gracias te doy porque todavía me concedes tiempo para remediar el mal que he hecho y el bien que he dejado de hacer.
Concédeme tu socorro para que lo que me queda en vida, lo emplee únicamente en servirte y en amarte. Ten piedad de mí y de esas almas benditas que arden en el Purgatorio por no haber empleado como debían el tiempo que Tú les diste para su santificación.
Y Tú, ¡Oh María, Madre de Dios! socórrelas con tus poderosos ruegos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Se pide interiormente a Cristo crucificado lo que desea conseguir por medio de esta novena para sufragio de las almas del Purgatorio. 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Oh María, Madre de misericordia: acuérdate de los hijos que tienes en el purgatorio y, presentando nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, intercede para que les perdone sus deudas y los saque de aquellas tinieblas a la admirable luz de su gloria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede juntamente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas del purgatorio. Amén.

Dales, Señor el descanso eterno, y brille para ellas la Luz que no tiene fin.

Que descansen en paz. Amén.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

San José, ruega por nosotros.

Santos Crisanto y Daría

Contexto histórico:

Crisanto y Daría vivieron en el siglo III, en la ciudad de Roma, durante la persecución contra los cristianos bajo el emperador Numeriano. En este tiempo, el Imperio Romano aún mantenía una postura pagana y el cristianismo estaba prohibido, siendo común que los cristianos fuesen perseguidos, encarcelados, torturados y, en muchos casos, martirizados.

Vida de San Crisanto:

Crisanto provenía de una familia pagana de alto rango en Alejandría, Egipto. Su padre, un noble llamado Polemio, era pagano y llevó a Crisanto a Roma cuando este era todavía joven. En Roma, Crisanto tuvo acceso a una educación de alto nivel y se distinguió por su inteligencia.

Fue allí, en Roma, donde Crisanto descubrió el cristianismo, al encontrarse con las Sagradas Escrituras y comenzar a estudiarlas en secreto. Fascinado por el mensaje de Cristo, buscó la compañía de otros cristianos y fue instruido en la fe por un sacerdote llamado Carpóforo. Una vez preparado, recibió el bautismo.

Conversión de Daría:

Preocupado por el cambio radical de Crisanto, su padre Polemio intentó disuadirlo de su nueva fe, primero utilizando razonamientos y luego con intentos más drásticos. Organizó su matrimonio con una joven vestal, Daría, una sacerdotisa del paganismo que pertenecía a la orden de las vírgenes vestales. Daría era conocida por su inteligencia y belleza, y Polemio esperaba que, al casarse con ella, Crisanto abandonara el cristianismo.

Sin embargo, el plan tuvo un efecto contrario. Crisanto, lejos de apartarse de su fe, persuadió a Daría de la verdad del Evangelio, y ella terminó convirtiéndose al cristianismo. Ambos decidieron llevar una vida de castidad y dedicarse a la predicación del mensaje cristiano. A pesar de estar casados, vivieron en perfecta continencia, como hermanos, dedicando sus energías a evangelizar entre los romanos paganos.

Su apostolado y martirio:

La predicación de Crisanto y Daría en Roma comenzó a atraer la atención, pues convertían a muchas personas al cristianismo, incluidos filósofos y ciudadanos de gran influencia. Esto provocó que fueran denunciados ante las autoridades romanas. Por orden del prefecto, Crisanto fue arrestado y sometido a crueles torturas, siendo azotado y encerrado en una oscura prisión. A pesar de los tormentos, su fe permaneció firme, y en la prisión convirtió a varios de los guardias.

Daría también fue arrestada y llevada a un burdel, como castigo por su rechazo al paganismo, pero Dios la protegió milagrosamente de ser ultrajada. Ante esta protección divina, muchos comenzaron a creer en Cristo, lo que irritó aún más a las autoridades.

Finalmente, Crisanto y Daría fueron condenados a muerte. Según la tradición, fueron enterrados vivos en una cantera, sellados en una cueva en el año 283. Este martirio cruento no fue el final de su legado, ya que su testimonio sirvió para fortalecer la fe de los cristianos de Roma y aumentar la veneración a sus nombres.

Culto y veneración:

Poco después de su muerte, el culto a Crisanto y Daría se propagó rápidamente. Sus reliquias fueron rescatadas y colocadas en un lugar de honor en una catacumba romana, que luego se conocería como la “Catacumba de los Santos Crisanto y Daría”, en la Vía Salaria. El papa San Dámaso I mandó inscribir una epígrafe en su honor. También se erigió una iglesia dedicada a ellos en Roma, lo cual muestra la gran veneración que se les tenía en la antigüedad.

A lo largo de los siglos, su ejemplo de valentía, fidelidad a Cristo y castidad ha sido fuente de inspiración para los fieles, especialmente para los esposos cristianos, ya que, a pesar de las circunstancias difíciles de su vida, supieron mantener la virtud y seguir el camino del Evangelio.

El martirio de Crisanto y Daría es conmemorado por la Iglesia el 25 de octubre, y se les invoca en particular para pedir su intercesión en la lucha por la pureza y la fidelidad a la fe.