Vida Religiosa, Vida Evangélica

Publicado por: Servus Cordis Iesu

“La disciplina claustral, si se cumple con exactitud, conduce a una gran perfección, preserva de la condenación eterna y otorga una corona muy alta en el reino celestial” (Tomás de Kempis, La disciplina claustral)

Abramos el Evangelio y veamos la vida de nuestro Señor Jesucristo y de los primeros cristianos, que son el primer y más sólido fundamento de la vida religiosa. Consideremos ante todo los personajes que llenan el Evangelio. San José y la Santísima Virgen abren el camino haciendo el voto de virginidad antes de su matrimonio. San Juan Bautista se retira al desierto para prepararse prolongadamente a su predicación en la soledad y en la penitencia. Los apóstoles lo dejan todo: familia, situación, proyectos de futuro, para seguir a Nuestro Señor. Mas ellos no eran la única excepción, pues toda una legión de santas mujeres, “que habían venido de Galilea con Jesús”, iban siguiendo al Salvador, asiduas en servirle a Él y a sus discípulos, y permaneciendo valerosas al pie de la cruz.

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De los escritos de Mons. Ezequiel Moreno Díaz

Publicado por: Servus Cordis Iesu

No hemos hecho mención de otros grandes errores que se hallan en los papeles, porque son tan notables, y tan absurdos, y tan claros, que no pueden hacer mucho daño, porque los fieles más sencillos, con la sola instrucción que tienen del Catecismo, los han conocido, rechazado y condenado.

Los males que hoy afligen a la Iglesia no los causan principalmente los grandes incrédulos, los grandes impíos, los grandes perseguidores; la obra de estos imitadores de Lucifer sería, poco menos que estéril, si no los ayudaran los conciliadores, los que llaman intransigencia a la lucha decidida contra el mal, los que sin duda se han olvidado de esta sentencia del Salvador: Quien no está conmigo, está contra mí. Sí; los mayores peligros que corren hoy la verdad y la virtud no los presentan las grandes y escandalosas herejías, sino las falsificaciones de la virtud y la verdad. Cuanto más hábiles son esas falsificaciones, tanto más seducen y tanto más peligrosas.

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Sobre el liberalismo

Publicado por: Servus Cordis Iesu

“En estos tiempos de confusión y desorden no es raro ver a cristianos, á católicos -también los hay en el clero- que tienen siempre en boca las palabras de término medio, conciliación y transacción. Pues bien, yo no titubeo en declararlo: estos hombres están en un error, y no los tengo por los enemigos menos peligrosos de la Iglesia… Así como no es posible la conciliación entre Dios y Belial, tampoco es posible entre la Iglesia y los que meditan su perdición. Sin duda es menester que nuestra firmeza vaya acompañada de prudencia; pero no es menester igualmente que una falta de prudencia nos lleve a pactar con la impiedad… No; seamos firmes: nada de conciliación, nada de transacción con hombres impíos; nada de transacción vedada e imposible” (Pío IX 17 de Septiembre de 1861) “Es muy necesario guardarse bien de estar en manera alguna en connivencia con las opiniones falsas, o combatirlas más flojamente de lo que consiente la verdad” (León XIII, Encíclica Immortale Dei)

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Lleno del espíritu de todos los justos

Publicado por: Servus Cordis Iesu

¡Con qué veneración debemos acercarnos hoy a este hombre, de quien San Gregorio Magno escribió que “estuvo lleno del espíritu de todos los justos!”. Si consideramos sus virtudes, veremos que igualan a todo lo que los anales de la Iglesia nos dicen de los demás santos. La caridad de Dios y del prójimo, la humildad, el don de oración, el imperio sobre todas las pasiones, hacen de él una obra maestra de la gracia del Espíritu Santo. Obras milagrosas llenan toda su vida: curación de enfermedades humanas, poder sobre las fuerzas de la naturaleza, imperio sobre los demonios y hasta poder de resucitar a los muertos. El espíritu de profecía le descubre el porvenir y hasta los pensamientos más íntimos no escapan a los ojos de su espíritu. Estos rasgos sobrenaturales se encuentran realzados por dulce majestad, por grave severidad y misericordia caridad, que brillan en cada una de las páginas de su biografía, escrita por uno de sus discípulos, el Papa San Gregorio Magno, quien se encargó de transmitir a la posteridad todo lo que Dios se había dignado realizar en su siervo Benito.

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Tercer Domingo de Cuaresma

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La Santa Iglesia, que, en el primer domingo de Cuaresma nos ha propuesto la tentación de Jesucristo en el desierto para tema de nuestra meditación, con el fin de instruirnos a cerca de la naturaleza de nuestras propias tentaciones y del modo como debemos vencerlas, nos manda leer hoy un pasaje del evangelio de San Lucas, con cuya doctrina se propone completar nuestra instrucción, sobre el poder y artificios de nuestros enemigos invisibles. En el tiempo de Cuaresma el cristiano debe reparar el pasado y asegurar el porvenir; no podrá dar cuenta de lo primero, ni defender eficazmente lo segundo, si no tiene ideas claras sobre la naturaleza de los peligros en los que ha sucumbido y los que aún le amenazan. Los antiguos liturgistas han visto un rasgo de maternal sabiduría de la Iglesia, en la distinción con que propone hoy a sus hijos esta lectura, que centraliza las enseñanzas del día.

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En la Santa Misa nos unimos a la divina Víctima

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Tenéis ciertamente que animaros, queridos esposos, pensando que el divino Autor del sacramento del matrimonio, Jesucristo Nuestro Señor, lo ha querido enriquecer con la abundancia de sus celestiales favores. El sacramento del matrimonio significa, como vosotros sabéis, la unión mística de Jesucristo con su esposa la Iglesia (en la cual y de la cual deben nacer los hijos adoptivos de Dios, herederos legítimos de las promesas divinas). Y de modo que Jesucristo enriqueció sus bodas místicas con la Iglesia, con las perlas preciosísimas de la gracia divina, se complace en enriquecer el sacramento del matrimonio de dones inefables.

Éstos son especialmente todas aquellas gracias necesarias y útiles a los esposos para conservar, acrecentar y perfeccionar cada vez más su santo amor recíproco, para observar la debida fidelidad conyugal, para educar sabiamente, con el ejemplo y con la vigilancia, a sus hijos y para llevar cristianamente las cargas que impone el nuevo estado de vida.

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Magnos Doctores de la Iglesia

Servus Cordis Iesu

Los Santos Papas Gregorio I y León I

San Gregorio, Padre del pueblo cristiano, vicario tanto de la caridad como de la autoridad de Cristo, Pastor vigilante, el pueblo cristiano a quien con tanta fidelidad has amado y servido se dirige a ti con toda confianza. Ya que nunca has olvidado a tu querida grey escucha hoy su oración. Protege y dirige al Sumo Pontífice que hace las veces de Pedro y las tuyas; dale luces en sus consejos y fortifica su voluntad. Bendice a toda la jerarquía que te debe tan buenos preceptos y tan admirables ejemplos. Ayúdales para que mantengan inviolable el depósito de la fe; ayúdales en sus esfuerzos por restablecer la disciplina eclesiástica, sin la que todo es desorden y trastorno. Dios te escogió para ordenar el culto, la sagrada liturgia, en el pueblo cristiano; intercede para que de nuevo se vuelva a esta manera de oración que se ha olvidado casi por completo. 

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El Doctor Angélico

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Santo Tomás de Aquino, junto a los Dominicos san Pío V, Papa y san Pedro de Verona, mártir

Saludemos hoy a uno de los mayores intérpretes de la verdad divina. La Iglesia le ha dado a luz muchos siglos después del tiempo de los Apóstoles, mucho después que la voz de Ambrosio, de Agustín, de Jerónimo, y Gregorio se hubiese esfumado en el tiempo; pero Santo Tomás ha probado que el seno de la Madre común es siempre fecundo y ésta, rebosando de gozo por haberlo dado a luz, le ha llamado el doctor Angélico. Así, pues, dirijamos nuestros ojos a los coros de los ángeles, que es donde le debemos buscar, porque su noble y pura inteligencia le asocia a los querubines del cielo; así como la ternura de Buenaventura, su émulo y amigo, introduce al discípulo de San Francisco en los coros de los Serafines. 

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Primer Domingo de Cuaresma

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Este domingo primero de la Santa Cuaresma, es así mismo, uno de los más solemnes del año. Su privilegio consiste en no ceder el puesto a ninguna fiesta cualquiera, ni la del Patrono, titular de la iglesia o Predicación de la misma.

Aparece hoy la Cuaresma con todo su solemne atuendo. Viendo la Santa Madre Iglesia reunidos a sus hijos les dirige las palabras del oficio de maitines, sirviéndose del elocuente estilo de San León Magno. Carísimos hijos, les dice, debiendo anunciaros el ayuno sacrosanto y solemne de Cuaresma, ¿por ventura podré empezar más oportunamente mi plática que usando las palabras del Apóstol a quien Jesucristo habla y repitiendo lo que acaban de leeros: He aquí el tiempo favorable, he aquí los días de salvación? Porque, aun cuando no haya tiempo alguno durante el año, que no sea rico en dones celestiales y en que, por la gracia de Dios, no hallemos siempre abiertas las puertas de la misericordia divina, debemos, sin embargo, trabajar en este santo tiempo con mayor celo y excitarnos al progreso espiritual y animarnos de grande confianza. La Cuaresma en efecto, al ponernos a la vista el día sacro en que fuimos redimidos, nos invita a practicar todos los deberes de piedad cristiana a fin de disponernos para la purificación del cuerpo y alma a celebrar los misterios de la Pasión del Señor.

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Miércoles de Ceniza

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Ya de madrugada ha resonado a nuestros oídos la trompeta sagrada de que nos habla el Profeta. Anuncia la solemne apertura del ayuno cuaresmal, el tiempo de expiación, la proximidad más inminente de los grandes aniversarios de nuestra Redención. ¡Arriba, pues, cristianos, preparémonos a combatir las batallas del Señor!

Armadura espiritual. En esta lucha, empero, del espíritu contra la carne, hemos de estar armados, y he aquí que la Iglesia nos convoca en sus templos para adiestrarnos en los ejercicios, en la esgrima de la milicia espiritual. San Pablo nos ha dado ya a conocer al pormenor las partes de nuestra defensa: “Ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestida la coraza de la justicia, y calzados los pies prontos para anunciar el Evangelio de la paz. Embrazad en todo momento el escudo de la fe y la esperanza de salvaros por yelmo que proteja la cabeza”. El Príncipe de los Apóstoles viene por su parte a decirnos: “Cristo padeció en la carne, armáos también vosotros del mismo pensamiento”. La Iglesia nos recuerda hoy estas enseñanzas apostólicas, pero añade por su parte otra no menos elocuente, haciéndonos subir hasta el día de la prevaricación, que hizo necesarios los combates a que nos vamos a entregar, las expiaciones que hemos de pasar.

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