Santos Cleto y Marcelino, Papas y Mártires

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Dos Pontífices se levantan hoy a la gloria de Jesús vencedor de la muerte. Cleto, discípulo de Pedro y sucesor suyo casi inmediato en la cátedra romana, nos lleva a los orígenes de la Iglesia, Marcelino vio los días de la gran persecución de Diocleciano en vísperas del triunfo de la Cruz. Inclinémonos ante estos dos padres de la cristiandad, que la han alimentado con su sangre y presentemos sus méritos a Cristo que les sostuvo con su gracia y les dio la confianza de tomar un día parte en su Resurrección.

San Cleto fue el segundo sucesor de Pedro. Después de haber reinado como doce años, murió mártir, bajo Domiciano, hacia el año 90, y fue sepultado junto a San Pedro. Según una tradición antigua fue ordenado por el propio San Pedro, y se le ha atribuido la construcción del primer monumento, sin duda muy modesto, que se levantó sobre la tumba del Apóstol.

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Hemos resucitado con Cristo

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Es la vida de Cristo resucitado, modelo de la nuestra, el cual nos ha merecido la gracia de vivir como Él para Dios, y de asociarnos a su estado glorioso. Esta vida nos la mereció, no tanto por su Resurrección, como por su Pasión sacratísima; pues al exhalar Jesús el último suspiro, y llegado el término de su existencia mortal, ya no podía merecer; todas cuantas gracias nos granjeó, fue mediante su sacrificio inaugurado en la Encarnación y consumado al morir en el leño de la cruz. Con todo, estos méritos perduran aun después de su salida gloriosa del sepulcro, pues Jesucristo ha querido conservar las cicatrices de sus llagas para mostrarlas al Padre, radiantes y hermosas como títulos y justificantes para la comunicación de su gracia.

Desde el bautismo, participamos de esta gracia de la Resurrección de Cristo, y así nos lo afirma san Pablo: “Por el bautismo hemos sido sepultados con Cristo muriendo para el pecado, a fin de que así como Cristo resucitó de muerte a vida por la omnipotencia del Padre, así también nosotros vivamos nueva vida”.

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El Santo y grandioso Sábado

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La noche ha pasado sobre el sepulcro en que descansa el cuerpo del Hombre-Dios. Pero si la muerte triunfa en el fondo de esta gruta silenciosa; si tiene entre sus lazos a Aquel que da la vida a todos los seres, su triunfo será muy corto; en vano velan los soldados a la entrada de la tumba; no podrá retener al divino cautivo cuando emprenda su vuelo. Los santos ángeles adoran con profundo respeto el cuerpo inanimado de Aquel cuya sangre va a “purificar al cielo y a la tierra”. Este cuerpo separado del alma durante un corto instante ha permanecido unido al Verbo; el alma que momentáneamente cesó de animarle, no perdió tampoco su unión con la persona del Hijo de Dios. La divinidad permanece unida incluso con la sangre derramada en el Calvario y que debe entrar de nuevo en las venas del Hombre-Dios, en el momento de su próxima resurrección.

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Viernes Santo de la Pasión y Muerte del Señor

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos. Porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo

Este día es dedicado todo a la estación del Calvario, del cual conviene que no te apartes ni un punto; asiste a la sombra del árbol de la cruz, redención de la pérdida del árbol del Paraíso. Levanta los ojos a lo alto de la copa y verás aquel racimo de la viña de Engadí, pendiente de sus ramas, y a tu dulce Esposo entre dos ladrones, reputado por uno de ellos.

Levanta los ojos y lee el título que tiene Cristo en la cruz: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. Medita cada palabra de por sí: Jesús, que significa Salvador, y porque lo fue del mundo y tuyo, es condenado a tan acerba y afrentosa muerte. ¡Oh dulcísimo Bien mío, cuánto os costó mi salvación, cuánto hiciste por mí y cuán poco hago yo por Vos! 

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La Pasión de Cristo y la Santa Misa

Publicado por: Servus Cordis Iesu

La pasión de Cristo ocupa un lugar tan preferente en su vida, es de tal modo su obra, y tal la importancia que le dio, que quiso que su memoria se recordase entre los hombres, no sólo una vez al año, en los días de semana santa, sino todos los días. A este fin instituyó el mismo sacrificio que perpetuase, en el curso de los siglos, la memoria y los frutos de su oblación en el Calvario; es el sacrificio de la Misa.

Asistir a ese santo sacrificio y ofrecerlo con Cristo, es uno de los mejores y más eficaces medios de participar de su Pasión sacratísima.

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Sobre la Santa Misa Católica

Publicado por: Servus Cordis Iesu

El que ofrece sacrificio coloca sus pecados sobre la víctima, y ésta debe morir o quedar destruida por ellos, y después el oferente debe comer de la víctima para participar de sus méritos: he aquí por qué es la misa y comunión. Y el concilio de Trento desea que en todas las misas los fieles que asisten comulguen en ellas.

Por lo dicho hasta aquí, ya conocéis la necesidad que hay de que continúe este santo sacrificio de la misa hasta el fin del mundo y la obligación que tienen los cristianos de asistir a ella a fin de participar de su aplicación particular. Mas como de algún tiempo a esta parte he observado que algunos cristianos fácilmente se dispensan de asistir, no obstante el precepto terminante de la Iglesia, nuestra Madre, y es que el virus protestante se les ha infiltrado en su corazón. Por lo que habéis de saber que al principio del siglo XVI el doctor Martín Lutero dijo que se había de quitar la misa; y en prueba de ello citó el testimonio de Satanás, que en una conferencia nocturna dice le había demostrado esto con argumentos irreplicables. Carlostadio, que se gloriaba de haber sido maestro de Lutero por haberle dado la borla de doctor, también quitó la misa. El suizo Zwinglio enseña también que se ha de omitir la misa, y dice que así lo ha aprendido de un fantasma que se le había aparecido en sueños. Calvino enseñó lo mismo, y así todos los corifeos del protestantismo.

Y, a la verdad, no es esto de extrañar, porque el protestantismo no fue ni es actualmente otra cosa que una violenta explosión de todas las pasiones rencorosas contra la Iglesia católica, apostólica, romana; y como los misterios del amor no pueden asociarse con los sistemas inventados por el odio, lo mismo que el hombre carnal no puede percibir ni entender las cosas espirituales, he aquí por qué razón los protestantes no tienen misa, y, por qué algunos cristianos ya no asisten a la santa misa, y es porque son cristianos carnales e inficionados del contagio protestante.

¡Ah! Si alguno de aquellos primitivos cristianos levantara la cabeza del sepulcro, al ver lo que pasa entre los cristianos de nuestros días, diría: “Veo los cristianos, pero no veo las costumbres de los cristianosEn nuestro tiempo, todos los cristianos asistían cada día con devoción a la santa misa y todos comulgaban en ella con gran fervor. ¿Y ahora?… ¡Qué veo!… Me vuelvo a esconder bajo la losa sepulcral para no ver lo que pasa entre los cristianos. Me temo que no se os diga que os será quitado el reino de Dios y será dado a gentes que rindan frutos de buenas obras”.

Asistamos, pues, nosotros al santo sacrificio de la misa no sólo en los domingos, fiestas y días de precepto, como es un deber, sino también en los demás días por devoción. Hemos de ofrecer este santo sacrificio a Dios no sólo para satisfacer por nuestras faltas, culpas y pecados, sino también en reconocimiento del supremo dominio que tiene sobre nosotros y en testimonio de los beneficios y gracias que nos ha dispensado y nos está dispensando de continuo, por manera que cuanto tenemos, de Él lo hemos recibido; y en agradecimiento a tantas mercedes le hemos de ofrecer este santo sacrificio, o mejor dicho, debemos asistir a este sacrificio que el mismo Jesucristo ofrece el eterno Padre por nosotros. Él es el principal oferente y la víctima ofrecida. Jesucristo es el abogado que tenemos en el cielo con Dios Padre, que interpela por nosotros, como dice San Juan. Y además le tenemos en el altar, que siempre intercede por nosotros, como asegura San Pablo.

Fuente: San Antonio María Claret, Escritos espirituales

Los mismos efectos que los del Sacrificio de la Cruz

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Con ocasión del sacrificio eucarístico, la Iglesia misma cuidadosamente nos hace esta advertencia solemne; estamos en presencia de un “misterio de fe”: “mysterium fidei”

La inmolación de Cristo en el Calvario fue la expiación reparadora de todos los pecados del mundo, la fuente meritoria de todas las gracias de salvación y de nuestra felicidad eterna, el sacrificio de adoración, de acción de gracias y de ruego que procura a Dios una gloria infinita, y el supremo acto de nuestra redención.

Con su muerte en la cruz pasó ya para Cristo la hora del mérito y de la expiación; mas continúa en el sacrificio eucarístico para aplicarnos los méritos y las satisfacciones de su sacrificio redentor. Prosigue en él, también, de una manera siempre actual, la obra de glorificación de su Padre por una vida de adoración, de alabanza y de ruego, que constituye la esencia misma de la religión cristiana. Lo que corresponde a la Iglesia es unirse a la alabanza perpetua que, desde el alma de Cristo, sube sin cesar hacia Dios Trinidad. En el momento del santo sacrificio de la Misa, la Iglesia -identificada con el alma del Cristo del Gólgota- contempla lo que veía Jesús mismo desde lo alto de su cruz. Ella expía, adora, agradece y ruega a Dios, fija su mirada, como la de su Maestro, en los horizontes universales del mundo de la redención en perspectivas sin fin.

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Domingo de Pasión

Publicado por: Servus Cordis Iesu

Después de haber propuesto a la meditación de los fieles durante las cuatro primeras semanas de Cuaresma, el ayuno de Jesús en la montaña, ahora la Iglesia consagra a la consideración de los dolores del Redentor las dos semanas que nos separan aún de la fiesta de Pascua. No quiere que sus hijos se presenten en el día de la Inmolación del divino Cordero sin haber preparado sus almas con la meditación en los dolores que Él sufrió en nuestro lugar. La Iglesia manifiesta sus dolorosos presentimientos, cubriendo la imagen del divino Crucificado. La Cruz misma ha dejado de ser visible a las miradas de los fieles; está tapada por un velo, las imágenes de los santos no están visibles; para hacer comprender a todos los fieles, que, sin penitencia, no pueden llegar a la visión de Dios. El cielo de la Iglesia se pone cada vez más sombrío; los tonos severos de los que se había revestido en el curso de las cuatro semanas que acaban de pasar, ya no son suficientes para demostrar su duelo. Preparémonos, pues, a estas fuertes impresiones desconocidas con harta frecuencia por la piedad superficial de nuestros tiempos.

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De los escritos de Mons. Ezequiel Moreno Díaz

Publicado por: Servus Cordis Iesu

No hemos hecho mención de otros grandes errores que se hallan en los papeles, porque son tan notables, y tan absurdos, y tan claros, que no pueden hacer mucho daño, porque los fieles más sencillos, con la sola instrucción que tienen del Catecismo, los han conocido, rechazado y condenado.

Los males que hoy afligen a la Iglesia no los causan principalmente los grandes incrédulos, los grandes impíos, los grandes perseguidores; la obra de estos imitadores de Lucifer sería, poco menos que estéril, si no los ayudaran los conciliadores, los que llaman intransigencia a la lucha decidida contra el mal, los que sin duda se han olvidado de esta sentencia del Salvador: Quien no está conmigo, está contra mí. Sí; los mayores peligros que corren hoy la verdad y la virtud no los presentan las grandes y escandalosas herejías, sino las falsificaciones de la virtud y la verdad. Cuanto más hábiles son esas falsificaciones, tanto más seducen y tanto más peligrosas.

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Sobre el liberalismo

Publicado por: Servus Cordis Iesu

“En estos tiempos de confusión y desorden no es raro ver a cristianos, á católicos -también los hay en el clero- que tienen siempre en boca las palabras de término medio, conciliación y transacción. Pues bien, yo no titubeo en declararlo: estos hombres están en un error, y no los tengo por los enemigos menos peligrosos de la Iglesia… Así como no es posible la conciliación entre Dios y Belial, tampoco es posible entre la Iglesia y los que meditan su perdición. Sin duda es menester que nuestra firmeza vaya acompañada de prudencia; pero no es menester igualmente que una falta de prudencia nos lleve a pactar con la impiedad… No; seamos firmes: nada de conciliación, nada de transacción con hombres impíos; nada de transacción vedada e imposible” (Pío IX 17 de Septiembre de 1861) “Es muy necesario guardarse bien de estar en manera alguna en connivencia con las opiniones falsas, o combatirlas más flojamente de lo que consiente la verdad” (León XIII, Encíclica Immortale Dei)

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